Dos turistas hacen fotos del puerto con los cruceros ‘Europa II’ y ‘Aida Stella’ al fondo. | Marcelo Sastre

Son las 11.00 horas y El Corso atraca junto a la plaza de es Martell. Aniano Costa va despidiendo a los pasajeros de la embarcación, en torno a una decena, que vienen del otro extremo del puerto. «C'mon, now a big jump», anima a uno de los pequeños pasajeros que han utilizado el servicio ‘City Boat Barcas de Talamanca'. De momento hay poco pasaje, pero es día de cruceros y en unas horas la embarcación espera tener un trasiego continuo de cruceristas.

El Europa II llega tarde. Tenía previsto atracar en Ibiza a las 11.00 horas y pasan veinte minutos cuando empieza a entrar a puerto. Los pasajeros del hotel flotante están asomados a los balcones. Su capacidad es de algo más de 500 pasajeros. Sobre las 13.00 horas llegó el AIDAStella, con capacidad para 2.700 pasajeros.

«Esto es una de las cosas que hay que cambiar», indica Aniano, señalando los cinco ferris atracados en la zona de Botafoc. «En otros puertos tienen un dique para los cruceros y así pueden llegar pronto por la mañana». Un cambio que dice que favorecería el beneficio que dejan los cruceristas en la ciudad, dado que cuando llegan a media mañana «suelen esperar hasta la hora de comer y no se acercan al casco viejo hasta la tarde».

El Corso llega a Talamanca, donde todavía no hay pasaje, pero empezará a llegar en un rato. Entonces se movilizará la pequeña flota de autobuses flotantes que llega a ofrecer servicio cada 15-20 minutos si tiene picos de actividad por los cruceros. «Necesitamos a los cruceros para funcionar», indica.

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El transporte es uno de los sectores que más nota la llegada de cruceros a puerto. Las empresas de la isla ofrecen servicios de transfer en autobús y excursiones. Los taxistas se lanzan a la carrera. A las 14.15 horas, con los dos cruceros en puerto, Javier recoge a la carrera a los pasajeros que llegan de Formentera. «¿Hoy? Sí, sí, hay mucha actividad», señaló, sin dejar de subir las maletas de los clientes, «ahora hay movimiento en los muelles de es Botafoc, pero será más por la tarde cuando los cruceristas vengan aquí para volver».

En taxi o bus los cruceristas se acercan al centro de Ibiza. Foto: Marcelo Sastre

También esperan algo más de actividad en el bar Peixet, en el puerto. Saben que lo fuerte llegará sobre todo por la tarde, dado que los cruceros han llegado a mediodía. El dueño del bar, Toni, considera que la llegada de cruceros es «muy importante para el casco histórico de Ibiza», dado que los días que atracan suponen una mejora en la caja de todos los negocios.

Carol, la camarera, aprovecha para reivindicar baños públicos en la zona. «Cuando vienen los cruceros hay muchos pasajeros que entran sin siquiera preguntar», se queja y reivindica que «en la plaza de es Martell está toda la parte de abajo vacía, allí se podrían instalar». Por lo demás asegura que la presencia de cruceros en el puerto se nota, aunque cuando llegan a mediodía, como es el caso, «luego todo son carreras por la tarde para pedir la cuenta y llegar al barco».
Para Nadia, el incremento de beneficios los días de crucero ronda el 30%-40%. La flamante presidenta de la asociación de vecinos de la Marina considera que la actividad de cruceros «es algo que se nota bastante, a los pequeños comercios nos ayuda y es algo que no se debería limitar».

El cliente que recibe dice que depende mucho del tipo de crucero que atraque. Hay algunos con precios más asequibles y todo incluido de los que bajan pasajeros de llavero y camiseta a lo sumo. Otros, con más caché, desembarcan a pasajeros que se llevan ropa a ojo, sin ni siquiera probársela.

Aún así, el maná de los cruceros no alcanza a todos. Ignasi, de la cestería Can Vinyes, dice que para su negocio los cruceros dan mucho trabajo pero poco dinero. «La mayoría vienen y preguntan pero luego no compran», asegura. Ni senallons ni espardenyes. Aún así, habla con comercios vecinos y sabe que para las tiendas de souvenirs sí supone un plus.