Casi Todo empezó siendo una tienda de antigüedades y de productos de segunda mano, abierta en el año 1973.
Los padres de Pablo Monks, el propietario, cogieron el local en el 1985, cuando él sólo tenía 15 años. Las subastas comenzaron el año 1990, consideradas como «una novedad que aquí no existía».
Una vida
«Casi Todo para mí ha sido un lugar para venir todos los días a trabajar y formar mi vida», explicó ayer Monks.
Los tres pilares de Santa Gertrudis son la iglesia, el bar Costa y el Casi Todo. La gente comentaba que «Casi Todo ha hecho que Santa Gertrudis esté dentro del mapa». «Intentaremos seguir de otra manera, pero no será aquí», dijo el propietario de la tienda.
El máximo de personas que asistían a las subastas eran unas 150 o 200, con lotes de 500 en subastas de dos días.
Últimamente, las subastas eran de vaciado de casas. Es decir, cuando se vende una casa, ellos venden su contenido.
«Una vez vendí una moto modelo Messerschmitt, de tres ruedas, hecha por los alemanes. Era de los años 40 o 50, tenía una cúpula. Se vendió por 15.000 euros» y «una mesa de herramientas de una casa particular, se picaron dos personas y el que se la quedó dijo que no quería que su mujer se enterara del precio que había pagado por el artículo», son dos anécdotas que contó un divertido Monks.
En la tienda se han llegado a vender muchas cosas diferentes, desde coches, a muebles, cuadros, pintura, joyería...todo un sinfín de singulares artículos que, con estas subastas, han tenido una nueva vida.
Casi Todo, de momento, no cierra definitivamente ya que continuarán de manera online e intentarán hacer las subastas dentro de las mismas casas. «Tengo casi 50 años y no quiero continuar haciendo lo mismo sin hacer algunos cambios que sean también beneficiosos para lo que estoy haciendo. El coronavirus nos ha afectado también y quiero quitarme cosas de encima que sean alquileres y cosas costosas», recalcó Pablo.
El negocio, en los últimos años, no ha ido mejorando, han sido un poco más flojos. Por todo ello, «tendremos un local físico pero sólo será un almacén».
«Dejamos el local a finales de julio. Los cambios son buenos y estoy motivado; estoy contento con mi decisión», concluyó Pablo Monks.
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