Cafetería Sa Parada. | Toni Planells

En pleno centro de Vila, en Isidor Macabich haciendo esquina con la calle Extremadura, se encuentra la cafetería Sa Parada. Uno de los bares de la ciudad que resiste el paso de los años y los cambios que han venido sufriendo, tanto la ciudad como la sociedad ibicenca.

Luis Ruiz es el responsable de Sa Parada desde 2016 y reconoce que «no sabría decir el año en el que se abrió el bar» sin dejar de asegurar que «en los años 70 ya estaba funcionando». Ruiz sostiene su afirmación mostrando una foto de 1978 en la que aparece el local entre un bullicio de coches, camiones y autobuses.

Antes que responsable de Sa Parada, Luis fue cliente. «Cuando llegué a Ibiza, en 2013, éste fue el primer bar que visité para tomarme una cerveza fresquita nada más soltar el equipaje en casa, justo en frente del bar». Ruiz es cocinero y, tal como explica, «vine para trabajar como cocinero en el restaurante La Solera, donde estuve cuatro temporadas hasta que decidí coger el bar».

Antiguos responsables

Antes de que Ruiz se hiciera cargo de Sa Parada, los responsables del establecimiento eran Carlos y Juan Antonio, ‘Charly’ y ‘Ualo’, hijos de uno de los anteriores responsables, Pep de Can Sastre. Antonio, ‘el Girula’, fue quien, junto a Pep ‘Sastre’, se hizo cargo del bar Sa Parada en 1982. Ambos socios lo regentaron, junto a sus esposas, Josefa y Carmela, durante una década, cuando ‘el Girula’ puso en marcha otro    negocio.

Antes que Pep y ‘el Girula’, quien estuvo al cargo de Sa Parada durante unos años era ‘el Jarro’. ‘Jarro’ había sido camarero en Sa Parada anteriormente, cuando el propietario del local, Joan Cardona, regentaba el bar que él mismo había puesto en marcha. «Lo llevaba él mismo junto a dos trabajadores; Vicente y Tolo», señala.

Cambios

Como refleja su propio nombre, el bar Sa Parada estuvo siempre vinculado a la ubicación de la parada de autobuses en Isidor Macabich. Ruiz vivió el cambio de ubicación de la parada como cliente. «Antes había mucha más gente de paso, que se tomaba un café antes de subirse al autobús o nada más bajarse de él», recuerda Luis.

Sin embargo, el responsable de la cafetería ha vivido cambios importantes detrás de la barra de Sa Parada. El primero de ellos tuvo que ver con la eliminación de la cocina porque «las normativas habían cambiado y hacían inviable conseguir que nos dieran licencia», explica Ruiz sin ocultar cierta frustación al respecto. «Ahora no cocinamos nada que no se pueda hacer en una tostadora», explica Luis, que pone en valor «el servicio y la rapidez» de su negocio. «Cuando vemos acercarse a algún cliente, ya le estamos preparando lo que sea que vaya a tomarse», asegura Luis, que presume de que «aquí siempre vemos las mismas caras y conocemos lo que toma cada uno de nuestros clientes: es un bar de barrio».

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Más que cambios, Luis también ha tenido que afrontar retos, como el del azote que supuso la pandemia para la hostelería. «Tras el Covid vinieron las restricciones y, después, llegaron las puñeteras obras», recuerda Ruiz, mientras lamenta que «muchos compañeros no fueron capaces de superarlo».

«Es normal, quién se iba a sentar en una mesa mientras un señor está trabajando con una radial al lado», recuerda, mientras asegura que «apenas sacamos para los gastos». Tampoco reconoció que al final ha quedado perfecto. «El único problema que le encuentro es que no nos dejen poner alguna mesa más».

Clientela

Juanma atiende junto a Luis a la clientela de Sa Parada. Sin embargo, antes de ser camarero estuvo visitando Sa Parada desde pequeño. «Vivo al lado y venía mucho a buscar a mi padre», asegura entre risas el camarero.

«Las tostadas están muy bien hechas, se lo curran mucho, son muy agradables y tratan bien a la gente», así resume Toni, vecino de la zona desde hace poco más de un año, las virtudes del bar de su barrio.

Su vecino y tocayo, Toni, trabaja como taxista durante toda la noche y asegura que «vengo cada día cuando termino el trabajo; según la hora me tomo un café o una cerveza». Mientras subraya que «aquí siempre te encuentras con buena compañía», señalando al personal de la cafetería. Manolo también es uno de los habituales en Sa Parada. «Vengo al café, al desayuno, a tomar el chupito...». «Es mi radar de Ibiza», asegura, mientras explica que «desde aquí puedo ver a la gente que pasea por Vila y hacerme una idea de cómo va la cosa».

Moreno asegura que «lleva viniendo por lo menos 35 o 40 años; desde que era pequeño».

Si se tratara de una competición de veteranía entre los clientes, Pepe y Paco se disputarían el primer puesto. «Vengo desde el primer día que abrieron; hará unos 50 años», coinciden en afirmar ambos veteranos.

«Esto no era más que un barrizal y estábamos hasta las tantas jugando a las cartas con los amigos», recuerda Pepe, mientras Paco le recuerda que «jugaba a la máquina tragaperras con una moneda de cinco pesetas cuando había que echar una de cinco duros». «Es un barrio acojonante lleno de buena gente», subraya Paco.