Por lo general, la primera noche de desconfinamiento de este pasado sábado no tuvo mucho ambiente en la localidad ‘portmanyina’. | Marcelo Sastre

Los bares y restaurantes del pueblo de Sant Antoni han sufrido una bajada de hasta el 75% en sus ingresos con respecto al volumen de negocio que registraron la pasada temporada, según reveló ayer a Periódico de Ibiza y Formentera el vicepresidente del sector de Restauración de la patronal Pimeef, Miguel Tur Costa.

«Es la tónica general en todos los establecimientos del pueblo Sant Antoni. La temporada ha sido desastrosa para casi todos porque no hay turistas y la actividad económica se ha ido paralizando desde que se decretó el confinamiento en el centro. Además, una buena parte de los residentes no sale de su casa por precaución o por miedo», explica Miguel Tur, propietario de un restaurante, Villa Manchega, que habitualmente se llenaba cada noche en verano y que ayer apenas tenía tres mesas para la cena en la terraza.

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El hecho de que muchos empleados de los hoteles y empresas de mantenimiento o abastecimiento no hayan podido trabajar esta temporada también ha repercutido negativamente en las pymes de restauración de Sant Antoni y la bahía de Portmany. Y lo peor es que se avecina un otoño y un invierno «muy complicado» porque, de mantenerse las restricciones actualmente en vigor, «las terrazas no se podrán utilizar en invierno por el frío y porque si instalas un cerramiento ya se considera un espacio interior, con más limitaciones aún», añade Miguel Tur Costa.

«Tenemos la esperanza de que bajen los contagios y que la gente empiece a sentir seguridad y confianza para entrar en un local, esto es muy importante», afirma este empresario, quien confiesa que en este momento «hay tanta incertidumbre y una sensación tan extraña que no sabes muy bien por dónde tirar. Ahora lo primordial es reducir costes al máximo e ir resolviendo los problemas sobre la marcha, pero si vemos que la situación es insostenible habrá que cerrar».

El sábado a partir de las 22.00 horas se levantó el confinamiento del casco urbano de la localidad portmanyina y, si bien se pudo ver algo de movimiento en esa primera noche de ‘libertad', lo cierto es que predominaban los locales cerrados y no mucha gente en las terrazas cenando o tomando algo.