Óscar Vospy, encargado de dirigir el show, entró en escena subido a una gran pelota roja y vestido de blanco para dar la bienvenida y enseguida dar paso a Melchor, Gaspar y Baltasar. No se presentó como paje sino que definió a su grupo como ángeles. Melchor, Gaspar y Baltasar entraron flanqueados por una pareja de ángeles zancudos que, tras sentarse sus majestades en sus respectivos tronos, bailaron un tango en las alturas. Tras el baile zancudo, todo un carrusel de acrobacias de todo tipo en el que Óscar, Lillit, Dessirée, Naomy, Rudy y Darla danzaron a metros del suelo colgando de un aro o de unas telas. Sacaron a pasear a un curioso ‘perrito en forma de diábolo', marearon al público con sus equilibrios en un gran aro y también maravillaron con sus contorsiones.
Entre acrobacia y acrobacia, mucha música. Pero también acrobática, es la única manera de definir lo que hace Dani Lleonart, un ‘beatboxer' que solo con su voz y un micro fue capaz de reproducir la sesión de cualquier dj y de hacer bailar a los ‘peques' desde sus sillas con sus piruetas vocales. Pero no estaba solo ya que con él Rudy, Óscar y Darla se marcaron algunas canciones a ritmo de reggae que hicieron las delicias de sus majestades y de los asistentes.
El espectáculo de una hora culminó con unas palabras del rey Melchor, que supo agradecer el magnífico comportamiento de los niños y niñas de Sant Josep en este año 2020 que ha sido tan complicado. Incluso puso su buen comportamiento y responsabilidad ante la pandemia como ejemplo hacia muchas personas mayores a los que no tendrán más remedio que llevar carbón por irresponsables.
No es el caso del pequeño Oliver de tres años, quien a estas horas ya estará jugando con su Spiderman. A su hermano Éric, de siete años, le gustó tanto el espectáculo de ayer que reconoció que lo prefiere a la cabalgata, ante la estupefacción de su madre. Cristina no acababa de tener claro si el espectáculo de ayer era para niños tan pequeños como Oliver, quien en algún momento «se ha puesto nervioso y quería levantarse». El padre de esta familia, Dani, sí que tenía claro que prefiere la cabalgata.
Ari tiene cinco añazos y expresaba su opinión sobre el espectáculo de manera simple y directa: «¡Guay!». Su favorita fue la chica que bailaba en el aro, pero enseguida reconoció que prefería «a los Reyes Magos en la calle». Según informaciones de un paje real, tanto ella como su hermanita de tres años han podido recibir sus regalos sin ningún problema, y si todo va bien, el año que viene Ari podrá disfrutar de una cabalgata de Reyes Magos en condiciones normales, en la calle y recogiendo decenas de caramelos.
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Poliesportiu de Can Raspalls...??? Si que construeixen ràpid darrerament, idò!