Julio Bruno, presidente ejecutivo de Lío. | Toni Planells

Julio Bruno es un hombre con ideas rompedoras: el hecho de escoger para recibir la entrevista en el recién reformado baño de señoras de Lío Ibiza es una prueba de ello. Y es que el nuevo presidente ejecutivo de Lío tiene experiencia a la hora de trasgredir con sus ideas y negocios como, por ejemplo, convirtiendo una iglesia del siglo XIX en un restaurante en Londres, el Mercato Metropolitano Mayfair , o una cripta en un bar de jazz y vinos, BeBeMe. Julio Bruno preside desde este año Lío y explica, desde el lujoso espacio, sus intenciones respecto al establecimiento que se ha convertido en uno de los estandartes de la oferta del lujo de calidad en Ibiza.

—¿Cuál es su relación con Ibiza?
—Hace muchos años que viví en Palma. Desde entonces he estado viniendo siempre que he podido a Ibiza y es que no hay otra isla igual en el Mediterráneo. Siempre como cliente, eso sí, tanto de Lío desde el día que abrió como de otros clubs. Desde muy joven siempre me atrajo todo lo que oía sobre Ibiza, de la época de los hippies y de la magia que tiene esta isla. Además, he trabajado muchos años a nivel internacional en turismo y, cómo no, tenía que conocer un lugar tan importante en este ámbito. Ahora, claro está, tengo la suerte de tener que venir mucho más a menudo como presidente ejecutivo de Lío.

—No puedo evitar hacerle esta pregunta: ¿cómo se metió en este Lío?
—Entré en la junta directiva del Grupo Pachá dos años de la última venta. Cuando se vendió el grupo nos quedamos tanto con el Hotel Casa Formentera como con el Lío. Cuando se había disuelto la junta directiva, los dueños me propusieron ayudar con la estrategia internacional y de expansión del Lío. ¿Cómo podía decir que no? No importó lo ocupado que ya estaba; ahora lo estoy más, pero la decisión fue fácil.

—¿Tiene previstos cambios sustanciales en el funcionamiento del Lío?
—La dirección es lo de menos. Estoy para echar una mano a seguir con la trayectoria que tiene y para tratar de llevarla más adelante. La separación del Grupo Pachá ha permitido a Lío ser el dueño de su propio destino. Ha pasado de ser parte de un grupo maravilloso, del que se echa de menos a mucha gente del equipo, a empezar a caminar con sus propios pasos. De esta manera, ya hemos abierto un Lío en Mallorca, otro en Londres, uno más en Mikonos, además de tener contactos en otros lugares de todo el mundo y la vista puesta en grandes capitales del mundo como Dubai o Las Vegas para seguir expandiéndonos.

—A nivel funcional, ¿va a haber grandes cambios en Lío Ibiza?
—El cabaret siempre ha ido destinado a adultos, pero este año va a ser todavía más picante y canalla, como la noche. El tema es Dangerous Nights y se refiere a esas noches peligrosas en las que todo puede pasar. Pretendemos que la experiencia en Lío sea única, con unos platos increíbles y un show espectacular. ¿Qué pasaría si esta noche fuera tu última noche? Ésa es la pregunta que planteamos a todos nuestros invitados. ¿Tú qué harías? Además, tenemos un eslógan que lo resume todo y que ya estamos usando a nivel internacional: «Sí a todo».

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—Toda una declaración de intenciones.
—Así es. En el mundo todo es un ‘no' para todo y aquí vamos a decir que ‘sí'. Sí al entretenimiento, sí a pasarlo bien, sí al amor y sí a todo lo que nos hace quienes somos: somos el negocio de la felicidad. La felicidad es un negocio en el que me llevo moviendo hace muchos años con empresas como BeBeMe, una importadora de vinos y además tenemos cinco bares en Londres incluyendo un jazz club, o Mercato Metropolitano en todo el mundo. La felicidad es estar con tu gente querida, con tus amigos, comer bien, disfrutar, reírte… Por mucho que te guste tu trabajo, en el lecho de muerte de lo que te acuerdas es de los momentos felices y de las experiencias únicas, como la del Lío. El Lío es otro tipo de expresión y de experiencia: Lío es lujo.

—De hecho, Lío se ha convertido en uno de los estandartes del turismo de lujo que está proliferando los últimos años en Ibiza.
—Así es. He tenido la oportunidad de hablar con las instituciones de este tema, también como miembro del Consejo General de Turismo, de cómo atraer a este cliente de lujo. Un tipo de cliente que, además de contribuir a la economía de la isla, también contribuye a la hora de trabajar en un turismo distinto al de la masificación, que llega a un punto que ya no se sostiene.

—¿Habla del turismo de lujo como remedio a la masificación?
—No. Como remedio no, como añadido. Todo el mundo tiene derecho a la felicidad. Me refiero a que el turismo de lujo es una alternativa al turismo de masas y Ibiza se ha convertido durante los últimos años en uno de los destinos de lujo. De la misma manera que hay establecimientos que llenan sus aforos de manera masiva, otros como el Lío, tenemos un aforo limitado, pero con un cabaret con artistas de primera clase a nivel internacional, con un sonido el iluminación a nivel de Broadway o superior. Además de una cena espectacular y, después del espectáculo, convertimos el espacio en un night club exclusivo en contraste con las grandes discotecas. El Lío Club, en el que contaremos durante todo el verano con un line up distinto cada día de la semana, con Nasty Beats, Blanche, Toy Room, Bâzâr, Vintage, Pandora y Travieso

—Hábleme de la oferta gastronómica del Lío.
—Seguimos contando con el chef Adrián Marín, que lleva varios años con nosotros. Para esta temporada, he pedido personalmente al equipo un extra de imaginación para que se pueda saborear el lujo y no me han decepcionado. Hay auténticas virguerías dignas de Estrella Michelin, como una escerificación de aceituna que parece una aceituna pero te explota en la boca. Es una propuesta muy divertida y al más alto nivel. Además, el equipo tiene un mérito tremendo, cada noche hacen un milagro sirviendo a 500 personas a la carta.

—¿Cuánta gente forma el equipo de Lío en Ibiza?
—Lío es también un gran empleador. Y es que tenemos a más de 250 empleados directos, más todos los indirectos. El elenco de artistas del cabaret es de 23 artistas bajo la dirección artística de Joan Gracia. Sería injusto hablar solo de uno de ellos, pero sí que quiero destacar que la inspiración de los grandes cabarets como Moulin Rouge, donde la gente iba a ver cosas que no se podían ver en ningún otro sitio, sigue presente.