Parte de la misiva enviada por Marià Villangómez a Cela.

Camilo José Cela tuvo muchos enemigos, escritores a quienes no les gustaba su forma de ser, como el recientemente fallecido Juan Marsé, pero también tuvo una legión de amigos con los que hizo muy buenas migas e invitó a Mallorca: desde Américo Castro a Tristan Tzara. Entre los escritores ibicencos se carteó y se llevó muy bien con con Cosme Vidal Llàser y, sobre todo, con el gran poeta en verso y prosa, Marià Villangómez. Periódico de Ibiza y Formentera ha localizado en la Fundación Cela de Iria Flavia (A Coruña), con la inestimable ayuda de Lourdes Regueiro, las cartas entre estos dos primeros espadas de las letras y de ellas se deduce respeto, cordialidad y franqueza.

Sobre estas líneas, carta del Nobel al reconocido autor de Eivissa.

La correspondencia comienza en 1957 y se centra en la revista Papeles de Son Armadans, una de las mejores revistas literarias del siglo XX, que se hacía e irradiaba desde Palma y en la que de tanto en tanto colaboraba don Marià que calificó esta publicación de «selecta, digna e independiente».

Catalán
Cela quería sacar una colección de libros en catalán, gallego y castellano y estaba, en 1957, en tratos con el poeta ibicenco para editar El cop a la terra, pero la colección no pudo salir adelante. Una de las cosas interesantes de esta correspondencia es que Villangómez había leído buena parte de la obra de quién sería futuro Nobel, le gustaba mucho Judíos, moros y cristianos («me parece extraordinario»).

No consigue hacerse Villangómez con un ejemplar de La Colmena, tenía mucho interés en leerla, finalmente un amigo ibicenco se la prestó. En 1957, el cartero se presentó en la casa de don Marià, Ignacio Riquer 23, con una carta de don Camilo, ya flamante académico de la RAE, en la que le viene a decir que está teniendo problemas para sacar la colección de libros en la que quería incluir El cop a la terra, se lo viene a decir de una manera muy educada.

En febrero de 1959 invita a nuestro poeta balear a las famosas Conversaciones de Formentor a las que acudiría la flor y nata de la intelectualidad española. Villangómez se lo pasó muy bien en Formentor e incluso aquel paisaje tan de Costa i Llobera le sirvió para inspirarse y escribir un poema que envió a Cela (25 de junio de 1959).

De esta forma, tanto Marià Villangomez como Camilo José Cela tenían, como es lógico, amigos comunes en Palma, el que más los unía era Josep Maria Llompart, que trabajo primero para Cela y luego para Francesc de Borja Moll, y cuya enorme aportación a nuestra cultura está todavía por desgranar adecuadamente.