Los niños, con sus padres, guardaron cola pacientemente. | Marcelo Sastre

Parecía una mañana relativamente normal en Sant Antoni. En los supermercados, la gente compraba. Por las calles, paseaba la gente con sus mascarillas. En el parque de la plaza de España, los niños jugaban… Pero a poca distancia, en el Passeig de ses Fonts, la ilusión y la magia eran los protagonistas. Los niños, acompañados de sus padres, hacían cola para saludar a los Reyes Magos.

No son las fiestas navideñas habituales. La pandemia de la COVID-19 lo ha cambiado todo y sus Majestades de Oriente también han sido víctimas. Su magia ha permitido que visiten a los niños de los distintos puntos de España, pero lo han tenido que hacer respetando las nuevas normas sanitarias para evitar aglomeraciones con las típicas cabalgatas del 5 de enero. En Sant Antoni, a lo largo de la mañana y también por la tarde, Melchor, Gaspar y Baltasar, junto a sus pajes, estuvieron presentes en la caseta situada en el paseo para saludar a los niños del pueblo.

Una larga cola para saludar y hacerse una foto con los Reyes Magos. Las caras de los niños, su ilusión, lo decían todo. Algunos los miraban con miedo, otros con asombro, pero la mayoría se alejaba de ellos con una cara de felicidad, una sonrisas de esas que se dicen de oreja a oreja. La espera valía la pena para ver a las mágicas figuras. Entre las personas que hacían cola estaba Juani con su hija Yumara, de tres años que fue buena y no escribió una carta demasiado extensa. Juani destacó la iniciativa: «Está muy bien. Los niños no pierden la ilusión, aunque no se pueden acercar mucho». «Es complicado con lo que está pasando, pero es mucho mejor que sigan haciendo cosas para los pequeños», insistió.

En una línea, muy similar se manifestó Natalia, otra de las madres que esperaban pacientemente con su hijo: «Para los niños está muy bien. Es distinto a lo de otros años, pero está bien». Su hijo Alejo, de seis años, esperaba nervioso y con timidez su turno. Entre las cosas que había pedido a los Reyes estaban un minibasket, la varita de Harry Potter o el disfraz de Thanos.

También en muchas de las cartas no faltan clásicos como las bicicletas o las videoconsolas. Adrián, de cinco, apostaba por el vehículo de dos ruedas, una afición heredada de su padre Alberto, que sobre la recepción real señaló: «No es lo mismo que una cabalgata, pero al menos tienen algo».

Los Reyes Magos repartieron su alegría entre los pequeños de Sant Antoni. Unos niños que ayer se fueron pronto a la cama y hoy se han despertado con sus nuevos juguetes. La ilusión no entiende de pandemias.