—¿Hay motivo para la alarma después de confirmarse este brote de hepatitis A?
—-No. La alarma ha podido desatarse por el número de casos que tenemos, pero no por la gravedad que entraña la enfermedad. La hepatitis A se comporta de forma benigna. No es como los otros tipos de hepatitis y, de hecho, en los menores de seis años, en más del 90% de los casos es asintomática. En personas más mayores, cuando se infectan, sí que da síntomas típicos como la ictericia o la fiebre, pero es un cuadro que dura una o dos semanas, en algunos casos un poco más, pero que se resuelve después sin dar complicaciones. Puede haber personas con una enfermedad hepática previa o inmunodeprimidas en las que se puede complicar, pero en la gran mayoría de casos es una enfermedad que se comporta de manera benigna y, una vez se pasa, da inmunidad de por vida.
—¿Qué sintomatología puede presentar entre las personas afectadas?
—A veces los niños pueden tener un poco de dolor de barriga; están más cansados y suelen tener fiebre o alguna deposición diarreica. Ahí podemos pensar que han contraído la enfermedad. En los adultos, aparece ese color típico amarillo, la ictericia. También, un color característico de la orina, como el de un refresco de cola. Además, se siente cansancio y fiebre y dolor abdominal, así como una alteración analítica porque se ve cómo las pruebas de la función hepática también se alteran.
—Ha llamado la atención que se tuvo constancia del brote el 25 de septiembre, pero no se ha conocido hasta ahora, probablemente después de que comenzaran a circular entre los residentes mensajes alertando sobre casos de hepatitis en Santa Eulària.
—Nosotros lo confirmamos el primer día, el pasado 25 de septiembre. Las actuaciones que se realizan desde Epidemiología siguen de manera escrupulosa el protocolo de vigilancia que aparece en la RENAVE, la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica, aunque allí no consta que haya que avisar al ayuntamiento, por ejemplo. Todas las medidas que indica el protocolo que se deben poner en marcha, desde el primer día se han impulsado. Es verdad que teníamos unos diez afectados y piensas que hay que vacunar a sus convivientes. Una vez hemos ido vacunando a más gente, hemos ido viendo que hay más afectados, pero nuestras actuaciones han sido desde el primer momento las que marca el protocolo.
—No le comunicaron nada al Ayuntamiento de Santa Eulària.
—No se le comunicó porque a los dos días de confirmarse el brote nosotros realizamos una analítica del agua y los resultados fueron negativos. El agua es perfectamente potable y, además, en ningún momento pensamos que el origen del brote pudiera estar fuera de la guardería, con lo cual no tenía sentido alarmar o alertar al Ayuntamiento. El origen estaba localizado.
—Usted ha comentado que la vacunación entre los adultos se resiste.
—Hay que hacer un llamamiento a la responsabilidad porque es la única manera que tenemos de cortar la cadena de transmisión. No hay otra y, además, es una enfermedad en la que los niños son asintomáticos. Están enfermos, van eliminando virus y no lo sabemos. Por ello, nos debemos proteger y sólo podemos hacerlo si nos vacunamos. Nos llamó la atención que cuando comenzamos a vacunar y citamos a 80 personas, de las que 30 eran niños, sólo se vacunaron ocho adultos. Tenemos que ser responsables porque no tenemos otra manera de frenar la progresión del virus.
—¿Es habitual que surjan brotes de hepatitis A?
—-Es normal que haya casos aislados, pero un brote no es habitual. Por ello, contamos con la vigilancia para intentar contenerlo lo antes posible.
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