Bartolo Costa, de Can Brodis, y su esposa, Cati, abrieron el bar Can Brodis en 1991 al no poder instalar una salida de humos en su exitoso bar, el Ronda.
En el local de la calle Catalunya que había albergado durante años el bar y los recreativos Mundial, el matrimonio mantuvo «el mismo estilo de negocio: un bar de barrio, familiar, con buena cocina y a buen precio», tal como relató Bartolo en una entrevista para Periódico de Ibiza y Formentera.
«Cati estuvo en la cocina bastante tiempo, pero también pasó por la cocina mi hermana Paquita además de otras cocineras», recordaba Bartolo, mientras subrayaba que «siempre tuvimos muy buenos trabajadores. De hecho, cuando me tuvieron que operar de la rodilla y me jubilé, fueron Sandra y su hermano Carlos, que habían trabajado como camareros, quienes se lo acabaron quedando».
Relevo
Bartolo habla del 2017, cuando Sandra y Carlos Marí, de Can Gayart, se hicieron con el timón de Can Brodis, un negocio que conocían bien desde dentro. «Como ya había trabajado con ellos, Nuria, la hija de Bartolo, me pidió que le echara una mano cuando su padre se hizo daño en la rodilla», recuerda Sandra mientras añade que «ella estaba cansada de este oficio y nos propuso a mi hermano y a mí que nos lo quedáramos». «Ellos cerraron el día 14 de junio y nosotros abrimos el día 15», añade Carlos, recordando que «seguimos haciendo lo mismo con los mismos clientes».
Así, ambos hermanos han mantenido el mismo estilo y el mismo espíritu de bar de barrio, familiar y con buena cocina que caracteriza este local desde hace décadas.
«Abrimos a las siete de la mañana, que es la hora a la que viene la gente trabajadora a tomarse su café con leche antes de entrar a trabajar», explica Sandra, que sigue describiendo a su clientela según los horarios apuntando que «de nueve a 11 es la hora de quienes se sientan a desayunar con un poco más de calma y de quienes vienen a hacer su charla con los demás clientes». «Cerramos a las 17:30, después de la hora de los menús, eso nos permite tener vida», añade Sandra.
En familia
Y es que entrar en Can Brodis es como entrar en el salón de una familia bien avenida donde la costumbre tan ibicenca de meterse unos con otros, siempre con humor y simpatía, sigue intacta.
«El día que estoy un poco seria, todo el mundo me pregunta qué pasa que no me meto con ellos», reconoce Sandra, desvelando el nivel de familiaridad y confianza que existe en Can Brodis. «De hecho, cuando falta alguien que viene habitualmente, nos preocupamos por saber si le ha pasado algo y, muchas veces es la propia familia la que viene a contarnos si hay algún problema», asegura Sandra para zanjar que «aquí todos somos familia».
Junto a la frita de cerdo y con permiso de la paella de los jueves, entre las especialidades más valoradas de Can Brodis está la frita de pulpo que Carlos se encarga de preparar en la cocina. «El gran secreto de la familia es que a Carlos no le gusta nada que salga del mar, ni siquiera el pulpo», confiesa entre risas Sandra.
«La verdad es que no me había planteado nunca entrar en la cocina, aunque siempre me despertó curiosidad», admite Carlos, que recuerda que «cuando el cocinero se dio de baja, empecé a preguntarle a mi madre cómo se hacía tal o cual plato y la verdad es que aprendí rápido».
En familia
Una de las pruebas de la fraternidad entre propietarios y clientes en Can Brodis es la declaración de Miguel, que asegura que «cada vez que hace frita de pulpo, Carlos me manda un WhatsApp para avisarme». «Hace muchos años que vengo, casi se podría decir que son mi familia», explica el cliente de Can Brodis «desde que estaba Bartolo al mando».
José María es uno de los más veteranos de la barra de Can Brodis: «Era el bar de mi primo», reconoce este cliente que asegura que visita este establecimiento «desde que era el bar Mundial, aunque entonces no venía tanto». «Lo que más me gusta es la frita de pulpo, lo malo es que se pone el bar hasta arriba», reconoce José María entre risas.
Luis también presume de veteranía como ‘parroquiano' de Can Brodis: «Llevo viniendo desde que era el Mundial y no he dejado de venir nunca». A la hora de poner en valor las virtudes de este establecimiento, Luis no se lo piensa ni un segundo antes de asegurar que «lo mejor del bar es Sandra».
«Siempre que vienes, te encuentras gente conocida», asegura Jaume, que también puede presumir de veteranía: «Llevo unos 30 años viniendo», y también pone en valor el trato «siempre muy familiar, tanto que alguna vez se aprovechan y les traigo la compra».
«Buena comida y buen precio», de esta manera resume Requena, que asegura que «vengo siempre que puedo», la fórmula del éxito de Can Brodis.
Esperança vive en Sant Jordi y va a Can Brodis «cada vez que vengo a Vila». «Lo hacen todo bien: las tapas, el arroz de matanzas, la paella, la frita de pulpo», asegura Esperança sin ocultar que «estoy muy orgullosa de ellos». Y es que Esperança es la madre de Sandra y Carlos y reconoce que «parece mentira que, sin ser cocinero, Carlos cocine tan bien». Quizás la humildad le impida reconocer su responsabilidad al respecto.
«Encontrarse gente conocida» es un argumento que también repite Joan, incapaz de recordar cuántos años lleva visitando Can Brodis, aunque reconociendo que «vengo cada vez que vengo a Vila, sobre todo si hay frita de pulpo».
La amistad entre clientes queda perfectamente ilustrada con las risas que comparten Quique y Toni con Rubén. «Ya venía a comer aquí con mis hijos pequeños cuando estaba Bartolo, ahora mis hijos ya son cuarentones», asegura Quique. Toni, entre risas, levanta un poco la voz para que la propietaria le escuche decir que «lo peor es Sandra, que cada día se mete más con nosotros». Rubén asegura que «vengo desde que me enteré de que lo llevan Sandra y Carlos, que fueron alumnos míos en el Isidoro Macabich»
Tito es otro de los clientes habituales de Carlos y Sandra, «me tratan bien y me pilla muy cerca de casa», aunque reconoce que «llevo viniendo desde que estaba Bartolo, que también me trataba muy bien». Marcos también es vecino de la zona: «Ni me acuerdo desde cuándo lo conozco, es el bar de toda la vida».
1 comentario
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Felicidades a todas esas personas responsables y trabajadoras de esos bares tan populares. Saludos.