Los comerciantes de la Marina se muestran muy contentos con la decisión de suprimir el ACIRE después de haberlo pedido en infinidad de ocasiones durante la pasada legislatura sin ningún éxito. | Daniel Espinosa

Puede que el área de circulación restringida (ACIRE) de la Marina ya sea historia, al menos entre las 06.00 y las 18.00 horas, pero los comerciantes creen que no es suficiente.

A pesar de que se alegran de dar un paso en la «dirección correcta», la opinión general centra los problemas del barrio en la falta de aparcamiento, que extrapolan a toda Vila, y en la falta de una segunda vía de acceso a sus calles que obliga a los visitantes a acceder desde el «embudo» del puerto.
«Al principio, cuando estaba la barrera, es que no dejaban pasar a nadie», recuerda Fani Juan, trabajadora de la botica Juan Antonio Marí Tur, en la calle de las farmacias. La farmacéutica explica los problemas que esto acarreaba para las personas que venían de urgencias buscando una farmacia de guardia: «Les decían que fueran a Isidor Macabich, pero la farmacia estaba aquí dentro». Según afirma Fani Juan, las quejas consiguieron que se quitara la barrera, si bien «los clientes nos pedían el ticket para confirmar que habían tenido que entrar por alguna urgencia» dado que solo se podía estar unos 30 minutos en el barrio. Quitar el ACIRE no afecta a las propias empleadas de la farmacia ya que «esto es zona azul y, aun así, encontrar sitio es imposible».

Una vía de acceso

En la otra punta de la calle se encuentra Jaime Juan, auxiliar de la farmacia Mercat Vell, a quien le parece que estas medidas «no tendrán incidencia hasta que la gente lo sepa». Jaime Juan afirma que, al menos en verano, los residentes «evitan venir aquí con el coche porque saben lo que hay». Además, añade que gran culpa de esto la tiene que solo haya una vía de acceso y salida tras la remodelación de Vara de Rey: «La chorrada más grande que se podía hacer en Ibiza era cerrar el camino que bordeaba la muralla. Han hecho una ratonera, es un embudo».

Los comerciantes de la Marina lamentan que no haya más aparcamientos en la ciudad, lo que les perjudica a la hora de tener clientela.
Fotos: Daniel Espinosa.

El auxiliar de farmacia explica, igualmente, que «nadie quiere bajar al barrio porque no hay aparcamiento» y que esto obliga a «todos por igual» a dejar el coche en Es Gorg o en el Multicines y a andar «bajo la solana, como para que te dé un algo». «Me parece genial que se liberen las ciudades de coches, pero no puede aplicarse el mismo cuento de las ciudades a Ibiza, donde pasa un bus cada media hora», insiste. Desde la tienda de ropa infantil Pony, en el lateral de Sant Telm, coinciden con Jaime Juan en que el principal problema es el aparcamiento: «Si no puedes aparcar que más les da a los clientes el horario en el que puedan entrar con coche».

Para restaurantes y locales alimenticios, la medida supone un gran avance para que les lleguen los suministros a tiempo, en el día. «Nuestro producto es fresco y a veces viene en barco. Si se retrasa por cualquier cosa… nos quedamos sin la comida», comenta Vicent Torres, dueño del restaurante Porto Salé, quien añade entre risas que «ahora los repartidores ya no tienen excusa para no venir». Dentro del establecimiento se discute el lugar donde poder hacer más aparcamientos. «En la peixeteria», dice un cliente. Torres, mientras tanto, apuesta por utilizar el terreno de al lado del instituto Sa Real, detrás de la gasolinera: «Eso no son feixes y no se utilizan. El dueño dejaba aparcar sin pedir nada a cambio hasta que el Ayuntamiento anterior le empezó a cobrar por ello y tuvo que parar».

El Mercat Vell

En el Mercat Vell, Pepita aclara que el ACIRE le perjudicó mucho tanto a su frutería como al resto de negocios del mercado: «No sé si se notó por eso o porque la gente ya no quiere venir aquí, pero cuando comenzaron las restricciones bajó la clientela». «Si hubiese un acceso fácil desde Ikea hasta el centro quizá se animarían más, que aquí la gente solo viene a pasear en verano», concluye. Iñigo acaba de comprar algunas frutas y una fresca sandía para subir con su hija a Dalt Vila, donde vive. «No me hace ni pizca de gracia que esto se quite en verano, porque para nosotros los vecinos es un problema», explica en relación con la falta de aparcamiento y la entrada masiva de turistas por las calles, que ocuparían las plazas que corresponden a los residentes. En Dalt Vila, termina, es una medida que «hace falta».

Para el PSOE de Vila esta decisión es un retroceso ya que significará, alegan, que se retroceda en los derechos que habían adquirido los vecinos del barrio con vehículo. Rafa Ruiz ha pedido a Triguero que actúe con sentido común.