Poca gente logra hacer entender al profano aquello que profesionalmente le apasiona. Rafael Cardona (Ibiza, 1964), gerente de Trasmapi, es una de esas personas. De trato afable y con don de palabra, expone los puntos fuertes, pero también alguna debilidad de la naviera fundada por Alonso Marí en los años 70 y hoy dirigida por su hijo, Marcos. Tiene claro que en estos tiempos que corren, y con la sostenibilidad por bandera, se intentan vender como realidades cosas que, para un profesional como él, son únicamente utopías. Realizables, sí, pero aún no factibles. Mientras llega el futuro, Cardona prepara la presentación de los dos nuevos buques de la compañía, el Chenega y el Fairweather, y espera a que proyectos como el Seabus, que enlaza los puertos de Vila y Santa Eulària, funcionen a pleno rendimiento convirtiendo el mar en una alternativa a la congestionada carretera.
—¿Cómo ha afectado la pandemia a Trasmapi?
—Pasamos un 2020 de pena, con apuros y precariedad. El invierno fue muy duro. Gracias a Dios, la temporada 2021, aunque no ha sido ni de cerca la de 2019, ha sido mejor y hemos podido empezar a recuperarnos. La empresa siempre ha sido precavida y teníamos fondos para subsistir pero nos preocupaban mucho los trabajadores. Nos dio mucho apuro tener a tanta gente en ERTE. Intentamos hacer una rotación para que todos pudieran tener algún mes con una nómina digna pero fue imposible. Ahora, de junio a septiembre hemos podido reincorporar al 100 %. Se ha trabajado bien aunque estamos un 30 % por debajo de los resultados de 2019.
—A pesar de todo, Trasmapi ha podido comprar dos catamaranes, el Chenega y el Fairweather, que ahora mismo están en proceso de modernización. Todo el mundo se pregunta a qué líneas se van a dedicar.
—No se lo puedo decir (risas). Posiblemente en Fitur podamos decirlo. Ahora mismo están abarloados uno al lado del otro en Sant Antoni. Son barcos que han estado cuatro años parados y hay que ponerlos en marcha. Además, tienen bandera americana y hay que pasarlo todo a la legislación europea. Estamos en este proceso y suponemos que a primeros de año estarán listos. La idea es ponerlos a operar en Semana Santa de 2022.
—¿Y el Condor?
—Es un caso diferente. Ahora lo tenemos en Vigo. Es un barco que operaba en las islas del Canal pero tenía una bandera de conveniencia y hay que pasarlo a la normativa europea. La idea es que para Semana Santa los tres barcos estén en marcha. Se están barajando muchas opciones. Pero le recuerdo que el origen de Trasmapi es Baleares y la idea es operar en Baleares. Había la idea de que el Chenega supliese al Castaví, por un tema de inversión. Pero barajamos varias posibilidades. Esto lo está estudiando la alta dirección del grupo hotelero y ya nos dirán.
—No estamos acostumbrados a que una naviera hable abiertamente de comprar barcos de segunda mano. Sin embargo, Trasmapi lo hace y se convierte en ejemplo de economía circular.
—A ver, Trasmapi sí que ha construido barcos. En 2017 hicimos cuatro para la línea Ibiza-Formentera, con las últimas tecnologías. El primer catamarán construido en España de fibra, cumpliendo al 100 % el código de alta velocidad, es nuestro. Lo construyó Rodman. A partir de ahí, Baleària hizo otros. El Espalmador Jet es un barco que cumple con los estándares y está certificado como HSC 2000. Nosotros no nos vanagloriamos de nada pero sí comunicamos lo que hacemos. Si tuviéramos la facturación de Baleària, 400 millones de euros al año, posiblemente no nos iríamos a la segunda mano. Pero Trasmapi es lo que es. No tenemos esa capacidad de ir a buscar barcos de nueva construcción. Y más en rutas nuevas, que las tienes que estudiar. Tú empiezas con una línea y buscas el barco adecuado. La empresa siempre ha tenido una intención de expansión. Sobre todo con el nuevo presidente, Marcos Marí. Con esta intención se buscan productos que estén a un precio razonable. Encontramos una subasta en EEUU con unos barcos que, técnicamente, entendíamos que debían estar bien. Eran propiedad del gobierno de EEUU. Fuimos a pujar a un precio determinado para asegurarnos uno de los barcos. En medio de la pandemia, no teníamos posibilidad de desplazarnos. Resulta que nos adjudicaron los dos. Sucedió lo mismo con el que se hundió. Este barco era más una inversión para jugar un poco reformándolo y vendiéndolo o poniéndolo en funcionamiento. Pero con los otros ha sido una oportunidad porque se trata de unos barcos que casan con nuestra idea de negocio: barcos de 70 metros, alta velocidad, capaces de trabajar en el Mediterráneo. Ahora hay que buscarles la línea.
—¿Y a qué líneas podrían adaptarse?
—Podrían hacer perfectamente un Dénia-Sant Antoni. El handicap es que Sant Antoni no quiere barcos de más de 60 metros y estos tienen 70. Tendremos que mirar en qué posición se encuadran.
—¿Qué relación hay entre Trasmapi y Trasmed?
—Ninguna, aunque se asemejan en los nombres. Sin embargo, en un principio, con la antigua Transmediterránea tuvimos un acuerdo de colaboración para ser el puente con Formentera, de tal manera que ellos pudiesen ofrecer viajes de la Península a la isla. Ahora ha salido Armas y ha entrado Trasmed, que dice que cuenta con nosotros para poder seguir ofreciendo este producto, incluso desde Italia. Nosotros somos una naviera que transportamos y, si ellos nos lo piden, encantados de la vida. Tampoco es verdad que queramos ser la competencia de Trasmed porque estamos en ligas diferentes. Nuestra liga, de momento, dista mucho de un Grimaldi o un Baleària, que son auténticos monstruos en este negocio.
—¿Qué planes de expansión tiene Trasmapi?
—Hay un equipo que está estudiando en la matriz, Insotel Grup, estas posibilidades y, cuando las tengan, las pasarán al consejo. Cuando esto suceda, nos lo trasladarán a nosotros y lo pondremos en marcha. Está todo en estudio.
—Este verano han puesto en marcha el Seabus entre Vila y Santa Eulària. ¿Qué tal ha ido?
—Ha funcionado a medio gas porque no pudimos empezar hasta entrado junio. No es aún una línea conocida pero somos optimistas. Creemos que para la próxima temporada sí podemos ser una alternativa a la carretera.
—¿Es un producto enfocado al turismo o se dirige también al residente?
—Nosotros estamos dispuestos a operar todo el año, siempre y cuando haya una ocupación normal. Serán las ocupaciones y la línea las que nos dirán si se alarga o se acorta. El último viaje que hacíamos este verano de Ibiza a Santa Eulària era a las 23.00 horas. Al residente se le ha reconocido esta condición con un descuento comercial que soporta la empresa. Pero queremos ir más allá. En Ibiza es un problema aparcar hoy en día así que creo que, en cuanto demos a conocer bien esta línea, tendrá un buen resultado. Hemos de ser conscientes de que entre noviembre y marzo las condiciones meteorológicas no acompañan pero, a partir de ese mes, va bien.
2 comentarios
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Por que no le hacéis la pregunta a el centenar de personas que se puedes quedar sin trabajo y a sus familias que les parece?
Buena entrevista , pero no le han preguntado por la línea Ibiza Formentera , habría sido muy interesante saber lo que opina sobre la posible reducción de frecuencias