E n marzo de 2006, Óscar Salas y su pareja, Antònia, abrieron Cebo, su pequeño bar en el Carrer des Molí de Sant Antoni, con una idea clara: ofrecer cervezas y bocadillos a los vecinos. De esta sencilla premisa surgió el nombre del establecimiento, que con el tiempo se ha convertido en un punto de referencia en la zona.
Desde los primeros días, Óscar contó con la ayuda de Joan, conocido por todos como ‘Johnny’, para poner en marcha el negocio. «Empezamos con lo básico: bocadillos, tapas, cervezas... poco más», recuerda Johnny. En aquellos inicios, «éramos solo Óscar y yo. Cuando hacía falta, él se metía en la cocina y yo atendía a los clientes. Así es cuando abres un negocio y no sabes cómo va a ir».
Con la llegada de la temporada turística, las cosas empezaron a mejorar rápidamente. «En pocos meses, nos dimos cuenta de que necesitábamos más gente», explica Johnny. Fue entonces cuando el equipo de Cebo creció hasta llegar a cinco personas. Con más personal, la oferta también se amplió: «Comenzamos a ofrecer platos combinados y un menú diario», comenta Johnny, quien añade que, con el tiempo, el local incluso empezó a servir cócteles.
Abierto todo el año
A diferencia de otros locales de la zona, Cebo mantuvo sus puertas abiertas también fuera de la temporada turística. «Solo cerramos en Navidad para dar un respiro al personal», señala Johnny. Esto hizo que, durante los meses de invierno, Cebo se convirtiera en el punto de encuentro de los vecinos y trabajadores de Sant Antoni. «Nuestra clientela se consolidó con un perfil muy local: gente del pueblo, trabajadores... y luego, claro, algunos turistas que llegaban fuera de temporada», añade el veterano camarero.
En aquellos primeros años, el entorno del bar era muy distinto al actual. «Al otro lado de la calle no había nada. Ni O Beach, ni Bam-Bu-Ku. Solo un restaurante, S’Embarcador, que atraía a otro tipo de clientela», recuerda Johnny. Pero, con la llegada de O Beach, la dinámica cambió. «O Beach fue un antes y un después para nosotros. No solo trajo más gente, sino que cambió el tipo de clientela», explica. En 2019, Óscar decidió traspasar el negocio a los propietarios de O Beach, que asumieron la gestión de Cebo, con Julian a la cabeza, manteniendo su esencia, pero con algunos cambios.
Hoy en día, Cebo es mucho más que un bar de bocadillos. Sonia, una de las empleadas más veteranas, destaca el ambiente familiar y el buen rollo que se vive entre los trabajadores y los clientes. «Aquí todo el mundo se siente a gusto. Es el mejor bar del barrio», afirma. Julian, actual responsable del local, subraya lo que más le gusta de Cebo: «La mezcla de culturas que hemos logrado. Aquí se juntan payeses, españoles que vienen a trabajar, extranjeros que viven en la isla y turistas que solo están unos días».
Además de la diversidad cultural, Cebo se ha ganado su reputación como uno de los mejores lugares para ver fútbol. «Ponemos partidos de la Liga, la Champions y hasta de la Premier League», comenta Johnny, quien destaca que, a pesar de la evolución del negocio, el bar ha sabido mantener a su clientela local. «Seguimos siendo el lugar de referencia para los vecinos del pueblo y los trabajadores, pero también hemos sumado a muchos clientes extranjeros, sobre todo británicos, que nos visitan todo el año».
Clientela
Uno de esos vecinos es Xicu, que ha sido cliente del Cebo desde el primer día. «Yo tenía el restaurante S’Embarcador enfrente, así que he visto cómo ha evolucionado. Lo que más me gusta es que te tratan como de la familia; cada día te saludan y te preguntan si hoy también quieres ‘lo de siempre’. Lo peor es que a veces no encuentras sitio», bromea.
Otro cliente habitual es Pep, que asegura que, tras pasar 24 años fuera, regresó y descubrió este «fantástico bar» al que no ha dejado de venir desde entonces. Penny, Peter y Joana, tres británicos que llevan décadas en Ibiza, desde 1961, 1971 y 1974 respecttivamente, también destacan la mezcla cultural que se vive en el Cebo. «Aquí nos reunimos ibicencos, es pañoles y extranjeros todo el año, y lo mejor es que estamos cómodos todos juntos», comenta Penny. «Y además, para ser Ibiza, es un lugar muy económico», añade Peter, provocando una pequeña discusión entre sus amigos sobre los precios de la isla.
Martin, otro británico asiduo del bar, reconoce que, más allá de los deportes, lo que lo atrae es el ambiente y la comida. «Aquí siempre hay buen rollo y es fácil encontrarse con amigos», dice, mientras Xicu subraya la capacidad de Julian para «aglutinar a gente de todos los lugares», convirtiendo al Cebo en «una mezcla cultural de lo más interesante».
Finalmente, Juan, un vecino del barrio, comenta entre risas: «Vengo un día sí y otro también. Entre semana suelo comer el menú y los fines de semana elijo algo de la carta. Cocinan muy bien, aunque lo único malo es que el cocinero y Johnny son del Madrid, y yo soy muy del Barça. Cuando gana el Madrid, ni siquiera vengo para que no me vean»..
3 comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Periódico de Ibiza y Formentera
El bar esta bien, pero es verdad que las camareras dejan bastante que desear, por lo menos las del turno de mañana, por las tardes no suelo ir, los cocineros son bastante majos
DaviluchoibzY más te vale no intentar tomar una caña por la tarde, las broncas cercanas empiezan temprano
Si, destaca sobre todo por la simpatía de sus camareras, la única que merece la pena, la chica de la tarde y el chaval de la barra que es un fenómeno, las demás no sirven para estar de cara al público