El bar Atlanta se ha convertido en el establecimiento más emblemático del barrio de Talamanca desde que abriera sus puertas hace cuatro décadas. Cuatro décadas de una etapa que Manuel Hernández vivió en su biografía de manera paralela al Atlanta. Una etapa que llegó a su fin este pasado sábado con la jubilación de su propietario, después de una vida dedicada a la hostelería y con más de 50 años de experiencia en el sector.
Manolo comenzó a trabajar en la hostelería a los 14 años, desempeñando su labor en lugares tan icónicos como el bar Izay, el Bon Sol o el bar del campo de fútbol de Jesús. Siempre en los alrededores de su querido barrio de Talamanca, donde ha construido una reputación que lo ha convertido en una figura querida y respetada por vecinos y turistas.
Cuatro décadas
El bar Atlanta abrió sus puertas en 1984. «Por aquel entonces yo trabajaba en el hotel Victoria y estuve trabajando aquí desde el día de la inauguración», recuerda Manolo, subrayando que el hotel que le empleaba fue el responsable de la apertura del Atlanta. La dirección del hotel confió en Vicent 'Manyaneta', para conducir el Atlanta hasta que problemas de salud llevaron a Manolo a tomar las riendas del establecimiento poco tiempo después.
En 2012, Manolo compró el bar y lo convirtió en su propio proyecto de vida, junto a su esposa Loli, quien se encargó de la cocina, y sus hijos Alexis y Borja, que también han trabajado en el negocio familiar.
Punto de encuentro
Durante casi cuatro décadas, el Atlanta se ha consolidado como un punto de encuentro para los residentes de la zona y visitantes de la isla. Los menús del día, los platos combinados, los bocadillos y, sobre todo, las porras de la mañana, han sido algunas de las especialidades más populares del bar. La clientela del Atlanta siempre ha sido diversa: desde turistas hasta trabajadores y vecinos de la zona. Así lo destaca Emma, camarera del Atlanta durante los últimos ocho años: «Hace años trabajábamos mucho más de mayo a octubre, ahora es al revés, trabajamos más fuera de temporada con ‘currantes' y vecinos».
Clientela
La despedida del bar Atlanta estuvo marcada por la emoción y el cariño de los clientes habituales desde días antes de la clausura definitiva. Samuel, un trabajador de villas cercanas, reconocía que «Manolo se ha convertido en mi segundo padre. Aquí hay buen rollo, buena comida, ¿qué más se puede pedir?». Javier, un vecino veraniego del mismo edificio, destacaba el ambiente familiar del lugar: «En casa no somos muy de bares, pero esto es más una familia que un bar. Los bocatas son espectaculares y las porras son míticas».
Otros clientes como Jose subrayaba la importancia del Atlanta en la vida social del barrio: «El Atlanta es el punto de encuentro del barrio. Aquí conocí a mi mujer». Richard, por su parte, recordó con nostalgia la cocina de Loli y cómo Carmen ha mantenido el nivel culinario hasta el último día. El cierre del Atlanta también evoca la desaparición de los bares tradicionales en la isla. Como señaló Manuel, otro cliente habitual: «Es un bar mítico y es una pena que se estén perdiendo este tipo de bares en la isla». Maribel, visiblemente emocionada, compartió: «Me dan ganas de llorar cuando pienso que cierra. Aquí siempre hubo buen rollo, buen ambiente y muchas risas».
Despedida
La jornada de despedida no estuvo exenta de momentos emotivos, incluyendo la tradicional última ronda de chupitos de anís y la reproducción a todo volumen de Another Brick in the Wall de Pink Floyd, apodada cariñosamente como «la canción de los helicópteros» por los clientes del Atlanta, un himno no oficial del bar.
Futuro
Ahora, Manolo se dispone a disfrutar de una nueva etapa junto a su familia, como él mismo expresó: «En esta nueva etapa voy a disfrutar de la vida junto a Loli y toda mi familia».
Con la jubilación de Manolo, el barrio de Talamanca pierde no sólo un bar, sino también un lugar de encuentro y comunidad que durante casi 40 años ha sido parte esencial de la vida de muchos. Sin embargo, Manolo adelanta que, «después de una reforma, probablemente vuelva a abrir las puertas a finales de año, pero éste ya será otro capítulo».
Así, este sábado sonaron «los helicópteros» por última vez en el Atlanta y las rondas de anís a la salud de Manolo y Loli cerraron una etapa más que mítica en Talamanca.
1 comentario
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Una pena, merecida jubilación por supuesto, una pena que nadie siguiera el testigo, cada vez nos quedamos con menos sitios donde los residentes podamos ir, cada hay menos sitios asi y mas beach clubs, restaurantes de comida cara y triste, pero bueno ha disfrutar todos, espero que pasen una jubilacion fantastica