Hemorragias, infecciones, incontinencia urinaria o disfunción eréctil son las consecuencias más comunes de una cirugía de próstata, aunque esto depende de la patología y de la técnica quirúrgica a utilizar. No obstante, la llegada de las nuevas tecnologías, como el láser de última generación, recién adquirido por Grupo Policlínica, o la cirugía robótica, ha cambiado radicalmente este panorama. Con las nuevas técnicas quirúrgicas, mínimamente invasivas, se disminuyen notablemente los efectos indeseados de las cirugías de próstata, acortando la estancia del paciente en el hospital y reduciendo en aproximadamente un 50% las complicaciones habituales.
Solución eficaz para la hiperplasia benigna
Entre las patologías más comunes de la próstata, junto a la prostatitis y el cáncer de próstata, encontramos el agrandamiento o hiperplasia benigna de próstata que, aunque no pone en riesgo la vida, es una condición que afecta en gran medida a la calidad de vida del paciente. Esta condición la sufren aproximadamente la mitad de los hombres a partir de los 60 años, y entre el 75 y el 90% de los varones de 80 años.
Sus síntomas más característicos incluyen un flujo de orina debilitado, aumento de la frecuencia miccional, dificultad para iniciar la micción, incontinencia por rebosamiento o imposibilidad total para orinar. Esto es debido a que la proliferación de tejido glandular ocasiona una obstrucción de la salida vesical que ocasiona toda esta molesta sintomatología.
«Hasta hace poco, las próstatas con hiperplasia mayores de 70-80 gr -aproximadamente el 50% de las próstatas que operamos- tenían que ser intervenidas mediante cirugía abierta, con un postoperatorio mucho más largo, una cicatriz en el abdomen y un riesgo de sangrado y transfusión mucho mayor», nos cuenta el Dr. David Salinas, socio fundador de Uros Associats, el grupo privado de especialistas en Urología más grande de España, asociado a Grupo Policlínica para prestar servicio a sus pacientes.
Asimismo, las próstatas menores de 70-80 gr anteriormente se podían intervenir a través de un orificio natural (la uretra), pero con otra técnica que igualmente presentaba más riesgo de sangrado, más tasa de reintervención por complicaciones (8.8% vs 4,3%) y más probabilidad de reintervención por recrecimiento de la próstata (2% anual vs 0,7 % a los 10 años) en comparación con las nuevas técnicas, que ya se utilizan para todos los grados de hiperplasia.
«El láser de alta potencia permite intervenciones a través de los orificios naturales, por lo cual no hay cicatriz y nos permite intervenir cualquier tamaño de próstata con evidentes ventajas para el paciente» -afirma el Dr. Salinas.
Láser de alta precision
Esta técnica innovadora recibe el nombre de HoLEP, Enucleación por láser holmio, el más avanzado actualmente para el abordaje de la hiperplasia benigna de próstata. La cirugía con este láser de alta precisión permite extraer el tejido agrandado de la próstata en su totalidad, con mínimo sangrado, de ahí que se puedan operar próstatas de cualquier tamaño con menos riesgo. Además, para la intervención se utiliza generalmente anestesia raquídea, y la mayoría de los pacientes abandonan el hospital sin sonda en un día o dos, presentando por tanto multiples ventajas frente a la cirugía abierta.
Eliminación de la litiasis
Otra patología que se puede abordar de manera eficaz mediante el láser de alta potencia son las piedras en el riñón o en el uréter que, cuando son de gran tamaño, suelen requerir una intervención quirúrgica para ser eliminadas. En estos casos, el láser ha facilitado en gran medida tanto la cirugía como la recuperación, ya que los cálculos son pulverizados mediante el láser de alta precisión, favoreciendo su posterior expulsión. Esta tecnología permite eliminar la litiasis incluso en zonas de difícil acceso, utilizando mucho menos tiempo en la intervención y logrando una recuperación más rápida y menos dolorosa.
La litiasis renal es una patología muy frecuente que se origina cuando se forman masas sólidas a partir de la cristalización de sustancias presentes en la orina, pudiendo ocasionar una sintomatología extremadamente dolorosa. Cuando los cálculos son pequeños, normalmente se expulsan de manera natural; los de mayor tamaño, en cambio, presentan mayores complicaciones, siendo necesaria, en la mayoría de los casos, una intervención quirúrgica.
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