El portavoz de Salvem sa Badia, en la pasarela del dique de entrada al puerto de Sant Antoni. | Daniel Espinosa

Pepín Valdés Prats (Sant Antoni, 1959) es el portavoz de la plataforma Salvem sa Badia, una iniciativa proteccionista surgida el pasado invierno en el seno del Club Náutico que rechaza el tráfico de ferris en el puerto de Sant Antoni. En los últimos meses, ha mantenido reuniones con instituciones y entidades de la bahía, a quienes ha transmitido el mismo mensaje: se debe pensar más en el futuro y en el medio ambiente, por lo que la actividad en el puerto se debe limitar a las embarcaciones de recreo y actividades náuticas y pesqueras. Profesor jubilado pero volcado en la pedagogía social, ha impartido clases en tres centros de Primaria del municipio y participa en el programa de la Semana del Mar desde hace 25 años. Ha impulsado el club de piragüismo y esta semana participó en el Foro Marino, donde ha expuesto los proyectos que propone Salvem sa Badia. Es consciente de que el futuro del puerto ha suscitado una división de opiniones en el pueblo y admite -«como mal menor»- la posibilidad de que se pudiera alcanzar un consenso si solo se permiten los ferris con pasajeros y vehículos, pero nunca los cargueros con trailers o contenedores.

—¿Cómo define Salvem sa Badia y quién forma parte de este movimiento?
—Salvem sa Badia es una iniciativa popular que partió a raíz de una asamblea extraordinaria del Club Náutico (de Sant Antoni), celebrada en noviembre del año pasado, en la cual la directiva del club presentaba a los socios la realidad de la bahía y su problemática. En esa asamblea se presentó el problema de la calidad del agua y la situación en que se encontraba el puerto. Y mucha gente se indignó. Había cosas que ya conocían, pero otras que no, y entonces decidimos que había que compartir esta situación con toda la sociedad. No es un problema solo de una asociación o del club náutico, y nosotros solos no lo podemos solucionar. Y así nació esta iniciativa.

—¿Entonces no constituyen una asociación al uso?
—Estamos mirando cómo podemos crecer y estamos invitando a la gente a conocer esta realidad y que sepan que esto no se puede arreglar exclusivamente con una asociación. Se tiene que compartir y hay muchos elementos implicados, y veremos cómo vamos a continuar. De la asamblea salió la creación de este especie de comisión y le pusimos el nombre de Salvem sa Badia. Y además planteamos 10 objetivos a los que cualquier persona se puede adherir. Hemos hecho una web donde salen estos objetivos y cualquiera los puede firmar y enviarlos como soporte a nuestras iniciativas.

—¿En qué consisten esos 10 objetivos?
—Son muy amplios. Lo que pretenden es salvaguardar el medio ambiente que hay en el entorno de la bahía. Hay que conocer los usos que tiene ahora y definirlos. Nosotros decimos que los usos de la bahía deben ser recreativos, lúdicos y lo que históricamente es la actividad de la Cofradía de Pescadores. Lo que básicamente decimos es que la bahía es muy pequeña y el puerto también, y no pueden venir ferris de gran tonelaje con carga rodada, que esto ya lo hemos tenido. Mucha gente recuerda aún cuando se acumulaban los containers en el muelle, y luego vino el tráfico rodado. Queremos que se definan los usos del puerto y después, muy importante, está la labor de que todos nos demos cuenta del gran valor que tenemos con esta bahía para Sant Antoni y para toda la isla. Conocemos el ambiente turístico o las puestas de sol, pero no conocemos, por ejemplo, lo que hay debajo del agua. Y aquí está el gran secreto de que esto funcione como un gran ecosistema para tener la claridad en las aguas y la posidonia viva. Y, como le decía, estos objetivos también hacen un llamamiento para solucionarlo entre todos, para que haya una sinergia entre todos los usuarios o personas interesadas, y los primeros son las instituciones.

