Eduard Micus fue el creador de este espacio. El artista quedó enamorado de la isla en una de sus visitas y decidió afincarse aquí junto con su familia en 1972.
Ahora, coincidiendo con el aniversario de la muerte del artista fundador, se ha decidido organizar una exposición que conmemore el recorrido plástico de sus años en Ibiza, y es que sólo ver la obra completa posibilita que los visitantes puedan tener una comprensión total de lo que más encandiló al pintor de la isla mediterránea. Así pues, también verán detalles a través de sus ojos, como no los habían podido ver hasta ahora.
Detalles de una vida
Paredes de cal blanca, orgánicas e incluso rugosas, se convierten en el contenedor perfecto de las obras dispuestas en sus distintas salas, bañadas por la luz natural procedentes de las ventanas y del techo, que mantienen un diálogo vivo en el pasar de las horas e incluso de las estaciones. La obra pictórica de Micus no se puede entender sino como una investigación permanente del contraste, de la acción de la luz que llena y vacía espacios, que descubre y esconde, que ilumina a la obra y también al espectador.
Los grandes ventanales del edificio se convierten en obras vivas que son cambiantes
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