Cati atiende con simpatía y buen humor a su clientela desde hace casi dos décadas. | Toni Planells

Según los cálculos de Cati Tur, correrían finales de los años 60 «cuando todavía no habían terminado de construir el edificio ya abrieron el bar en el local de los bajos».

Cati Tur habla del establecimiento que hoy en día regenta ella misma en la esquina de la calle Pedro Francés con la calle Metge Vilangómez Ferrer , el bar Las Bravas, del que recuerda que, «cuando abrió, el bar se llamaba Sa Sequi».

Sa Sequi

Luis Cardona fue el responsable de la apertura de Sa Sequi «hace por lo menos 55 años», calcula Cati, quien asegura que «yo vivía en el mismo edificio, así que he podido ir viendo cómo ha ido cambiando a lo largo de los años».

La barra del bar. | Toni P.

«Luis era hermano de Pepe, que tenía el bar Toto’s en el Puerto y, pasado un tiempo, se intercambiaron los bares», relata Cati, que recuerda que «Pepe lo llevó prácticamente todo el tiempo que fue el bar Sa Sequi».

Transición

«Le cambiaron el nombre por Las Bravas en 1988, cuando empezaron a llevar el bar Enrique y Alfonso», explica Tur mientras subraya que la nueva pareja de propietarios «quisieron hacer una marisquería, pero en Ibiza las marisquerías nunca han acabado de funcionar».

De esta manera, Alfonso y Enrique «llevaron el bar unos cuatro o cinco años hasta que César y Luis, del bar Moreta, se hicieron cargo del bar durante un año, más o menos».

A partir de este momento, el relato de Cati respecto al bar Las Bravas empieza a pronunciarse en primera persona, «en 1995, cuando lo dejaron César y Luis me hice cargo yo con mi hermana María en la cocina y mi hijo Adrián ayudándome en la barra».

Cati habla con su clientela. | Toni P.

«Hacíamos todo tipo de platos combinados y las tapas típicas que se hacían en Ibiza, solo que en el barrio éramos el único bar que las hacía», explica Tur respecto a la oferta gastronómica de sus primeros años en Las Bravas cuando «trabajábamos muchísimo, con la gente del barrio, pero también con gente del hotel (Royal Plaza), abríamos a las seis de la mañana y no cerrábamos hasta allá las tres de la madrugada».

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«Lo que más éxito tenía eran las tortillas de patata (con cebolla) que hacía mi hermana; todavía hay gente que sigue viniendo a preguntar por ella», explica la veterana hostelera con cierta nostalgia.

Los cambios a los que se refería Tur van más allá de la evolución del bar. «Cuando lo abrieron todavía no habían construido el hotel y estaba la plaza de toros justo delante del bar, con toda la gente que movía daba muchísima vida al barrio», asegura.

Aunque la clausura de la plaza de toros y su posterior degradación supusieron un gran cambio para el barrio («en cuanto la cerraron, murió el barrio», afirma), el momento más trascendental en la etapa de Cati al cargo de las Bravas supuso la llegada de la pandemia en 2020. «A partir de ese momento ya dejamos de hacer tapas y decidí traspasar el negocio», explica Cati, que reconoce que «pensaba que enseguida se interesaría alguien, pero ya llevo un par de años y, de momento, nadie se ha llegado a animar».

Clientela

La primera clientela de Sa Sequi «se apelotonaba en la puerta cada domingo que había toros, ni siquiera podían pasar los coches», asegura Cati, que recuerda que «también se hacían muchos conciertos de músicos muy importantes, Bob Marley, Eric Clapton o Dennis Rouso que también traían a mucha gente».

A lo largo de los años la clientela de la plaza de toros fue sustituida por los vecinos del barrio y los clientes del hotel aunque, tal como reconoce Cati, «desde que decidí dejar de hacer tapas la clientela ha ido bajando. Si hubiera sabido que me iba a costar tanto traspasar el negocio, hubiera seguido haciéndolas».

Cati sentada a una de sus mesas. | Toni P.

Sin embargo, el goteo de clientes y amigos de Las Bravas no deja de ser constante. Fabio es uno de los clientes habituales de Cati.    «Llevo viniendo desde que llegué a Ibiza hace unos 11 años y ya se ha convertido en mi bar de referencia, donde venir a tomar una cerveza, leer Periódico de Ibiza y Formentera y charlar un rato», apunta Fabio. «Lo que sí que reconozco es que echo mucho de menos esa tortilla que hacía», reconoce Fabio mientras Juan, que asegura que «llevo muchísimos años viniendo», coincide en subrayar «la amabilidad» que recibe en Las Bravas, a la vez que señala que «aquí puedo cubrir todos mis vicios cada día: el café, la charla y leer Periódico de Ibiza y Formentera». «Vengo a ver a Cati desde que era un niño», asegura Jordi mientras lamenta «que ya no hagan tapas, poco a poco se están perdiendo las verdaderas tapas ibicencas como las que se hacían aquí».

«Cati es tan mala que es la mejor» exclama entre risas Santi, otro de los clientes habituales de Tur, de quien asegura que «es tan brava, que por eso tuvieron que ponerle Las Bravas al bar». «Es una mujer atenta, por eso, aunque echo de menos las tapas, vengo tan a menudo», reconocía Ramiro.

Dani también es más que habitual en la barra de Las Bravas. «Es nuestro punto de reunión», asegura mientras explica que «por las tardes, siempre nos jugamos la ronda en una partida al tuti». «Estamos hasta la noche y, cuando se tercia y la cosa se anima, acabamos haciendo alguna sonada», concluye.