Platja d’en Bossa es una de las zonas que mejor representa la dualidad de la isla de Ibiza entre el invierno y el verano. Durante los picos de temporada se convierte en un lugar de paso masivo, con una tránsito de gente que casi cabría compararla con el de las principales avenidas de urbes como Madrid y Barcelona. En los meses más fríos del año el panorama gira 180 grados. Ciertas zonas parecen casi desérticas, a veces resultando difícil de creer la cantidad de movimiento que ahí sucede en otras épocas del año. Y en ese punto medio se encuentra ahora mismo Platja d’en Bossa: muchos establecimientos ya han cerrado o están preparando para cerrar, mientras que otros exprimen hasta el último momento los pocos días que queda de temporada.
Uno de los establecimientos hoteleros más importantes de la zona es el Hard Rock Hotel, que es de los pocos que grandes que sigue abierto, con un goteo lento pero constante de clientes. Sin embargo, será por poco tiempo. Su cierre hasta la próxima temporada llegará este mismo fin de semana y se unirá así a los dos grandes establecimientos con los que comparte calle: Ushuaïa y Hï.
Como la inmensa mayoría de las discotecas de la isla, ambas echaron el cierre a la temporada hace ya dos fines de semana, entre el 12 y el 13 de octubre. Del particular trasiego que se produce entre estos dos grandes establecimientos ya queda más bien poco. No será hasta finales de abril del 2025 cuando la música electrónica vuelva a sonar en estos dos templos de la música.
Continuando con el recorrido, el siguiente establecimiento abierto es un bar cuya terraza está prácticamente llena a media mañana. Pese a que pueda resultar sorprendente, obedece a una lógica clara: es de los pocos que quedan abiertos. A escasos metros se sitúan una serie de souvenirs que se intercalan entre los que permanecen abiertos y los que ya han bajado la persiana.
Al otro lado de la calle, y de manera sorprendente, un establecimiento de ‘rent a car’ sigue mostrando sus vehículos disponibles para alquilar fuera del local. Justo en frente, toda una suerte de locales de comida rápida ya han colgado el cartel de cerrado. No lo ha hecho, en cambio, un establecimiento de una marca tan internacional como es Pizza Hut.
Avanzando por la calle se encuentra otro de los grandes clásicos de la zona, los Apartamentos Jet. De ellos se puede ver a gente saliendo con maleta en mano: seguramente este haya sido su último fin de semana en la isla. La terraza de la cafetería, igual que la anterior, sigue teniendo cierta afluencia de gente. A escasos metros el Hippy Market de la zona, que no cerrará hasta el día 31. Y, al otro lado de la calle, La Sirena, el establecimiento comercial más grande de la zona que se mantendrá abierto durante todo el invierno.
Zonas
Subiendo un poco más, y abandonando la carretera de Platja d’en Bossa para llegar hasta la calle de la Murtra, la actividad parece aumentar. La mayoría de locales siguen abiertos aquí, pese a que algunos, como la heladería, están aprovechando la mañana para, precisamente, cerrar sus puertas. Uno de los pocos que está cerrado es por su vínculo inequívoco con las dicotecas: la tienda de Ushuaïa.
En el Hotel Garbi todavía se observa trasiego de gente aunque, en ocasiones, ya es con las maletas preparando la salida. La realidad es que, a finales de octubre, la cola en la parada de taxis sigue presente, dando buena muestra de que aún quedan turistas en la zona.
Precios
Si hay una gran diferencia respecto a los meses de junio, julio y agosto, además de en número de turistas, es en el perfil de estos. Si durante los meses álgidos de la temporada el perfil en Platja d’en Bossa es claramente de personas jóvenes, principalmente de fiesta y discotecas, la imagen a principios de otoño es muy diferente: familias con niños o de personas ya más adultas son las que pasean por las calles.
Si los turistas se decantan por venir en estos últimos meses de la temporada es por un motivo muy claro: el económico. Basta con consultar un portal de reservas en internet para cerciorarse de que el precio para hospedarse un fin de semana en alguno de los hoteles de la isla no tiene nada que ver con el que se da en los meses de julio y agosto.
Así lo confirman Marco y Giulia, una pareja de italianos que disfruta de sus últimas horas en la isla junto a su hija pequeña tras más de una semana de vacaciones. Sobre el porqué escogieron estas fechas para su viaje, no dudan: «8 noches en temporada alta nos costaban casi 3.000 euros solo en alojamientos. Por las que hemos estado ahora hemos tenido que pagar menos de mil», aseguran. «Además, no nos ha hecho mal tiempo», añaden».
Sea como fuere, quedan apenas unos días para que Platja d’en Bossa eche el cierre definitivo hasta abril del año que viene, donde el jolgorio, la fiesta y la música volverán a inundar la zona.
5 comentarios
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Ni farolas que iluminen, aceras de 80 cm de ancho, ...el Oeste (Almeria)
la playa den bossa está olvidada por el Ayuntamiento en verano y en invierno. es verdad que en invierno es una delicia pasear por aqui. la suciedad está igual en invierno que en verano. en verano porque hay mucha gente y la limpian muy poco y en invierno porque no la limpia nunca
La familia Matutes será eternamente recordada como los principales agentes de destrucción ambiental, social y urbanística de la isla, además de haber transformado Playa d'en Bossa en un bodrio de concreto y mal gusto, una auténtica representación de su plan megalómano para que seamos una versión cutre y barata de Las Vegas.
,,nunca un kilómetro de calle dieron tantos beneficios,, los de los locales lo desconozco...
Buen sitio para vivir en invierno. No queda ni el tato. Esas calles tan muertas silenciosas y sucias. A veces pasan de largo las mini furgos esas que son de matricula moto 49 y son como un triciclo o 4 ruedas. Estan mucho en las periferias sin movimiento y donde deben la baldosa ni brilla de roña que tiene perdió el dibujo de serie