Carlos Martorell, minutos antes del inicio del programa ‘BNP Entrevistes’ de TEF. | TEF TV

Carlos Martorell, el conocido relaciones públicas, protagoniza 'Bona nit Entrevistes' de la TEF con Agustín Prades. Entre otras cosas, repasa cómo descubrió la isla, sus historias con los famosos o incluso cómo popularizó el tanga en la isla.

-Es usted un catalán al que Ibiza le robó el alma.
-Sí. Mi padre no me dejó ser relaciones públicas cuando traje aquí un avión privado con 110 clientes de la mejor discoteca que por aquel entonces existía en España. En la época de Franco estaba mejor Barcelona que Madrid y había un local, Bocaccio, cuyo dueño me comentó que yo siempre hablaba de Ibiza porque llegué en el 63. Él era muy generoso, porque no era una macrodiscoteca, y tuvo la idea de invitar a 110 personas durante tres días a todo. Cerré el hotel Montesol y la discoteca Lola´s, que era lo único que había, y fue la primera vez que en la prensa española se habló de 'fiesta en Ibiza'.

-¿Cómo era su familia?
-Yo tuve un padre, presidente mundial de Cirugía cardiovascular, el número uno en su especialidad, que inventó la palabra 'angiología'. Fue presidente en aquel momento y copropietario de la mejor clínica de la época. Fue un hombre que, desde adolescente, estuvo estudiando. Era lo opuesto a mí, porque me gusta ir a nadar cada día, salir a bailar, me gusta viajar, comer. A él sólo le gustaba la Medicina y así llegó al lugar al que llegó. Debido a este viaje y fiesta en Ibiza, el dueño de la discoteca me comentó que me quería con ellos. Entonces, la palabra relaciones públicas no existía. Mi padre pensaba que yo era 'gigoló' en una barra y me dijo que <<ningún hijo mío iba a trabajar para musicantes>>. Me dijo que yo, como todos sus hijos, iba a estudiar una carrera y opté por Filosofía y Letras. He hecho mucho periodismo, he escrito dos novelas, pero él me dijo que eso era de señoritas. Así que opté por abogado y en el quinto curso dije que no, que para qué acabar si yo no quería ser abogado. Hubiera sido una nulidad, todo el día con la corbata y esa no era mi vida.

-Su vida ha sido más bohemia.
-Total, una íntima amiga a quien le encantaba venir a Ibiza me dijo que me saliera del baño tibio de la burguesía.

-¿Cuándo empezó a viajar?
-En los años 70. Iba a caballo por la isla y buscaba terrenos para vender. Con lo que ganaba, me iba a algún sitio y hasta que no se acababa el dinero, no volvía. Me pasaba un mes y medio en la India, en Egipto. Además, ¿sabes lo que es viajar sin turismo?. Iba a caballo alrededor de las pirámides y no veía a nadie. El primer reportaje que se hizo de Marrakech, en la famosa plaza, fue fantástico. La pobreza es muy elegante, todos con turbantes, chilabas. Aquí las ibicencas, en la época pobre, iban con sus faldas. Era una maravilla cómo vestía la gente, que era pobre.

-También se fue a Estados Unidos.
-Todo el mundo sabe que para no ir a la guerra de Vietnam llegaron los 'peluts', que suena muy mal porque era gente universitaria y me integré en estos grupos americanos. Se conocían como 'the family' y todos teníamos un apodo. Nunca se me conoció como Carlos Martorell, yo era 'Blue eye Charlie'. Conocí a esta gente, que eran de buenas familias. Entonces, el Banco Matutes recibía un dinero mensualmente, unas transferencias, y estábamos todos sentados en el Montesol y salía el padre de Abel Matutes a decir que el señor Smith ya tenía la transferencia. Era un paraíso e Ibiza era baratísimo. Había cuatro coches, ibas a la playa y dejabas la llave puesta.

-Tenía una casa muy particular, sin agua o luz.
-Eso fue una maravilla. Me fascina la arquitectura payesa cubista ibicenca. Como yo tenía un tríplex en Dalt Vila donde está don Isidor Macabich -que fue mi vecino- pensé que una de estas casas, sin agua o luz, se podía usar en verano. Rehice la casa por dentro con muy buen gusto y puse 200 velas. Traje unas duchas de safari que las cuelgas de un árbol. Luego, para no fastidiar la casa de alquiler durante 35 años, pedí que me dejaran hacer una casita con ducha y una taza de váter. A mí, pero, me gustaba más ir por el campo como los payeses.

-¿Quién ha pasado por esa casa?
-Realeza como María Gabriela de Saboya; actores o modelos como Naomi Campbell. Se quedaban fascinados. Yo hacía cenas y tenía un aparato grande de música con cassettes. Hice un sofá con tres colchones de matrimonio y 30 enormes cojines y la gente estaba allí porque se quedaban relajadísimos. Era una maravilla.

