Ninguno está contento de como van estos días. «Deberíamos abrir todos a la vez porque no es normal que nosotros lo hagamos mientras hay compañeros en Madrid o Barcelona que aún siguen cerrados provocando un lío tremendo en clientes y trabajadores», explicó ayer a Periódico de Ibiza y Formentera Mercedes Mayans, responsable de la Administración número 3 de Ibiza, Eivisort.
Lío con fechas y sorteos
Además, la confusión aumenta al comprobar que no han regresado al mismo tiempo todos los sorteos de Loterías y Apuestas del Estado. Esta semana se puede jugar al Euromillón y a la Primitiva y a partir del lunes 25 de mayo vuelve el Gordo de la Primitiva y la Bonoloto. Mientras, la Lotería Nacional empieza el 11 de junio con el sorteo pendiente del 19 de marzo. «Si es un lío tremendo para nosotros imagínate para los clientes que no saben cuando será el próximo sorteo, si ha caducado su boleto o cuando pueden cobrar si han ganado», aseguró Sonia, de la Aministración número 4 situada en la Avenida de España.
Ella, al igual que otros compañeros, han llenado de carteles informativos sus establecimientos sin que, de momento, tengan demasiada suerte. «Intentamos que todo esté lo más visible posible y sea comprensible pero durante estos días tenemos que hacer mucha pedagogía ante el gran desconocimiento que hay», concluyó Sonia.
Esta confusión también ha generado un descenso de ventas que provoca que el futuro no sea demasiado halagüeño. «La gente está dudando mucho porque este es un juego muy del día a día e imaginarte sorteos con resultados en junio hace que nuestro comprador se lo piense dos veces», comentó Cristina, de la Administración número 2 de la calle Bisbe Torres.
Ante esta situación la Agrupación Nacional de Asociaciones Provinciales de Administradores de Lotería (ANAPAL) ha llegado a un acuerdo con la SELAE para crear una comisión que evalúe la repercusión económica y la búsqueda de ayudas. «Estamos muy preocupados porque estos dos meses han sido duros y porque en nuestro caso tenemos estamos en la Marina, un barrio que sin turismo no es nada desde que el Ayuntamiento lo convirtió en un parque temático del verano sin vida y sin interés para el resto de la ciudad», se lamentó Juan Mayans, propietario de la número 1, en la calle Antoni Palau.
Nueva realidad
Mientras todo esto pasa los clientes y responsables también se van adaptando a una nueva «normalidad».
En los mostradores o en mesas los geles hidroalcohólicos son ya un elemento básico del mobiliario y los bolígrafos se prestan para después ser desinfectados tras casa uso. Además, cintas en el suelo marcan donde esperar, en algunas como la de la calle Bisbe Torres no pueden entrar más de dos personas a la vez, y en la número 4 de la Avenida de España, se usan solo dos ventanillas al cerrarse la del centro para mantener la distancia de seguridad. Además, las mascarillas, guantes y hasta pantallas protectora son ya habituales. Toda medida es poca porque en este caso no hay que tentar a la suerte.
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