Era 1979 cuando Joan Boned de Can Jordi de Corona amplió y se hizo cargo del bar que, cuatro años antes, su hermano, Vicent, había abierto en lo que había sido una habitación de la casa familiar en la calle Soledad de Sant Antoni.

Hasta entonces, Can Boned solo servía bocadillos, pollo y hamburguesas a través de una ventana. Joan ya tenía experiencia como jefe de cocina en distintos establecimientos hoteleros de la isla y, con el local ya ampliado, decidió incorporar una carta al restaurante. «También hacíamos pollo y carne asada, que era un éxito», recuerda Joan, que se puso a los mandos del negocio junto a Margarita.
Los hijos de Joan y Margarita, Pepe, Juanito y Margarita, crecieron entre las mesas del restaurante y heredaron su vocación por la hostelería. Mientras Margarita regenta un restaurante en Sant Mateo, los dos hermanos continúan con el negocio familiar casi medio siglo después de que empezara a servir sus primeros bocadillos a través de la ventana.

«Todavía hay quien recuerda los bocadillos de carne asada que hacía mi padre», apunta Juanito mientras su padre recuerda la dureza del trabajo durante esos años, «abríamos a las 7 de la mañana y cerrábamos a las 3 de la madrugada, a veces se llegaba a juntar el turno de la mañana con la limpieza de la noche». Juanito recuerda que «en esa época esta calle era la principal de Sant Antoni, había más discotecas, movimiento y ambiente que en el West».

Hoy en día, la tripulación de Can Boned sigue manteniendo los lazos familiares. De esta manera, junto a Pepe y Juanito, Yvana, esposa de este último, se encarga de la barra y de las mesas codo con codo con su marido desde 2006. De la misma manera, codo con codo con su padre, trabaja Borja dentro de la cocina junto a Pepe representando la tercera generación de Boneds en el negocio familiar.
«Aveces entra mi abuelo y me dice como tengo que cortar la lechuga», asegura Borja con humor mientras reconoce que ser cocinero «es un trabajo muy duro y no estoy seguro de si me voy a dedicar a esto toda la vida».

«Yo jamás me había imaginado que acabaría trabajando en la cocina y aquí estoy», asegura Pepe mientras no deja de pelar patatas junto a su hijo de la misma manera que haría junto a su padre hace décadas. Y es que la cocina de Can Boned sigue siendo tan tradicional como el principio, con producto fresco ibicenco. Incluso los postres son caseros, «la trata de queso es nuestra estrella junto a la graixonera, es lo primero que hago cada mañana», asegura el cocinero.

Cambios

Entre los pocos cambios que implementaron los dos hermanos tras hacerse cargo del negocio en 2004 está «cambiar la carta por el menú diario», tal como explica Juanito. «Antes tenía muy buena fama, ahora todavía tiene más» reconoce Joan con orgullo el trabajo de sus hijos de quien sentencia que «trabajan muy bien, la gente no se deja engañar y nunca ha dejado de venir». Y es que los menús de Can Boned, así como sus desayunos, se han convertido en la señal de identidad de este negocio familiar.

«Servimos a todo tipo de clientes, gente de toda la vida, pero también jóvenes, trabajadores, políticos y hasta turistas que vienen porque han visto alguna reseña» explica Yvana respecto a la clientela de Can Boned del que asegura que «se ha convertido en una joya oculta».

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Clientes

Ángel es un ejemplo de los clientes jóvenes a los que se refiere Yvana, «vivo arriba y llevo viniendo 24 años: toda mi vida. Está todo buenísimo». Rafael es uno de los clientes más veteranos de Can Bonet, «no sé cuánto tiempo llevo viniendo, lo que pasa es que no salgo desde hace 40 años», asegura con humor con un manojo de espárragos recién recolectados en el bosque.

Ana María asegura que tiene «enchufe» refiriéndose con humor a su cuñado Juanito sin dejar de reconocer que «no es por el enchufe, pero es que todo está buenísimo». María estudia en Barcelona y ha venido a Ibiza para celebrar su cumpleaños que «como cae en jueves, lo celebraremos con la paella de Can Bonet con la familia como todos los años».

Neus es vecina de Sant Antoni y trabaja en las inmediaciones de Can Boned. Neus, sin dejar de lado la calidad del desayuno que comparte con Emiliano, no deja de poner en valor «el buen trato siempre familiar y la limpieza» del establecimiento portmanyí. «Hace más de 40 años que vivo en Ibiza y lo recuerdo desde siempre», añade Emiliano.

El concepto de familiaridad se repite en los argumentos de los clientes de Can Boned, como es el caso de Ingrid, que se permite bromear con Yvana asegurando con humor que «la única borde es la camarera» antes de compartir una carcajada complice. «Es que soy su suegra», reconoce Ingrid entre risas.

Miranda trabaja en la misma calle y define Can Boned como «mi refugio cuando estoy mal». «Son gente del pueblo, llevamos a los niños al mismo cole, vamos juntas a la piscina… Los adoro» asegura Miranda respecto a la familia de Can Boned. Paco también es uno de los clientes veteranos de los Boned «trabajo cerca y vengo a menudo a tomar el café, que es del bueno».

July, Diana y Estefany viven en Cala de Bou y desayunan juntas en Can Boned. «Como mínimo vengo una vez al mes a comer el menú», explica Estefany mientras Diana, que trabaja en un supermercado de la misma calle asegura que «Juan me trae el bocadillo ‘a domicilio’ cuando viene a comprar el pan: no se puede pedir mejor servicio». July explica que «hace 23 años que conozco a la familia, es un bar familiar de toda la vida, tanto que te tratan como si fueras de la familia» mientras asegura que «desde que lo conozco no ha cambiado nada, ¡ni siquiera ellos han envejecido!».

«El dueño ya no está tan guapo». Más enserio, ‘Xarco’ no quiere dejar de poner en valor que «el ambiente aquí es muy ibicenco».