La sanitaria Sonia ha pasado por muchos estados de ánimo en los últimos meses. Si hace unas semanas esta ibicenca se mostraba ante los medios con lágrimas de decepción por tener que abandonar su isla como consecuencia de los altos precios del alquiler, estos días su semblante se ha vuelto más firme y enérgico. «Estoy harta de llorar; me niego a resignarme y agachar la cabeza. A mí me han echado de mi isla, pero tenemos que luchar para que nuestros hijos pueden vivir dignamente en Ibiza», subraya Sonia con una actitud firme y valiente, resaltando la necesidad de luchar en bloque para intentar cambiar esta situación.

En este sentido, esta técnica en cuidados auxiliares de enfermería tiene una plaza fija en Can Misses y cobra unos 1.800 euros mensuales, cantidad que a partir de julio se vería incrementada en 200 euros más al mes después de que la Mesa Sectorial de Sanidad aprobara declarar estas plazas como puestos de difícil cobertura.

Sin embargo, pese a tener un «buen sueldo», esta madre no puede acceder a un piso en la isla porque, según Sonia, piden más de 2.500 euros al mes por una vivienda. Actualmente, indica, vive con su pequeño de siete meses en un inmueble de 50 metros cuadrados por el que paga unos 900 euros mensuales, pero no tiene contrato de alquiler y no puede empadronarse, lo que dificulta, además, que su hijo pueda optar a una plaza en la escoleta infantil.

Crisis habitacional

Esta crisis habitacional en la que se encuentra la clase trabajadora de la isla desde hace tiempo, señala, hizo que Sonia participara el año pasado en el concurso de traslados para lograr una plaza en un pueblo de Ciudad Real. «Es definitivo; solicité el traslado el año pasado al ver en lo que se ha convertido la isla y el 16 de septiembre me subiré al barco y me despediré de Ibiza con todo el dolor de mi corazón», señala emocionada esta sanitaria de Can Misses, mientras resalta que aquí deja sus tierras y sus raíces para darle «una mejor vida a su hijo» sin la necesidad de «malvivir».

«Es todo tan triste; antes la gente venía adrede a trabajar y ahora los propios residentes se van con trabajo. La situación habitacional nos está ahogando y nos está llevando a la pobreza; en un futuro próximo sólo habrá dos tipos de clases sociales aquí: la gente necesitada que duerme en tiendas de campaña y los ricos que vienen a ganar dinero mediante la especulación y las mafias inmobiliarias que alquilan los pisos por 5.000 euros y en los que duermen 20 personas. Lo que se merecen estas personas abusivas es que opte por okupar uno de estos pisos, pero me quitarían la nómina. Yo lo único que quiero es vivir tranquila con mi familia», subraya con mucha amargura esta sanitaria, alertando del difícil futuro de los jóvenes en la isla. «Esa cultura de poder jugar en es carrer ya no existe», apunta.

«Los políticos se venden por dinero; ellos conocen nuestra situación y el gran volumen de alquileres turísticos que hay, pero no hacen nada porque reciben grandes cantidades de dinero por estas construcciones. No piensan en toda la gente que está sufriendo por esta lamentable situación porque aquí sólo importa el dinero», agrega Sonia, haciendo hincapié en que después de salir en los medios denunciando su caso, cientos de personas en su misma situación se pusieron en contacto con ella a través de las redes sociales.

Comparte que conoce a un policía local, que se desplaza cada día a Formentera, y no pude independizarse pese a cobrar 2.400 euros al mes. También subraya que tiene una amiga que duerme sobre un colchón en el salón de una vivienda y, además, precisa que tiene compañeras en Can Misses que trabajan en el sector de la limpieza las cuales tienen que tener dos trabajos para poder mantenerse en la isla. Asimismo, agrega que muchos sanitarios se han ido del hospital y se han sacado la licencia de taxista para ganar 4.000 euros la mes y poder subsistir.

Inacción política

«Lo único que queremos todos es que se regularicen los alquileres en Ibiza; sólo así veo un futuro para poder regresar y que todos podamos vivir de forma digna, pero a los políticos no les conviene limitar estos precios abusivos», añade.

En esta línea, subraya que está inscrita en el Registro Público de Demandantes de viviendas protegidas, pero manifiesta que en los últimos años se han construido pocas promociones y las que hay, según Sonia, cuentan sólo con 20 pisos. También destaca que hay viviendas del Instituto Balear de la Vivienda (Ibavi) pendientes de venta en Platja d’en Bossa, pero estos inmuebles cuestan unos 350.000 euros.

«En este pueblo de Ciudad Real puedo alquilar una casa por 350 euros al mes y comprar un inmueble por 120.000 euros», apunta, mientras subraya que lo ha intentando todo con tal de no tener que abandonar su casa, su familia y sus amigos. Incluso afirma que pidió una hipoteca al banco para comprar un piso, pero se la rechazaron. «Me dijeron que para poder optar al inmueble tengo que pagar de entrada uno 100.000 euros más los gastos de escritura; en total 130.000 euros para poder entrar en un piso que cuesta unos 400.000 euros y necesita arreglos», señala esta mujer, lamentando que esta crisis y la inacción política los está expulsando de una isla «que se quedará sin trabajadores».

«Somos los trabajadores de Ibiza los que sufrimos todo el año esta situación y, para colmo, somos los encargados de mantener a los ricos que vienen a la isla, dándoles una sanidad gratuita y digna. Si yo te contara el panorama que vemos en Can Misses cada verano... decenas de llegadas de desconocidos en la ambulancia, resonancias, análisis toxicológicos y la unidad de críticos llena de extranjeros. Mientras tanto no podemos atender a un güelo que lleva esperando en Urgencias varias horas.

«Estoy tan cansada de ver esta situación», lamenta con mucha tristeza esta mujer, quien no dejará de luchar para recuperar esa Ibiza que vivió cuando era tan sólo una niña.