Detrás del nombre de Anapurna se esconde el de Ana Sainz Quesada (Palma, 1990), una joven artista y destacada autora de novela gráfica mallorquina que se licenció en Bellas Artes por la Universidad de Barcelona y se especializó en ilustración en el Instituto Europeo de Diseño de Madrid. A lo largo de su trayectoria ha sido capaz de trabajar en diferentes disciplinas artísticas como el dibujo, la pintura, el bordado o el grabado. Actualmente viene desarrollando una interesante carrera como ilustradora. Con su primera obra, titulada Chucrut, obtuvo el premio FNAC-Salamandra Graphic y desde entonces ha visto cómo sus historias se han publicado en revistas de países tan diversos como Colombia, Francia o España y cómo sus trabajos se han expuesto en galerías de arte de Alemania, Madrid o Barcelona. Mañana abrirá el ciclo Escriviure 2021 en el Teatro España de Santa Eulària, a partir de las 20.00 horas, con su conferencia De les pintures rupestres a la novel·la gràfica. Llenguatges universals i noves narratives.
¿Cómo le surgió a usted su interés por el mundo de la ilustración?
—Siendo pequeña. En casa siempre hemos tenido libros ilustrados. Libros, en general, y muchos cómics. Mi padre era librero y tuvo la primera librería especializada en cómics de Palma. Supongo que era algo que lo llevaba de serie. Sin embargo, fue sobre todo en la adolescencia cuando empecé a cultivar el amor por el dibujo a través del manga y la animación.
El ciclo Escriviure 2021 en el que participará mañana siempre trata de literatura, ¿Cómo ve que se haya incluido en él el mundo del cómic? ¿Tiene la impresión de que es un género que se menosprecia dentro de la cultura más oficial?
—No entiendo la narrativa gráfica como un género más de la literatura sino como un lenguaje con sus propios códigos, mecanismos y reglas que transgredir. Desde luego, aquí no es como en Francia donde ser autora de cómics es equiparable a ser una celebridad, pero hay mucho talento y se producen obras de gran calidad, tanto gráfica como narrativa y editorial.
¿Eso ha provocado un resurgimiento del cómic en España?
—Es cierto. Hace años que parece que el público adulto ha entendido que los tebeos no son solo cosa de niños. Incluso, grandes editoriales mainstream como Planeta cuentan con un subsello especializado en editar novela gráfica. Aún así, este lento avance en España no siempre se traduce en unas superventas.
¿De qué nos hablará en su conferencia de mañana en el Teatro España de Santa Eulària?
—Fundamentalmente de la expresión gráfica y literaria como herramienta de aprendizaje, tanto en lo académico como en lo vital. También trataré el uso del dibujo como herramienta de comunicación y de lenguaje universal y de procesos creativos y de lo que se está haciendo ahora en el mundo del cómic. Supongo que también hablaré de la ansiedad, la precariedad, la dificultad y todas las dificultades que implican querer vivir del dibujo en España. Y por supuesto de alguna chorrada también.
A lo largo de su trayectoria, ha recibido distintos reconocimientos, entre ellos, el premio Fnac-Salamandra Graphic por su primera novela gráfica, Chucrut. ¿En su trabajo es usted misma quien elabora el texto y la ilustración?
—Sí. En cada una de mis obras suelo ser yo la que lo hace todo. Idea, guión, textos, dibujos y color. Valgo para todo.
Sus imágenes en un principio eran muy cinematográficas por los planos y las secuencias que empleaba. Sin embargo, ahora asegura que le interesa más lo onírico y el texto, ¿por qué?
—Lo que realmente me interesa es la conjugación que se da entre texto e imagen. Como se relacionan ambos lenguajes. Me gusta trabajar una idea en el texto y otra en la imagen y que nunca sea redundante. Los dibujos narran una historia, y el texto, otra. A veces el texto corresponde a una voz narrativa específica, de un personaje, y la imagen es un espejo de lo que el personaje ve o de lo que siente. Supongo que de ahí viene el onirismo que desprenden mis últimos trabajos dentro del mundo del cómic y también que siempre me ha gustado la poesía. Creo que lo que realmente me gusta es poder explorar las posibilidades de las dos disciplinas por separado para ver cómo luego pueden funcionar juntas.
Entonces en sus trabajos, ¿qué adquiere más importancia el texto o la imagen?
—Bajo mi punto de vista, no hay uno más importante que el otro, o al menos procuro tratar ambos con la misma delicadeza. Si trabajo con los dos, han de funcionar en perfecta sintonía, aunque haya momentos de la narración en los que pueda tener más peso uno que otro,. Pero esto también forma parte del juego.
Además de trabajar en el mundo de los cómics y la novela gráfica, usted es también artista y ha expuesto en diferentes galerías de arte de varias ciudades europeas. Háblenos de la pluralidad de sus intereses artísticos.
—Son variados. Lo cierto es que siempre me he considerado una persona bastante inquieta. Mi búsqueda se centra en trasladar los códigos del cómic más allá del papel, y trabajar con sus posibilidades en otros soportes. De hecho, ahora estoy inmersa en un proceso donde le estoy dando caña sobretodo a la cerámica.
Entonces, ¿cuáles son los proyectos más inmediatos que tiene entre manos?
—Principalmente un cómic en el que trabajaré con el guionista Francisco Sánchez y que está pensado para el Ayuntamiento de Barcelona. Además, tengo pendiente la publicación en Francia de mi próximo cómic largo, Norbu.
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