Una de ellas es la madrileña Melania Piris, quien tras llegar a la isla en 1973 ya mostró sus creaciones en la tercera o cuarta Pasarela Adlib. Esta mujer de risa contagiosa y buen humor constante es un ejemplo para los jóvenes diseñadores que vienen apretando fuerte además de un libro abierto de recuerdos, historias, anécdotas y conocimiento sobre nuestra moda.
—Vuelve a participar en la Pasarela Adlib haciendo pareja con Tony Bonet. ¿Cómo se siente?
—Muy contenta e ilusionada. Pero antes de nada hay que dejar claro que la colección es de Tony Bonet y que yo solo colaboro con tres piezas. Pero cuando me lo pidió no pude decirle que no así que estoy muy feliz.
—Usted es una de las grandes pioneras de aquellos primeros años...
—En parte sí porque desgraciadamente ya vamos quedando menos de aquellos amigos y diseñadores. Unos porque desgraciadamente ya se han ido para siempre y otros porque se marcharon de la isla de Ibiza.
—¿Cuándo fue su primera participación en la Pasarela Adlib?
—Pues creo que en la tercera edición. Yo llegué a la isla en el año 1973 y tardé un par de años en cogerle el pulso a la isla. Pero en cuanto pude ya me lancé a diseñar y crear mis propios vestidos.
—¿Recuerda cómo eran aquellas primeras prendas que presentó?
—Pues sinceramente no mucho. Hace ya casi cincuenta años de aquello pero si que me acuerdo que eran piezas mezclas mezcladas con una tela de fondo negro con dibujitos y otros elementos y todo ello adornado con cintillas.
—Usted es hija de militar y vivió por toda España siguiendo los destinos de su padre. ¿Qué es lo que le llevó a ser diseñadora de moda en Ibiza?
—Descubrir un mundo maravilloso. Yo vine a llevar una tienda pero cuando veía a las pagesas vestidas con sus trajes en el campo me quedaba maravillada. Y así, un día me lancé a la aventura. Compré cinco metros de tela, hice mis primeras creaciones y para mi propia sorpresa se vendieron enseguida. (Risas).
—¿Cómo recuerda aquellos años?
—Maravillosos. Increíbles. No te puedes imaginar. Nadie te ponía reglas y no había impuestos (Risas). Tu comprabas unos metros de tela y hacías casi lo que te diera la gana siempre que no hicieras daño a nadie. Luego, por la noche, ponías un pareo en la calle y una botella con una vela para iluminarlo y vendías. Fueron años magníficos porque todo era mucho más fácil que ahora.
—¿Dónde hacía sus creaciones usted?
—Empecé en la calle Mayor en pleno barrio de la Marina de Ibiza. Allí tenía la tienda al principio mientras vivía en la calle Retiro, también en la Marina. Eran otros tiempos. Todo era más distinto y tranquilo a lo que es ahora. La gente barría la puerta de sus casas, pintaba las paredes, ayudaba al vecino y sobre todo no había tanta droga.
—¿Siente nostalgia de aquellos años?
—No sé si tanto pero si es cierto que todo era mejor en muchos aspectos. Ibiza estaba llena de costureras que trabajaban de maravilla en sus casas de campo y a la luz de las lámparas de gasolina. Eran tiempos en los que apenas tenías dos o tres personas en tu taller para cortar los patrones que luego se repartían por las costureras que había toda la isla. Eran genial verlas como comenzaban con las puntillas debajo del algarrobo para después seguir en sus casas con sus máquinas de coser que funcionaban con un pedal.
—¿Son las grandes olvidadas de la Moda Adlib?
—En parte sí. Eran grandísimas profesionales y piezas fundamentales en el engranaje de la moda Adlib de aquella época. También es cierto que llegaron a ganar mucho dinero. De hecho sé de muchos jóvenes que se pudieron marcha a estudiar fuera de la isla gracias al sueldo de sus madres.
—¿Cómo ve la evolución que ha ido viviendo la moda en Ibiza?
—Toda evolución es positiva si se mantienen las tradiciones. Eso en ocasiones cuesta. Afortunadamente hay cinco o seis diseñadores que lo están consiguiendo. Y el más importante de ellos es, al menos para mí, Tony Bonet. Ahora mismo es el gran referente de la moda que se hace en Ibiza.
—¿Qué significa para usted la Moda Adlib después de tantos años?
—Lo que dice el eslogan que se inventó Smilja Mihailovitch de viste como quieras, pero con gusto. Además, es una marca muy importante que se ha exportado al mundo y ha puesto a Ibiza y a sus diseñadores en el escaparate. Por ejemplo, a mí, tras el tercer o cuarto desfile que hice en la Pasarela Adlib me empezaron a llegar clientes como El Corte Inglés o Galerías Preciados de 3.000 o 4.000 prendas. Una locura para la infraestructura que tenía.
—Y echando la vista atrás, ¿con qué se queda de todo lo vivido?
—Lo más bonito para mí es que siempre he podido hacer lo que me ha dado la gana, que no siempre ha sido mucho, y siempre dentro de unos límites. Y el poder vivir en una isla como Ibiza que es una maravilla porque nadie te preguntaba de donde venías, quien eras o cuales eran tus padres.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Periódico de Ibiza y Formentera
De momento no hay comentarios.