En pleno centro de Es Puig d’en Valls se encuentra Es Terç, una tienda y bar que durante los años se ha convertido en el centro neurálgico del pueblo desde 1957.

Tal como explica José Bonet, nieto de los fundadores del negocio familiar, Pep d’es Terç y de Maria de Can Dayfa, «mi abuelo era de Corona y mi abuela de Sant Mateu, en aquella época estaba muy mal visto que alguien de un pueblo ‘festejara’ con una chica de otro pueblo, lo que provocó que le pegaran un tiro. Llevó los perdigones clavados en su espalda toda la vida, cuando le hacían radiografías, ya de mayor, se podían ver perfectamente».

«El padre de mi abuelo se marchó a Cuba, donde murió poco tiempo después de llegar, y él era hijo único, así que estaba solo con mi abuela», continúa relatando Josep para explicar que, tras el altercado, «por miedo a que mataran a mi abuelo tras casarse, su madre cambió la finca de Corona por un terreno en Es Puig d’en Valls con una casa».

Esa casa de Es Puig d’en Valls pronto se convirtió, a la vez que en su vivienda, en una panadería «donde hacía pan y desde donde lo repartía por todos lados en una bicicleta».

«Tiempo después se pudieron hacer con un terreno cercano a la casa», recuerda Josep mientras Salvadoret, uno de los clientes más veteranos de Es Terç, recuerda cuando «Pep iba cada mañana con su carro y la mula a buscar material para vender en la tienda y a las seis ya estaba de vuelta en la tienda con todo lo necesario».

Salvadoret se refiere a la tienda que el matrimonio de Es Terç montó en ese terreno a finales de los años 50, «según los papeles, era 1957, pero no se sabe si en realidad abrieron antes». Se trataba de una tienda de ultramarinos en unos tiempos en los que en Es Puig d’en Valls «solo había una tienda más: la de ‘Cas Formenterer’», tal como recuerda Salvadoret.

«El bar y la tienda ocupaban el mismo espacio» explica Josep mientras el veterano cliente recuerda que «solo tenía vermut y moscatel prácticamente, el cognac lo vendía a una peseta el vaso… eso sí: el vaso era todo culo». Salvadoret también recuerda cuando «iba a Es Terç montado en mi yegüa y salía Pepet con la botella de cognac para servirnos».

«También cantábamos mucho», asegura Salvadoret, que recuerda que, con una de las canciones: ‘aquest home que ha entrat ara te cara de mahones, cara blanca i pel espes com un ase que tenc a casa’, uno de los vecinos conocido como ‘Cara blanca’ «se enfadaba como una abeja».

No solo cantaban en Es Terç, tanto Salvadoret como Mariano, otro de los clientes veteranos de Es Terç, recuerdan que «también se jugaba a las cartas: al tuti o al ramer, cuando se jugaba al set i mitg cerraban las puertas para no tener problemas». Mariano apunta que «cuando se hacía demasiado tarde, dejaban las llaves a los que quedaban y los dejaban allí jugando con total confianza: ‘ya cerraréis cuando terminéis’, les decían».

Noticias relacionadas

Josechu es hijo de Pep y Maria y creció en la tienda de Es Terç, de la que se hizo cargo. Sin embargo, no se hizo cargo del bar. «Se separó el bar de la tienda y alquilamos el bar a Toni y Joan de Can Racó, que son quienes levantaron el bar durante los cerca de 40 años que lo llevaron», explica Josep.

Josep se hizo cargo del bar, además de la tienda, en 2007 y reconoec que «me lo encontré prácticamente todo hecho gracias al trabajo de los de Can Racó». «Mi padre pensó en alquilarlo, pero hicimos la prueba de quedármelo yo y la cosa fue bien», explica el representante de la tercera generación al cargo de Es Terç, que reconoce que «los clientes ya estaban hechos, solo hubo que seguir con la misma fórmula».

Glenda, Ángeles y Ana son las tres empleadas en las que Josep deposita toda su confianza a día de hoy, «yo me dedica más a la tienda, delego en las camareras el trabajo del bar y lo hacen muy bien». «Marina y Puchi fueron los primeros que trabajaron conmigo y Sandra, otra camarera que trabajó con nosotros conoció aquí a Vicent, que se convirtió en su marido», recuerda Josep que define la oferta de su bar como «nada sofisticado: es algo simple para nuestra clientela, que es, sobre todo, gente trabajadora y los mayores del pueblo».

Durante las fiestas de Es Puig d’en Valls, Josep recuerda que, durante unos años «estuvimos haciendo fiestas ‘flower power’ hasta que nos cansamos de que viniera la policía a llamarnos la atención». En el calendario de Festivos de Es Terç hay un día más marcado, el 11 de julio, desde que, tal como explica Glenda «César, un cliente, decidió que ese día era el Día de las chicas de Es Terç, para que nos hagan regalos». Hablando de regalos, la cesta que se sortea en Es Terç también se ha convertido en uno de los elementos característicos de este establecimiento, «hacemos dos sorteos de cestas, una normal y otra erótica que nos prepara Bea de Erotic & Chic», explica Ángeles, que asegura que, con la cesta erótica, «nadie reconoce que la quiera, pero los números vuelan en menos de 24 horas».

Llorenç es otro de los clientes veteranos de Es Terç. «antes venía a jugar al tuti con los amigos, ahora me conformo con hacer la tertulia mientras me tomo una cerveza, porque Josep nos ha quitado las cartas». Alejandro es vecino el pueblo de toda la vida, «aquí es donde hemos quedado siempre los amigos del pueblo, es nuestro punto de partida».

Sebastián vive al lado de Es Terç y asegura que visita el bar «todos los días para tomar un poleo menta» mientras Yasmina, que lleva una semana viviendo en Es Puig d’en Valls pone en valor «el trato acogedor y profesional, además del café, que es muy bueno».

A pocos metros de Es Terç se encuentra la gestoría Ibiza Consulting, cuyos empleados visitan Es Terç a diario, «aunque a veces Ángeles nos trae la tostada a domicilio», tal como explica Diana mientras. Sus compañeros, Beatriz y Ramón se reconocen como «fans de la tostada de queso de cabra», mientras Gabriela prefiere «el bocadillo de jamón» y Fernanda se decanta por el bocadillo vegetal mientras subraya que «el café de Glenda es el mejor».

«Se está como en casa, o incluso más tranquilo» asegura Adrián, que define Es Terç como «un clásico, si vas a Es Puig d’en Valls, es una parada obligatoria». Paco asegura que lleva «30 años viniendo a Es Terç: prácticamente toda la vida» y subraya que «lo mejor del bar es la belleza de las camareras». Isabel también es veterana en las mesas de Es Terç, «vengo todos los días desde hace unos 40 años, he vivido hasta las reformas: es un bar entrañable».

Severino también presume de veteranía asegurando que «al abuelo de Josep no le salían las cuentas porque siempre estaba invitando, eso sí: solo invitaba a Terry, que es lo que bebía él». «Era un hombre emblemático e hiperservicial», así describe Pepe Cañas al fundador de Es Terç, que define como «mi segunda vivienda: la primera la uso para dormir y esta para divertirme».