Varón de 30 a 50 años, con problemas cardiovasculares (obesidad, hipertensión o apnea obstructiva del sueño) y que no estaba vacunado. Este es el perfil dominante entre los pacientes que recibe la consulta de neumología para personas que han sufrido el COVID, además de otros pacientes de entre 70 y 80 años. Todos ellos pasaron por la UCI o tuvieron un cuadro diagnóstico grave y, después de tres meses, siguen sufriendo secuelas respiratorias.
La doctora en neumología Silvia Torres y la enfermera Marisa Escobar se encargan de este servicio, que empezó a funcionar a finales de abril a raíz de un documento de consenso sobre la necesidad de seguimiento de estos pacientes de la Sociedad Española de Neumología.
Además, vieron que era necesaria una atención específica para estas personas, sobre todo debido al gran aumento de carga de trabajo que suponían para la consulta general. «Las consultas de neumología general están muy saturadas y si nos remitían este incremento de pacientes no hubiésemos podido asumirlo», explica la doctora.
En la lista de seguimiento tienen 46 pacientes graves, de los que han tratado a 32 y han dado 9 altas. Insiste en la importancia de la vacunación por parte de toda la población por su efectividad. «La mayoría de pacientes jóvenes que hemos recibido, por no decir casi todos, no estaban vacunados. Otra cosa es la gente mayor, que en muchos casos sí tenía la vacuna, pero eso es algo que ya sabíamos, no responden igual a la vacunación que la gente joven».
A quién tratan
Para ser incluido en el seguimiento de esta consulta, el paciente tiene que haber presentado una neumonía por SARS-Cov-2 que haya implicado el ingreso en la UCI, haber sufrido una afección respiratoria muy grave visible todavía en el momento de recibir el alta en las pruebas radiológicas, presencia de áreas pulmonares con condensaciones o necesidad de oxigenación tras recibir el alta.
Las alteraciones tienen que haber persistido tras 12 semanas desde que salieron del hospital y no padecer otras patologías que puedan explicar los síntomas.
Los pacientes llegan normalmente con disnea, sensación de falta de aire, les cuesta respirar más de lo normal cuando suben escaleras o sencillamente cuando caminan. Muchos llegan todavía con suministro de oxígeno.
También padecen de tos seca recurrente y, en muchos casos, no se han recuperado de los problemas motores que les han provocado estar dos o tres meses ingresados. «Son pacientes que llegan en silla de ruedas o con muletas debido a la pérdida de tono muscular. De estos temas se encargan en rehabilitación pero tienen un impacto muy importante sobre la función pulmonar. El pulmón está hecho para moverse».
Tras recibir el alta se avisa al paciente a los tres meses aproximadamente. El plazo es porque muchos pacientes, aunque tengan una afectación muy grave, mejoran transcurrido ese periodo. Silvia y Marisa les reciben en una primera consulta en la que se decide qué pruebas se van a pedir en función de los síntomas que tengan. La propia Marisa se encarga de gestionar todas las citas.
Normalmente a los pacientes se les hace un TAG, pruebas de función pulmonar y un walking test (una prueba de esfuerzo en la que el paciente recorre una pista y se comprueban sus constantes). Si el paciente recibe oxígeno se le hace, además, una gasometría arterial.
Torres destaca que el impacto de la consulta está siendo muy positivo para estos pacientes. Mejoran y la recuperación de estas secuelas pulmonares (no hablamos de COVID permanente) llega a ser total. «En las personas que han estado ingresadas durante meses es más complicado, esto es como un accidente grave y tiene unas consecuencias, pero la mayoría se recuperan».
Indica que algunos de los pacientes que tratan llegaron a perder 30 kilos durante su ingreso, lo que implica salir del hospital prácticamente sin masa muscular, lo que también provoca una pérdida en la capacidad pulmonar.
La duración de este servicio especial dependerá, según Silvia, de como evolucione la pandemia «que nos sorprende con cada ola».
«La buena noticia es que se curan muchos y se les da de alta. Luego hay otros cuyo tratamiento se prolonga y se les acabará integrando en otra consulta que tenemos de fibrosis pulmonar», apunta, una de las consecuencias más graves de la COVID para la que no existe tratamiento actualmente.
Experiencias
Igor acudió a su primera consulta de neumología post-COVID esta semana. Se contagió de su hija de seis años, cuando pasaba la cuarentena.
«A partir del quinto día empecé a decaer, cuando empezaba a toser no podía parar». Llamó al centro COVID y acudió una ambulancia para llevarle al hospital y hacerle una placa. «Lo primero que me dijo el doctor es que no sabía como podía caminar, porque tenía una neumonía muy avanzada», recuerda.
Le iban a ingresar diréctamente en la UCI, pero Igor agradece la pericia de la doctora, que al ver que tenía fuerzas para caminar decidió tratarle con oxígeno. Se libró de la UCI pero estuvo ingresado 32 días. Todavía tienen que hacerle pruebas pero parece que será un caso que no requiera tratamiento. Se vacunará en los próximos días a recomendación de la doctora para reforzar la inmunidad adquirida.
La que sigue en tratamiento desde mayo es María Jiménez, una de las primeras pacientes de la consulta. Desde que empezó dice que ha notado una gran mejoría, ya no necesita tener oxígeno todo el tiempo y agradece mucho el trato a Silvia y Marisa. Eso sí, comenta que desde el hospital tardaron mucho en llamarla para tratarla.
Tiene 77 años y pasó la enfermedad en el mes de enero a la vez que su marido, Eladio. Él no tuvo síntomas graves, pero ella entró directa a la UCI. Allí pasó ocho o nueve días: le faltaba oxígeno hasta el punto de estar todo ese tiempo aletargada. Cuando la pasaron a planta y empezó a recuperar la conciencia, estaba completamente desorientada. «Yo no sabía dónde estaba, pensaba que mis hijas me habían abandonado porque no sabía que estaba mala y por eso lloraba y lloraba», relata. Tras salir del hospital, su recuperación fue lenta hasta que empezaron a tratarla en la consulta de neumología.
Tanto Igor como María recalcan su agradecimiento a todos los profesionales del hospital, donde se sintieron muy bien atendidos
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