-Y por fuera gallinas.
-Me entró una gallina loca. Tenía un amigo que trabajaba en Pacha, cocainómano perdido, porque a mí nunca me han gustado las drogas, aunque las he probado. Estábamos limpiando la casa cuando me la alquilaron y entró una gallina muy fea. Entró, hizo sus excrementos y se fue, pero al día siguiente pasó lo mismo. Yo le dije a mi amigo si me podía hacer una raya bien grande de cocaína en el suelo. Entró la gallina y comenzó a subir y a bajar como una loca. Al día siguiente, volvió. No hizo sus excrementos, pero mi amigo le puso la raya y se la tomó. Corrió la voz cuando conté esto y todos me traían alguna droga para la gallina. Al final, se quedó conmigo.

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-Usted viaja a Nueva York, ¿por qué allí?
-Por esos 'hippies'. Hice grandes amigos y me citaban allí. Un día paseaba con un diseñador muy importante y vimos a una mujer muy guapa. Él la llamó y era Nati Abascal, casada entonces con un canadiense. En un edificio llamado Excelsior, justo me habían prestado un piso encima del suyo. Nos hicimos íntimos y ella estaba metida en todo el mundo de la moda. También estaba Elsa Peretti, la mayor diseñadora de joyas de Tiffany, y conocimos a Warhol, Grace Jones, Paloma Picasso, un grupo muy creativo. En los 70, todavía no eran conocidos en España.

-También tuvo una relación estrecha con Dalí.
-Era un personaje divertido, un actorazo. Él vivía siempre en suites de grandes hoteles de Madrid, Barcelona o París, además de en su casa de Cadaqués. Era muy divertido. Me decía que le llamara 'mestre' y yo le hablaba como si fuera mi abuelo. Después, cambiaba totalmente si llegaban periodistas.

-Sobre Julio Iglesias, ¿qué puede decir?
-Un día me encontró en Nueva York y yo estaba sentado con Warhol. Julio no hablaba inglés porque era al principio. Cuando yo volví a España, me llamó y me pidió que fuera su relaciones públicas en Miami. Ni me lo pensé dos veces. Me pidió que viajara en dos semanas, me fui corriendo y allí me vino a buscar una amiga, donde estuve viviendo, hasta que al final logré llegar a casa de Julio. Su equipo me veía como un competidor y no sabes cómo fue. Me dí cuenta de que era imposible. Julio me hizo un papel, que sale en mi documental, autorizándome a hacer productos con su nombre. Al final me retiré.

-Si hablamos de don Juan de Borbón.
-Yo lo conocí en Barcelona e Ibiza y lo llevábamos al Pacha. Le daba a la bebida y era muy alto y para que no le vieran le sacábamos por el 'office', lo que se convirtió en la salida Vip.

-Entre sus libros, hay uno dedicado al Alzheimer.
-Se titula 'La memoria enjaulada' y sirve mucho para las familias y cuidadores, que lo pasan peor que el enfermo. Mi madre estuvo 20 años y yo cuento las tres fases. Diez de ellos estuvo en una residencia, sentada. La primera fase son despistes graves. A ella, que le encantaba conducir, se metía en dirección contraria.

-Si le hablo de 1979, del Ku, del plástico y del Mediterráneo.
-Los tres vascos que inauguraron el Ku me pidieron algo para la inauguración y como lo que más me gusta en el mundo es el mar, en el 79 me tiré al agua, preciosa y perfecta, y me topo con una bolsa de basura en la cara. Pensé entonces si Ibiza se podría convertir en un sitio muy turístico, con yates y cientos de barcos, y organizamos un funeral por el Mediterráneo, una fiesta premonitoria. Diseñé una esquela y todos tenían que ir vestidos de monjas, de curas o de luto, y una amiga se vistió de sirena muerta. Llené la piscina de plásticos y pusimos una barca a pedales pintada de negro. También, llamé a un amigo del colegio, presidente de la ópera del Liceo, y me prestó un traje de cardenal de Plácido Domingo. A una amiga le puse un traje de mi madre, sonaba el Réquiem de Mozart y a la entrada te daban una vela. Después, había una cena y me habían dejado unas botas de cowboy. Comenzaron a desenroscarse los tacones y allí guardaban heroína porque eran las botas de un traficante.

-¿Cómo se califica a sí mismo o qué le hubiera gustado ser?
-Mi padre me hubiera tirado por la ventana si le hubiera dicho que quería ser actor. Hubiera sido bueno, pero cuando trabajé de relaciones, ya vi la doble cara del éxito. Tienen todos depresiones. Prestigio sí, popularidad no.

-¿Cuántos medios le han entrevistado este verano?
-Cinco y el último para el canal Arte que prepara un programa llamado 'Mito Ibiza'. Les mostré la parte antigua y el Pereyra, que han hecho algo precioso. Yo todo esto lo hago por mi amor a Ibiza. No he parado de promocionar la isla y en mi documental sale muchísimo. He hecho dos versiones, una con cinco actuaciones en las que me disfrazo incluso de vieja hablando mal de mí. Después, he hecho otra versión quitando las actuaciones.

-Si volviera a nacer, ¿haría lo mismo?
-Sí, yo creo que sí. Por cierto, ahora en el libro del 50 aniversario del Pacha, que estuve haciendo allí 24 años la fiesta Flower Power, no sale ni una foto. Lo inauguré en el 73 y no sale ni una foto y sólo me han puesto una foto en tanga y debajo el nombre de Carlos.