Francisco Romero y Victoria González saliendo del portal de su casa con Balbina en silla de ruedas. | Daniel Espinosa

Balbina Romero, de 32 años, está afectada por el síndrome de Kleefstra, una enfermedad genética que afecta a muchas partes del cuerpo y cuyos síntomas más comunes son el retraso en el desarrollo, discapacidad intelectual y dificultades en el lenguaje. Esta ibicenca ha sido usuaria del centro de día de Amadiba en Santa Eulària durante cinco años. Sin embargo, sus padres han decidido trasladarla a la residencia de Can Raspalls, gestionada por el Govern. El motivo es su descontento por la respuesta recibida por parte de la asociación sobre su lesión de rodilla producida el pasado 11 de octubre de 2022.

Aquel día, como de costumbre, la furgoneta de Amadiba recogió a Balbina a las nueve de la mañana en el punto habitual de encuentro, en Vila, para su posterior traslado al centro de día que tienen en Santa Eulària. «Aquel martes, vino la asistenta social a casa para asear a Balbina, que se había despertado tranquila y más contenta que otros días. Era un día de lluvia. La acompañamos mi mujer y yo a la parada, a pocos metros de casa. No tuvimos que esperar mucho tiempo a la furgoneta, vino puntual aquella mañana. Se subió sin ninguna dificultad y emprendieron la ruta para recoger a otros usuarios», explica Francisco Romero.

A las doce del mediodía, recibieron un mensaje de Whatsapp de una responsable de Amadiba que les alertaba de que Balbina «tiene el tobillo izquierdo un poco hinchado y con un pequeño hematoma.

Parece, además, que no camina demasiado bien, le hemos aplicado frío en la zona. Por si quisierais llevarla al médico». Tras recibir una fotografía del tobillo de su hija y al no pedirles que fueran a recogerla, sus padres no vieron motivo de alarma. Sin embargo, cuando Francisco fue a recoger a Balbina a las cuatro de la tarde en el mismo punto donde se subió a la furgoneta por la mañana, vio que no se mantenía en pie. «Me enfadé con los monitores por el estado tan lamentable en que habían traído a mi hija», explica Francisco, quien les pidió que acercaran a su hija con la furgoneta hasta el portal de su casa. «Tuve que llamar a mi mujer por el telefonillo para que bajara a echarme una mano. Y ni así pudimos con ella, menos mal que un vecino se prestó a ayudarnos», destaca Romero.

Esta misma tarde la llevaron al hospital Can Misses, donde descartaron que tuviera alguna rotura en el tobillo amoratado. Tres semanas después y viendo que su estado no mejoraba, le realizaron pruebas complementarias a petición de su médico de cabecera en la cadera y en la pelvis, que descartaron que tuviera otras lesiones. Con la ayuda de Pedro Cárceles, coordinador del programa ‘Un mar de posibilidades’, consiguieron los servicios de una fisioterapeuta especializada en el tratamiento de personas con discapacidad, que les sugiere contactar con un traumatólogo porque no no flexiona correctamente la rodilla izquierda. Una cita que consiguen para el 9 de diciembre, casi dos meses después de que empezara a no poder caminar.

La sospecha

Tras practicarle una prueba radiológica se comprueba que Balbina tiene una fractura de espinas tibiales en su rodilla, sin que sea necesaria una operación quirúrgica. Tras una revisión el pasado 13 de enero, el traumatólogo dio por curada la lesión y les recomendó continuar con las sesiones de fisioterapia en piscina y ayudarla a caminar evitando la silla de ruedas.

Los padres de Balbina, Francisco y Victoria, sospechan que su lesión de rodilla pudo haberse producido en el trayecto de ida hasta Santa Eulària con la furgoneta. «Le preguntamos a la fisioterapeuta cómo pudo tener Balbina ese golpe tan fuerte para ocasionarle dicha lesión, y nos dijo que este tipo de lesiones se dan en accidentes de tráfico debido a una colisión o a una frenada brusca», apunta el padre. Una teoría que Balbina no puede confirmar debido a que no puede hablar. Tampoco desde Amadiba les han podido ofrecer una explicación. «Es inadmisible que nadie sepa nada de lo que ocurrió. Consideramos que hay algo que nos están ocultando. Nosotros solo queremos transparencia, nada más. En un principio, no queríamos señalar ni culpar a nadie pero viendo la poca transparencia de Amadiba en esclarecer lo ocurrido nos vemos obligados a ponerlo en conocimiento del Consell d’Eivissa y hacer una reclamación patrimonial por los daños ocasionados a mi hija. Toda esta situación nos está afectando mucho a nivel emocional y físico», afirman Francisco y Victoria.

Desde Amadiba lamentaron este asunto y achacaron el dolor de la familia a un «error de comunicación». «Nos duele cometer errores o que la familia se quede con esta sensación. No estamos seguros de lo que pudo pasar porque no lo vimos. Nos duele pero nuestros profesionales no vieron nada», apuntó ayer una portavoz de Amadiba. La asociación no quiere que este incidente cree alarma entre los familiares de los 200 usuarios que tienen en Ibiza ni que empañe el trabajo de los profesionales que trabajan en ella. En la tarde de ayer, los padres de Balbina tuvieron la oportunidad de escuchar las disculpas de Amadiba en primera persona.

Desde el Consell d’Eivissa señalaron ayer tener constancia de esta denuncia. La institución insular, a pesar de que Balbina no es una usuaria derivada desde el Consell, han solicitado información sobre este asunto a Amadiba para esclarecer los hechos.