Bar San Remo, «la fórmula que funciona». | Toni Planells

En 1981, el 17 de junio, abría sus puertas el bar San Remo en pleno centro de Santa Eulària. Su primer responsable fue Valentín, que venía de Ávila, junto a su esposa, Pepita de Can Guillem, que se encargaba de la cocina.

Valentín y su familia, también con su hijo Valentín, regentaron el bar hasta principios de los años 90. «Era un poco lo mismo que es ahora, un bar donde podías comer buenas tapas y había buen ambiente, tanto con los dueños como con los clientes», recuerda Paco, uno de los clientes más veteranos del San Remo, respecto a la etapa de la familia de Valentín, «donde venía desde que no era más que un niño pequeño».

Segunda etapa

Si se puede hablar de etapas en un local que mantiene la esencia del primer día, la segunda etapa del San Remo llegaría de la mano de Paco a principios de la década de los 90.    Manteniendo también el espíritu familiar del negocio, mientras Paco se ocupaba de la cocina, sus tres sobrinos, Juanfran, Sergio y Jose, sus dos hijos y su esposa también formaron parte de la plantilla de la popular cafetería.

En esta etapa, uno de los clientes y amigos de la familia de Paco, que vino de Pozo Alcón (Jaén), eran ‘el Pimiento’ y su familia. Uno de los hijos del ‘Pimiento’ es Juan, que recuerda que «en aquella época, principios de los 90, Paco empezó a hacer pizzas cuando apenas había pizzerías en Santa Eulària».

Transición

La etapa de Paco y su familia terminó en 2015, «entonces lo llevó un alemán, que duró poco tiempo, no más de un año y medio, y después una chica a la que tampoco le acabó de funcionar», asegura Juan.

Hoy en día se hace cargo del San Remo Fernando Iruela junto a Carolina, su esposa, y el hijo de ambos, Fernando. Además de Juan, el hijo del ‘Pimiento’ (además de tío de Carolina), detrás de la barra junto a su sobrina con la ayuda puntual de Alexia mientras los Fernandos se ocupan de la cocina.

«Cogí el San Remo en mayo de 2020, poco después de que comenzara la pandemia del Covid-19», explica Iruela que asegura que «me vino bien».

Por sorprendente que resulte la afirmación de Fernando, el hostelero explica que «antes tenía un bar muy pequeño, La Tapa, en la Plaza del Cañón, que se me quedó en nada con las restricciones de la pandemia». «Empezamos a trabajar solo con la terraza, después poco a poco pudimos ir abriendo dentro y así hemos ido evolucionando mucho mejor de lo que hubiéramos hecho en el otro lugar», explica el responsable del San Remo. «Seguimos manteniendo la misma fórmula que tenía Paco: es la fórmula que funciona», explica Fernando, que reconoce que «ponerse a intentar innovar es un riesgo y, además, yo no sé hacerlo». De esta manera, la fórmula del éxito a través de los años del San Remo incluye «las pizzas, de las que seguimos haciendo la masa nosotros mismos, los menús diarios (tres primeras, cuatro segundos y postre o café) a 11 euros y las tapas», explica Iruela mientras reconoce que «la estrella de la casa son las tapas de frita de pulpo, los callos y las carrilleras en salsa. Por muchas que haga nunca son suficientes». Otro ingrediente fundamental en la fórmula del San Remo son «unos precios normales, por mucho que me insistan en que los suba, prefiero seguir así», tal como subraya Fernando que obvia otro de los ingredientes imprescindibles, el que solo puede añadir un negocio en el que se implica toda la familia.   

Clientes

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El resultado de la fórmula se traduce en los clientes que cruzan la puerta del San Remo, «entran bastantes turistas, es verdad, vienen muchos del hotel Sa Cala, que está está justo delante», reconoce Fernando antes de enfatizar que «más del 80% de nuestros clientes son vecinos del pueblo, tanto ibicencos, como de la Península como extranjeros».

Uno de estos vecinos, llegó desde la Península en 1968 y ha vivido en Santa Eulària desde entonces. Respecto al San Remo, Pepe explica que «menos en la época del alemán, he venido desde el día que abrieron», haciendo alarde de veteranía ante la barra del San Remo.

«Todos los sábados por la noche vengo a cenar y lo peor de este lugar es que no tengo dientes y no todo lo hacen blando» reconoce Pepe con humor ante las risas de Paco, Fernando y Carolina. Mientras, Paco, el otro gran veterano del San Remo, subraya que «quedan pocos bares en los que te pongan una tapa como la que te ponen ellos cada vez que te tomas una caña, eso se agradece».

«Aquí he conocido a Antonio Molina y su señora», recuerda Pepe mientras entra a recordar anécdotas con Paco, que le habla de que «hace no mucho también estuvo Joselito, ‘el Ruiseñor’, viendo un partido con nosotros».

«Yo conozco a este desde que tenía tres o cuatro años» asegura ‘Roper’ respecto a Juan. «Yo ya conocía a su padre, ‘el Pimiento’, porque somos del mismo pueblo de Alicante», matiza el cliente del San Remo «desde que lo llevaba Valentín y, después, también cuando estaba Paco». «Aquí me he dejado la mitad de lo que he ganado», explica ‘Roper’ con humor mientras Paco explica que «él y mi padre eran unos de los más fijos del bar».

Toni también es habitual del San Remo «desde hace muchos años» y no tiene dudas en afirmar que «siempre hay buen ambiente, te encuentras a buena gente, buena compañía, se come bien y se bebe mejor: ¿qué más se puede pedir?».

Francisco también pone en valor el «ambiente familiar» del San Remo. «Entré por primera vez hace dos años y me enamoré del ambiente familiar, lo único que no me gustaba eran las luces», admite el cliente que reconoce que «como soy interiorista, no soportaba que hubiera luces frías y enseguida cambiaron las bombillas». «Ahora procuro venir cada día y, siempre que puedo, con Cristina», explica Francisco.

Cristina explica que «conozco el San Remo desde hace bastante tiempo y vengo a comer habitualmente, siempre que les pides algo especial, te lo hacen sin ningún problema». Tras una mirada cómplice entre Francisco y Cristina, él explica que «un día estaba aquí sentado, mirando mis papeles cuando se acercó Cristina a hablar conmigo. Al principio pensé que era un poco pesada, aún así la invité a sentarse y, desde entonces, somos pareja». «Hay días que somos pareja y días que somos amigos», matiza Cristina entre risas.

El carácter local y la fidelidad de la clientela del San Remo permiten a la familia cerrar por vacaciones «dos veces al año: 20 días en enero y otros 20 días ahora mismo, en verano», tal como explicaba Fernando pocas horas antes de iniciar sus vacaciones.