A unos 350 metros de la orilla de Platja d’en Bossa, en la calle Pablo Picasso, se encuentra el bar Pata Negra. Un establecimiento que, pese a encontrarse a poca distancia de uno de los puntos turísticos más dinámicos de la isla, mantiene el espíritu del barrio al que pertenece.
Era el año 1989 cuando ‘ Joan Torres, Joan d’es Casino, le daba vueltas a qué nombre ponerle al bar. «Un día, hablando de jamones con unos amigos, alguien dijo ‘esto es un pata negra’», rememora Joan para explicar que «en ese momento lo tuve claro: el bar se iba a llamar Pata Negra».
Joan d’es Casino regentó junto a sus cuñados el Pata Negra «durante un año, más o menos» antes de que «lo alquilara a otra gente».

Tras distintos intentos de llevar el Pata Negra con éxito, Alfonso, el Méico, consiguió asentar su fórmula durante años antes de que Asunción y Paco hicieran lo propio hasta el año 2010. «Asun y Paco eran mis cuñados y regentaron el Pata Negra durante unos 10 o 15 años», calcula Manoli mientras explica que «estuve trabajando con ellos durante distintas etapas, todas bastante breves».
Con la experiencia adquirida junto a sus cuñados y con buena parte de la clientela del Pata Negra en su lista de amistades, Manoli se hizo cargo del establecimiento a partir de 2010 hasta hace menos de un año.

«Hasta entonces lo que más se hacía eran tapas y lo primero que hice fue aplicar la carta», recuerda Manoli, que contó «desde el primer momento» con la ayuda de Ainhoa, su hija, que ha tomado el relevo del timón del Pata Negra este mismo 2024. «Lo primero que he hecho yo es recortarla», añade Ainhoa respecto a la carta del Pata Negra para seguir argumentando que «de esta manera puedo ofrecer carnes y pescados frescos» mientras reconoce que «es más fácil vender un buen plato que estar pendiente de los mil platos que puedas tener en la carta, así puedes dar un mejor servicio».
«Los tiempos cambian y, de la misma manera que no fue un error ampliar la carta en su momento, también ha sido todo un acierto recortarla ahora», explica Manoli, que se reconoce «muy orgullosa de cómo lo está llevando Ainhoa». Ana, Karina, Patricia, Maira y Shantal son el resto del equipo del Pata Negra capitaneado por Ainhoa.
Como en todo el ramo de la hostelería, los momentos más críticos del Pata Negra fueron en 2020. «Cuando llegó la pandemia, si no tenías un colchón, te hundías. Nosotras tuvimos suerte y pudimos sobrevivir», asegura Manoli mientras reconoce que «me llegué a plantear varias veces echar el cierre definitivo, más que por los problemas económicos, por la presión psicológica que supuso aquella época».

Otro momento dramático que Manoli y Ainhoa recuerdan sucedió el pasado verano «cuando falleció Daniel, un camarero, apenas llevaba dos meses con nosotras pero fue muy duro. Cerramos 15 días para poder recuperarnos».
«He crecido con muchos de nuestros clientes y, a la vez, he visto crecer a muchos otros», asegura Ainhoa que, con tan solo 18 años, ya se puso tras la barra del Pata Negra, codo con codo con su madre.

«Somos el bar del barrio», define Ainhoa para que Manoli continúe explicando que «la mayor parte de nuestra clientela es gente de aquí, vecinos de toda la vida».
Aunque el Pata Negra se encuentra en Platja d’en Bossa, en pleno centro turístico, «no está en una zona de paso por donde los turistas paseen. Esta zona es más residencial a diferencia de una calle más abajo». Sin embargo, sí es habitual ver turistas extranjeros disfrutando del buen hacer del Pata Negra. «Muchos de nuestros clientes y vecinos trabajan en hoteles y siempre le han recomendado el Pata Negra a algunos de sus huéspedes», argumenta Manoli que asegura que «después se lo van diciendo unos a otros y vienen grupos muy a menudo». «De hecho, muchos vuelven año tras año y eso es muy bonito», añade Manoli.

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De toda la vida

«Conozco a toda la familia del Pata Negra de toda la vida», explica Mercedes, clienta habitual desde hace años, confirmando las afirmaciones de Ainhoa respecto a su clientela. «Me encanta todo lo que hacen, está todo riquísimo y maravillosamente cocinado», subraya Mercedes, que enfatiza en el talento de Ainhoa en la cocina aseverando que «debería ir a Master Chef». De entre los platos del Pata Negra, Mercedes destaca «los espaguetis con pollo y verdura, que están deliciosos» como su plato favorito.

Un plato que Manoli comparte con su hija, Verónica, en valoración aunque ambas también coinciden en que «todo lo que hace está buenísimo». Verónica vive a escasos metros del Pata Negra y, con humor, reconoce que «vengo tanto que alguna vez me han preguntado si es que no tengo casa, pero es que estar aquí es como estar en casa».

«Yo le pongo un 10 a todo», afirma Fernando, marido y padre de Mercedes y Verónica respectivamente, mientras su nieto, Diego, no tiene absolutamente ninguna duda de que «lo que más me gusta a mí son los calamares a la andaluza». «Estar más en familia que aquí es imposible», asegura Fernando refiriéndose, además de su esposa, su hija y su nieto, al equipo del Pata Negra.
«Llevo viniendo al Pata Negra desde que mi marido José Luis y yo vinimos a este barrio hace más de 30 años», explica Antonia mientras lee con atención el Periódico de Ibiza y Formentera. «Cada vez es mejor: con los años mejora», asegura Antonia.

Juanjo es otro de los clientes y vecinos más veteranos del Pata Negra «desde que vine al barrio hace 37 años». «Más que comer, vengo a tomar alguna tapa de vez en cuando y mi favorita es la de calamares a la andaluza».

Juanjo, que trabajó durante años repartiéndoles el pan, reconoce que «cuando trabajaba venía mucho más al Pata Negra que ahora que me he jubilado, que solo vengo de vez en cuando».
Manel y Alberto son otros dos clientes clásicos del Pata Negra, «de toda la vida». Ambos también coinciden con Juanjo a la hora de afirmar que «más que a comer, solemos venir a almorzar» y que su plato favorito para el almuerzo es «el bocata de carne asada, que está delicioso».

Cuando Ainhoa hablaba de que, de la misma manera que algunos de sus clientes la han visto crecer, ella también ha visto crecer a algunos de ellos se refería a clientas como Cristina. «Vengo desde que era una niña acompañando a mi padre», asegura la vecina del Pata Negra que no tiene ninguna duda de que «lo mejor del Pata Negra es la gente, tanto la que trabaja como la que viene; lo peor del Pata Negra todavía no lo he encontrado». Cristina tampoco muestra ninguna duda a la hora de señalar su plato favorito: «la milanesa a la boloñesa, ¡Me encanta!».