El ibicenco Jordi Pereyra (Ibiza, 1990) no para ni un minuto. Ingeniero mecánico, gran divulgador, conversador brillante y cercano, autor desde 2013 del blog Ciencia de sofá con el que ha logrado gran éxito acercando la ciencia a miles de peronas de forma amena y divertida, no para de publicar libros que surgen uno tras otro gracias a su gran conocimiento en la materia.
El último es el original Guía para sobrevivir en el espacio en el que sorprende metiéndose en la piel de un hipotético nieto suyo que se encuentra como un náufrago más allá de los límites de la Tierra, para explicar cómo resistir en una situación tan complicada. Un libro que se puso a la venta el 7 de septiembre en librerías de toda España, presentó el 13 en Madrid y que, tras conseguir un gran éxito, hará lo propio este jueves en la biblioteca municipal de Ibiza a las 20.15 horas.
Según explicó ayer Jordi Pereyra a Periódico de Ibiza y Formentera la idea surgió cuando en el Desierto de Atacama encontró distintos meteoritos de distintos tamaño. A partir de ahí, comenzó a explicar en su blog como están formados por distintos materiales y compuestos químicos y, tras algunas vueltas, pensó que esto se podía trasladar a un libro teniendo que en cuenta que «la Tierra está en el espacio y los seres humanos hemos usado y usamos muchos de estos métodos para sobrevivir en nuestro planeta».
Sin embargo, Guía para sobrevivir en el espacio es mucho más. Pereyra ha creado un guía de 344 páginas que hace las delicias de los aficionados a la astronomía, la geología o la química «combinando información muy interesante con multitud de anécdotas históricas muy curiosas».
«El mundo es un laboratorio...»
Por ello, y partiendo de la base de que el subtítulo ya es muy explicativo, Cómo no morir si solo dispones de algunas rocas a tu alrededor, Pereyra ha dividido su libro en 8 interesantes capítulos que incluyen una carpeta de imágenes y la original introducción El mundo es un laboratorio desordenado.
Es un apartado muy útil ya que su supuesto nieto responde al ordenador de su base interplanetaria sobre aspectos que permiten conocer, entre otras cosas, «cómo están hechas las rocas que nos rodean y de donde salieron los elementos que las componen, remontándose al principio de los tiempos».
Así, en apenas unas páginas, el lector de cualquier edad, descubrirá «que la materia que nos rodea está hecha de átomos que estos están divididos en partes y que en el centro tienen un núcleo que alberga unas partículas con carga eléctrica positiva y otras sin carga, llamadas protones y neutrones y cómo alrededor de este núcleo se extiende una nube de partículas más pequeñas llamadas electrones, que tienen carga negativa y una masa unas 2.000 veces menor que a la de los protones o los neutrones».
Una explicación que pone en contexto lo que viene después ya que como escribe Pereyra «en esencia, lo que distingue un elemento químico de otro es el número de protones que contiene el núcleo de sus átomos como sucede con el oro, que tiene 79 potrones o el mercurio que solo tiene un protón más, 80».
No en vano, este nieto ficticio explica «que una piedra corriente sin ningún valor ni utilidad aparente puede contener una gran variedad de sustancias útiles» y que «un paisaje desolado puede ser un gigantesco laboratorio con todo tipo de compuestos químicos útiles para sobrevivir».
Útiles consejos
Lo primero que propone Pereyra es lograr agua recordando, entre otras cosas, que «el espacio está repleto de ella, aunque no sea líquida, que hay que tener cuidado con la temperatura, la presión o la sal o que hay una fuente de agua casi asegurada en los casquetes polares o bajo el suelo». Incluso, que no hay que descartar beber de las rocas y que como medida desesperada «puedas beber tu orina».
Otro elemento a tener en cuenta es nunca quedarse sin oxígeno. En este sentido, el supuesto náufrago explica, entre otras cosas, «como se puede obtener oxígeno del agua, del dióxido de carbono, del hielo o de las rocas ya que son casi todo oxígeno» y como dejar que «las plantas hagan el trabajo sucio».
Algo que está relacionado con la propuesta de crear tu propio huerto espacial para lo que propone métodos de fertilización «un tanto... escatológicos» y recuerda que como «el nitrógeno es un elemento escaso en las rocas nos podemos ayudar por los rayos y las bacterias, como podemos convertir el aire en fertilizante o como podemos obtener fósforo a través de momias y excrementos fosilizados». Incluso, Pereyra explica qué es el apatito, «la principal fuente mineral de fósforo, cuales son las atmósferas que lo contienen en forma gaseosa o que el potasio que podemos encontrar de forma abundante en las rocas puede ser fundamental para que algunas plantas renazcan de sus cenizas».
Por su parte, el quinto apartado está dedicado a la energía con consejos para obtenerla de donde se pueda. Así, aborda cómo quemar el hidrógeno, qué es el gas natural, cómo convertir carbono en combustible, como elaborar un reactor basado en flatulencias microscópicas o cómo hacer fuego sin oxígeno. Incluso, propone reacciones que no son rentables, que como recurso desesperado usemos el flúor y que, sorprendentemente no hace falta quemar cosas para conseguir energía.
Finalmente, el capítulo sexto está dedicado a construir un hogar «ocupando túneles de lava sin ella, iglús espaciales o como es la ciencia de los hormigones espaciales» haciendo especial hincapié en el «hormigón más humano», y el séptimo a cómo extraer los metales de minerales teniendo en cuenta que el hierro puede ser «nuestro mayor aliado, ya que se puede conseguir a través de meteoritos metálicos o rocas repletas de él», cómo el cobre «es el corazón de la electrónica y cuales son sus principales fuentes minerales y como se puede conseguir a partir de meteoritos» o que el aluminio es el metal ultraligero. Incluso, como hay mundos de rubí y zafiro.
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