Hace cerca de medio siglo, en 1975, Toni Marí, ’Curreu’, y Maria de ‘Sa Rota’ inauguraban su nuevo bar en su barrio, s’Argentera, entre el centro de Sant Carles y el de Santa Eulària: Can Toni Curreu. Un bar que empezaron a gestionar dos de sus siete hijos, Maria y Pedro, aunque «el bar fue la escuela de todos los hermanos, todos hemos pasado por aquí», tal como asegura el pequeño de la familia Curreu, Juanito.

Así, Juanito también se puso a los mandos del negocio en 1985 tras el fallecimiento de su hermano Miquel. Sin embargo, el germen hostelero y comercial de los Curreu se remonta dos generaciones atrás cuando «mi abuelo Vicent tenía una tienda de las de antes, donde se vendían cuatro cosas a granel, también gasolina, en su casa de Sant Carles, delante de Las Dalias».
No fue hasta más adelante cuando su hijo Toni, al casarse con Maria, renunció a la casa familiar, «donde ahora está el agroturismo», para quedarse con otra casa de la familia en el barrio de s’Argentera. «Sería alrededor de 1965 y mis padres montaron en casa una pequeña tienda y un bar, Es Pont, separados por una puerta».
Juanito recuerda de esa época que «la única tele de la zona era la que teníamos en el bar, una Iberia en blanco y negro» y que «el día que hacían Eurovisión o un partido medio bueno el bar se llenaba de gente, el día que Armstrong llegó a la luna también fue un gran acontecimiento, tal como recordaba nuestro vecino Toni de Cas Pagès». «Con los años el bar se quedó pequeño y mi padre construyó el edificio donde estamos ahora», añade Juanito.

«Antes se vendía muchísimo alcohol desde primera hora de la mañana», explica Juanito, mientras asegura que «compraba las cajas de Veterano, cuando llevaban 12 botellas, de cinco en cinco; ahora las cajas llevan seis botellas y con una te puedes apañar todo el verano». Curreu recuerda cuando «los viernes, cuando cobraban, venían los trabajadores de una empresa de al lado» para reconocer que «eso era ‘dinero fácil’, no como ahora que hay que hacer mil virguerías para salir adelante. Los hábitos y el sistema ha cambiado un 100 % desde el 85».
Juanito ‘Curreu’ se refiere a que «ahora la gente está más concienciada y pide café con leche y tostadas. Lo que quieren ahora es comida y si ahora quitáramos la cocina tendríamos que cerrar».
Tal como define Juanito con humor, «pasé a la reserva en 2019, sigo viniendo siempre que hace falta, desde entonces lleva el timón mi socio, Florín, que yo ya he hecho horas de sobra como para haberme jubilado hace años».

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«Llevaba seis o siete años trabajando aquí antes de que Juanito me hiciera la propuesta», explica el actual responsable, que reconoce que «nos iba bien a los dos, así que no me costó aceptarla».
Hoy en día Can Curreu cuenta con entre seis y ocho empleados. Entre ellos se encuentra Pep, que lleva desde 1988 tras la barra del bar en s’Argentera. «En Can Curreu siempre se ha juntado clientela muy distinta entre sí», explica el veterano camarero, que continúa describiendo el Can Toni Curreu como «un lugar donde se junta el más payés con el más hippie y con el más forrado sin que haya ninguna diferencia». «Además, hay muchos extranjeros y turistas que repiten año tras año», añade Pepe, que asegura que «hay gente que viene desde hace más de 30 años». Entre este perfil de clientes, Juanito recuerda toda una serie de nombres célebres de distintos ámbitos, «desde los Molina, Fernando Rey, Lola Gaos o Terry Thomas a la familia Lauda cuando Niki ganaba grandes premios y la familia Rosberg desde que Nico venía a comer helados», con muchos de los cuales sigue manteniendo relación habitual.
Pepe es uno de los clientes que empezó a frecuentar Can Toni Curreu «en el 90» como trabajador de la empresa vecina a la que se refería Juanito. «Despues de tantos años y borracheras, Juanito se ha convertido en uno de mis mejores amigos», asegura Pepe, que recuerda que «era casi un ritual al terminar de trabajar: ir a Can Curreu y, dos o tres horas después, volver a casa en la furgoneta, que parecía que ibas en un tiovivo».
Luci, de Cas Pagès, también es clienta y vecina de Can Curreu de toda la vida, «recuerdo cuando el bar estaba al lado y cuando podíamos íbamos a ver la tele». «Hemos crecido jugando con los de Can Curreu y sigo viniendo cada día a tomar una tostada o algo desde que abrieron, es como estar en casa».

Mariano ‘Blai’ y Toni ‘des taller ses Mines’ también son habituales en la barra de Can Curreu. «Somos habituales desde que el bar estaba al otro lado», asegura Mariano, mientras Toni asegura que «siempre he trabajado en Sant Carles». Ambos miembros de la asociación de motos antiguas no solo se sienten en casa por la familiaridad del ambiente de Can Curreu, y es que la afición por el motociclismo de Juanito salpica las paredes del bar con fotos históricas de distintos pilotos locales e internacionales. Incluso una moto de la impresionante colección de Juanito siempre preside el espacio, «ahora tengo una réplica de la moto de Toni Bou, pero la voy cambiando cada mes para que la gente las pueda disfrutar».

Sin duda, uno de los clientes que disfruta de la exposición de motos es Héctor, vecino, amigo, motero y cliente habitual de Can Curreu. «Como todo el mundo sabe lo bueno de Can Curreu, yo voy a hablar de su gran defecto: no tienen leche de soja», reprocha con humor a Pep. Emilio, que frecuenta Can Curreu «desde hace 10 años», y subraya «el buen trato, siempre familiar» que recibe.
Pedro también es habitual en la barra de Can Curreu y él sí que está literalmente en su casa «¡Mira tú si soy habitual!», bromea mientras recuerda cuando llevaba las riendas del bar junto a su hermana María y Mariano. Toni le asegura que «veníamos porque estaba tu hermana, ¡no te creas que era por ti!».