El Plan de Gestión de Riesgos de Inundación de Baleares establece en 38,81 kilómetros los tramos de torrentes incluidos en las Áreas de Riesgo Potencial Significativo de Inundación (ARPSI).

En Baleares hay actualmente un total de 43 ARPSI, 32 de ellas son costeras y 11 son tramos de torrentes, de los cuales una decena son de Mallorca, según publica Última Hora Mallorca. Los tramos fluviales son los siguientes: na Bàrbara y Gros (Palma), Coanegra (Santa Maria), Campos, es Riuet (Manacor), ses Planes (el de las inundaciones de Sant Llorenç de Cardassar en 2018), Vall d’en Marc-Sant Jordi (Pollença), Major de Sóller, Peguera y Santa Ponça (Calvià). En el caso de Ibiza, el torrente de sa Llavanera es el que presenta peligro de inundación. Si esto pasara afectaría a buena parte del municipio de Ibiza, sobre todo el paseo Juan Carlos I, Marina Botafoc y los barrios de es Pratet, la zona del puerto de Ibiza y la Marina. También afectaría en parte zonas del municipio de Santa Eulària debido a su confluencia y cercanía con otros torrentes, como el de es Fornás.

La Dirección General de Recursos Hídricos identifica los puntos más críticos con un trabajo de evaluaciones de riesgo. Cada seis años se realiza la revisión en cumplimiento de una directiva europea para determinar riesgos potenciales en función de las velocidades y el calado de los caudales, y del área inundable. A partir de aquí, se elabora un plan de gestión para cada zona. En las ARPSI se incluyen zonas costeras, por los temporales marinos, pero son competencia de Costes.

Este plan también tiene en cuenta la presencia de edificaciones e infraestructuras, y se elaboran cartografías que sirven a Protección Civil y Emergencias para la gestión, con el plan Inunbal, de posibles episodios que afecten a personas y bienes.

Asimismo, el plan de gestión prevé medidas de preparación y prevención, recogida de información, obras para la defensa de estructuras, y el mantenimiento y la conservación de los cauces. Un criterio a seguir es que las obras deben estar integradas en el entorno, de tal manera que el agua de los torrentes pueda recuperar su espacio para circular de manera natural, reduciendo su velocidad y propiciando la infiltración en su cuenca antes de que llegue a núcleos urbanos.
La dirección general considera que los antiguos hormigonados de los cauces ofrecen una falsa sensación de seguridad. Sí se puede utilizar el hormigón en tramos estrechos o en la necesaria modificación de un curso de agua, pero normalmente no se hormigona ni se tapan cauces, en favor de soluciones naturales.

Existen torrentes con cultivos hasta la orilla o caminos en los cauces. No se debe construir en torrentes y numerosos desbordamientos se deben a la presencia de infraestructuras. Si el agua sale del cauce, debe extenderse por el entorno de manera natural, pero si encuentra construcciones e infraestructuras, entonces surgen los problemas.