—¿Estarían dispuestos a consensuar una fórmula para que se autorizara exclusivamente la vuelta de los buques de pasajeros?
—Partimos de que la problemática de la bahía se debe solucionar de forma colectiva ya que hay muchos intereses, y eso es muy importante. Nosotros consideramos que lo realmente importante es la medida, la medida del paisaje, de la bahía en sí, y tenemos que poner en valor lo que tenemos. Y con esto puede ser que tengamos que ceder en algunas cosas, pero tenemos que empezar a pensar, y este es un buen momento, lo que queremos mirando al futuro, no al pasado. Y la realidad es que con estas premisas tan claras en el puerto no caben grandes barcos, simple y llanamente: es una cuestión de medida. Hemos de restringir, y sobre todo viendo cómo hemos evolucionado y cómo hemos crecido. Ibiza, hace unos años, vivió la polémica de la construcción de un puerto que se consideraba sobredimensionado. En todas las reuniones que hemos mantenido con asociaciones e instituciones siempre hemos dicho que el muelle para grandes esloras debe quedar libre o disponible por si se produce una emergencia en la isla. Y esa parte del dique se puede recuperar para el disfrute del pueblo, y precisamente esto puede generar también actividad económica, pero no en la dirección del crecimiento de número de barcos. Es un reto que tenemos. Si queremos una solución a corto plazo, podemos llenar mañana el puerto de barcos y cargarnos todo, pero hemos de tener miras más altas y ver que lo interesante de verdad hay que ponerlo en valor y eliminar los buques de gran eslora.

—¿Cómo valora el informe de Ports Illes Balears a favor del tráfico de ferris por razones económicas y de geoestrategia?, una opción que también respaldan distintas asociaciones del pueblo.
—Le responderé con otra pregunta: ¿Se imagina por un momento que Sant Antoni pidiese un aeropuerto? O que alguien dijera que hay que poner una base de hidroaviones para que vengan turistas. Y yo me pregunto: ¿para qué? El argumento de Ports sobre la importancia geoestratégica del puerto también podría tener en cuenta las eventualidades relativas a la seguridad, pero no una línea regular de ferris porque Ports no va a poner los barcos aquí, van a ser las navieras, y vamos a estar en función del mercado. Las navieras saben cómo funciona y pueden llenar esto en julio y agosto, pero saben que no pueden mantener una línea regular todo el año. En un momento determinado, todos tenemos que ceder en algo, pero imagine que a alguien le interesa montar una gran discoteca o algo así... El mar no es una propiedad de nadie, a diferencia de la tierra. El mar es de todos y lo tenemos que compartir. No podemos hacer lo que nos dé la gana a cada uno. Hemos de crecer económicamente, pero hay que ver cómo lo hacemos. Lo que pedimos no es utópico. En Ibiza ya hay un puerto sobredimensionado que lo tenemos para mucho tiempo y es suficiente.

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—Dice que el consenso sería lo deseable para el futuro del puerto, pero para llegar a un acuerdo las dos partes suelen ceder en algo. ¿Qué estaría dispuesto a conceder Salvem sa Badia para llegar a un pacto satisfactorio para todos?
—Las decisiones que se tomen deben ser lo más consensuadas posible y que se entienda que acogerse a determinadas cuestiones de seguridad o estratégicas no puede ser el único argumento.

—¿Pero en qué aspecto estarían dispuestos a ceder? ¿No puede haber una solución intermedia que diga ‘sí' a los ferris turísticos y ‘no' a los buques de mercancías?
—No es una cuestión de ceder sino de poner encima de la mesa que se establezcan los criterios para la gestión del futuro. No nos enconemos en tener ferris. No podemos sobredimensionar el puerto. No se trata de ceder o no ceder. Si admitimos los grandes buques y nos cargamos la bahía, eso no es ceder en positivo. Este es uno de los límites…

—¿Pero entonces Salvem sa Badia estaría dispuesta a aceptar la opción intermedia, es decir, solo el tráfico de pasajeros y vehículos?
—La opción intermedia que se está barajando contemplaría exclusivamente el tráfico de pasajeros. Este sería uno de los puntos de equilibrio al que se podría llegar. Habría que estudiarlo, pero esta fórmula intermedia podría ser una solución, entendida como un mal menor.

