Ángel, Sebastián, Estrella y Margarita frente a la Cafetería Pepe | Toni Planells

En la esquina entre Isidoro Macabich y Obispo Abad y Lasierra, se encuentra la Cafetería Pepe, un establecimiento que ha acompañado la evolución de la ciudad de Ibiza desde los primeros años 80.
Fue entonces, en 1984, cuando Antonia Colomar abrió el negocio familiar junto a sus hijas, Margarita y Antonia, y su hijo Pepe Ferrer. «Él siempre fue ‘la luz de los ojos’ de su madre, por eso le puso su nombre a la cafetería», asegura Margarita Harutyunyan, viuda de Ferrer y actual propietaria del negocio.


Cala Martina

El vínculo de la familia Ferrer con la hostelería no comenzó entonces, sino décadas antes en Cala Martina, donde el padre de familia, Antonio, regentaba el popular kiosco de esa playa. «Cuando Pepe asumió la responsabilidad del chiringuito, el negocio fue cada vez a más», asegura Margarita, quien explica que «llegó un momento en que gestionar los dos locales era demasiado, y Pepe decidió alquilar la cafetería durante años».

Fue en esos años, en la cocina de Cala Martina, cuando Margarita entró en la nómina del negocio familiar y en la familia de Pepe. «Entré a trabajar en 2002, nos enamoramos muy pronto y estuvimos juntos desde 2005», recuerda con emoción.

«Fueron unos años muy intensos y de mucho trabajo», rememora Margarita, quien describe a Pepe como «un trabajador incansable, igual que José y Miguel, sus hijos», en referencia al negocio familiar del norte de la isla.


Otras manos

El local de la Cafetería Pepe de Vila estuvo alquilado durante esos años, convirtiéndose en el Azul, regentado por Cholo, viviendo una época dorada hasta 2012. En 2013, Pepe retomó la responsabilidad del bar poco antes del fallecimiento de Antonia. Sin embargo, tal como recuerda Margarita, «a Pepe le suponía invertir demasiado tiempo entre Cala Martina, Vila y el otro restaurante que había abierto, La Savina, en s’Argamassa. Para entonces ya comenzaba a estar enfermo y no podía con todo». Por esta razón, Ferrer decidió volver a alquilar el local durante unos años a Cristóbal, «que había trabajado con nosotros», y después a Ingrid, «que lo llevó estos últimos años».

El trato con la clientela es uno de lospilares de ‘la Pepe’.
Foto: Toni P.

El 8 de agosto de 2022 falleció Pepe Ferrer y, un año más tarde, en agosto de 2023, Margarita decidió tomar las riendas del negocio familiar de su marido, manteniendo, además de la cafetería, «la misma línea de la carta y la forma de trabajar que teníamos en el restaurante de Cala Martina».


Experiencia

De esta manera, en pleno centro de Vila, Margarita ha traído, además de «mis ganas, mi experiencia, mi cariño y mi manera de hacer las cosas en Cala Martina», buena parte del sabor del restaurante de la playa de Sant Carles con su menú diario o platos por encargo, en los que no falta «pescado fresco, ‘bullit de peix’, cocina ibicenca o nuestra paella de los viernes, que es de las mejores de la isla». «He traído el alma de Cala Martina».

Con un especial cuidado a la hora de elegir sus productos, «antes le compraba el pescado a Pardalet, pero ahora voy al Mercat Nou, donde elijo el mejor pescado que encuentro, siempre de km 0, claro», comenta Margarita, quien asegura que «en el mercado me llaman ‘la fastidiosa’ porque siempre examino el pescado minuciosamente» (ríe). La exquisitez de Margarita no se limita a la elección de pescado. Como explica ella misma, «también tengo vinos de primer nivel de las mejores bodegas, como por ejemplo el Ancestral».

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Equipo

Otra pieza fundamental de la Cafetería Pepe es su equipo: Ángel a la cabeza, Sebastián en la barra y Estrella como camarera, con el apoyo de José Antonio. Todos están bajo la experta dirección de Margarita, quien asegura respecto a su plantilla que «me ha tocado la lotería».


Clientela

En cuanto a la clientela, Margarita la describe como «un abanico enorme de gente de todo tipo». La propietaria de la Cafetería Pepe se refiere a que «tengo clientes trabajadores, humildes y emigrantes, pero también vienen abogados y gente de un nivel social más alto, además de personas jubiladas, como una mesa a la que llamo ‘las chicas de oro’».

Pere es un fiel representante del crisol de perfiles a los que Margarita se refiere en su clientela. «Vengo muy a menudo, siempre que puedo», asegura Pere, a quien le es indistinto «venir a desayunar una tostada, a cenar o a comer un buen ‘bullit de peix’».

Vicent también es habitual en la Cafetería Pepe: «vengo, como mínimo, una vez por semana» y pone en valor «el trato, la buena comida y el precio asequible. Es una suerte tener este tipo de establecimientos en pleno centro de Vila».

Ricardo y Marga son clientes diarios de la cafetería: «tanto para venir a desayunar a media mañana como para venir a tomar una cerveza por la noche». Ambos destacan el trato por parte del personal. «Ricardo siempre pide algo distinto, pero Estrella ni siquiera me pregunta lo que quiero: me sirve mi té rojo y mi tostada con aguacate directamente», subraya Marga.

«Siempre me siento bien servido, con respeto y, además, me dan conversación», añade Toni, otro de los clientes que, a diario, no falla en una de las mesas de la esquina de Isidoro Macabich con Abad y Lasierra.

Cati y Jaume son hermanos. Cati vive en Sant Rafel y, como explica ella misma, «cada vez que vengo a Vila, cuando termino en la peluquería o de hacer lo que sea, siempre vengo a la Cafetería Pepe a esperar a que me recoja mi marido». Un «punto de encuentro» al que no falta su hermano Jaume, vecino de Vila y también cliente habitual de la Pepe.

Lina, además de vecina del negocio, es una de las clientas habituales del local desde hace décadas: «ahora voy más que nunca. La época de Cholo fue brillante y ahora se ha convertido en uno de los mejores lugares de Vila», asegura. «Como mínimo voy a tomarme un refresco cada día cuando cierro mi tienda, pero tampoco es raro verme comiendo la maravillosa paella que hace ¡o el ‘bullit de peix’!».