—¿Debe seguir creciendo Sant Antoni?
—Hace dos años ya abogaba por que, desde el punto de vista colectivo, tenemos que decidir cómo queremos crecer en Sant Antoni, que es un caos. Si hubiéramos cometido en la bahía los mismos errores que cometimos en Sant Antoni, la bahía estaría hoy alicatada. El problema urbanístico de Sant Antoni es brutal, el PGOU es del año 1987. Hemos gastado millones y millones en planes que no han salido adelante y es lamentable que no se haya llegado a acuerdos. Sant Antoni es un sitio difícil para llegar a acuerdos, por su idiosincrasia… Pero va ser la única manera de solucionarlo. Estamos abocados a los acuerdos porque San Antoni es limitado, tiene una realidad y no podemos mezclar los usos residenciales con los turísticos.

—¿Cree que Ports tendrá en cuenta sus propuestas?
—No lo sé. No tengo claro que pueda haber una negociación. Ports tiene unos intereses muy marcados, genéricos, y cuando hablan piensan en los ciudadanos de Baleares en general, pero creo que a veces no tienen en cuenta la realidad de donde está cada puerto, y con su informe minimizan la importancia de lo que hay. Ports tendrá que determinar si aquí puede haber barcos grandes o no, como ha hecho en Sóller o en Pollença. ¿Y nosotros, por qué somos un puerto estratégico? Por la proximidad a Denia y porque nos podemos comunicar con Mallorca, dicen, pero luego el sistema económico que funciona es el de las navieras, y ellos no sé si exigirán a las navieras en su pliego de condiciones la obligación de mantener una línea todo el año y que deben limitar la potencia de los motores. Y por otro lado, Ports de les Illes Balears es una empresa pública del Govern y tiene también la responsabilidad sobre el agua, porque mantener la calidad del agua es muy importante. La medida del puerto y la importancia del agua limpia, éstas son las claves.

¿Qué opina sobre la división de opiniones que hay el pueblo?
—Sant Antoni tiene un problema que no me atrevo a llamar endémico. Ha sido el pionero de la isla y tenía una relevancia importante, pero hemos cometido errores muy graves y ahora estamos pagando todo esto. Económicamente, a veces hay gente que solo ve el corto plazo. Y la responsabilidad de explicar determinados argumentos no es solo de Salvem sa Badia: las instituciones tienen que explicar a las personas lo bonito que tenemos aquí y que por lo que podemos vivir aquí es por el agua tan limpia de la isla. Llegar a Ibiza 40 minutos antes no es lo importante. Y también tenemos que hacer didáctica en cuanto a concienciación ciudadana sobre temas de ruidos y contaminación lumínica. Nosotros consideramos que la bahía es limitada y pequeña y no caben este tipo de embarcaciones grandes. Y eso no nos restará crecimiento económico porque existe la posibilidad de crecer desde el punto de vista del medio ambiente.

—¿Cómo sería ese crecimiento?
—Ahora, por ejemplo, vamos a recibir muchas ayudas de la Unión Europea, 140.000 millones de euros que no se dedicarán a cualquier cosa, sino a proyectos de iniciativas medioambientales. El primer criterio va a ser que sean proyectos de preservación del medio ambiente o de reservas marinas, como la que tenemos aquí delante con Cala d´Hort y los islotes de Poniente, y curiosamente en el Foro Marino del año pasado se hizo una ronda a todos los alcalde de Sant Antoni y Marcos Serra (el alcalde actual, del PP) prometió que plantearía una reserva marina en Ses Margalides, que está fuera del entorno de la bahía, y me pareció una apuesta valiente. Ahora es el momento de hacer eso. El siguiente paso, como alternativas económicas, es hacer protecciones y reservas marinas selectivas, zonas de pesca acotadas para los pescadores, que nos hemos entrevistado con ellos y nos han dado el soporte público. El siguiente paso serán programas de didáctica ciudadana. También tenemos que hacer programas para concienciar sobre el plástico. Con todas estas premisas hemos de generar actividad económica, y se puede. También proyectamos otros atractivos como un aula ciudadana, una sede de las dos reservas marinas que tenemos aquí o un centro de interpretación de la bahía, que sería muy bueno.