«Fue algo brutal. La luz se fue y en pleno mediodía parecía noche cerrada. Los halógenos de seguridad se encendieron pero seguía el estruendo y la oscuridad. Fue cuestión de segundos pero se hizo eterno. Al salir a la terraza vi los destrozos en la piscina y en la cama elástica, pero los vecinos me hacían aspavientos e indicaciones. Al dar la vuelta me encontré el desastre». Así relataba ayer Noelia Fayos a Periódico de Ibiza y TEF los momentos de pánico sufridos el martes cuando el tornado golpeó su propiedad y tumbó un pino de unos 20 metros sobre su vivienda, destrozando parte del jardín y las ventanas de la habitación de uno de sus hijos.
«Todavía no me lo creo, pero también pienso que afortunadamente no nos pasó nada más allá de que un pino nos ha reventado la barbacoa y destrozado el jardín», señaló Noelia, quien se tomó el episodio con buen ánimo ya que, según remarcó, «lo podemos contar».
Su propiedad se encuentra muy cerca del hotel Tanit y desde su terraza se aprecia el recorrido de destrucción dejado por el cap de fibló, con decenas de árboles tumbados en una franja de unos doscientos metros de ancho. El remolino avanzó desde la zona de Cap Blanc y tras pasar por su propiedad giró en dirección a Can Coix.
Todas las propiedades del entorno presentan un panorama similar con árboles partidos y muchos de ellos recostados sobre casas, vallas o coches.
Gran respuesta de emergencias
Ayer por la mañana, Noelia recogía los daños más pequeños causados por el tornado y esperaba la llegada de los bomberos o de operarios municipales. En este sentido, esta vecina de Sant Antoni agradeció la atención y la respuesta que había recibido en las últimas 24 horas por parte del dispositivo de emergencia desplegado. «Llamé al 112 a las 11.54 horas y ellos mismos me informaron que se trataba de un cap de fibló. Poco después, apenas unos 10 minutos más tarde, escuchamos las sirenas y toda la zona se llenó de policías, Guardia Civil, bomberos y ambulancias. Evidentemente primero tenían que atender a los tres trabajadores heridos en la obra, pero luego se interesaron por nuestra situación y empezaron con los trabajos de retirada de árboles», relató Noelia.
Casetas por el aire y tres heridos
Dos de los tres heridos recibieron el alta el mismo martes. El compañero que sufrió las heridas más graves permanecía ingresado a cargo de la Unidad de Neurocirugía.
El primer impacto del tornado contra tierra firme dejó tres heridos pero pudieron ser más. Uno de ellos pudo ser Jaume Colom. Ayer por la mañana regresó a su puesto de trabajo en la promoción que alzan en primera línea de costa. Su ubicación habitual es en una de las tres casetas que el remolino hizo volar una veintena de metros hasta impactar contra una pared.
«Teníamos una reunión a mediodía y por eso nos encontrábamos en otra caseta. Si no es por este hecho habríamos corrido la misma suerte», advirtió mientras dirigía su mirada a la estructura de color blanco donde hasta el martes desarrollaba su trabajo en la promotora.
En ese punto, varios operarios recogían los materiales que se acumularon junto a un muro arrastrados por el cap de fibló. Uno de ellos recogió los cascos que llevaban los compañeros lesionados. Muy cerca, una gran excavadora maniobraba para retirar las grandes planchas que hasta el martes eran las paredes de las casetas de obra.
Otro grupo de trabajadores retiraba los bloques desprendidos de la pared divisoria con la propiedad contigua. Aquí, uno de los vecinos, Badenan Kasim, retira con unos amigos los restos de cristaleras y otros muebles que fueron reventados por el paso del tornado.
«Ahora incluso hacemos broma, pero realmente pasamos auténtico pánico. La luz se fue, todo estaba muy oscuro y entre la lluvia empezamos a ver objetos volando. Fue cuestión de segundos pero de una violencia que jamás había visto», remarcó Badenan.
En la parte exterior del inmueble dos operarios de Elecnor trataban de descifrar cómo una farola había acabado atrapada entre las enormes ramas de un pino. Otras ramas de este árbol continuaban recostadas sobre el tejado de una casa.
A media mañana, decenas de vecinos y turistas recorrían este tramo de la carretera de Cala Gració para ver en primera persona los devastadores efectos del tornado que barrió Sant Antoni.
En momentos de crisis la solidaridad entre vecinos también estuvo muy presente. Así, mientras unos técnicos revisaban la azotea de la urbanización, otros vecinos de Badenan colaboraban en la retirada de desperfectos. Uno de ellos, Aníbal García, apuntó que el fenómeno no le cogió en casa, pero cuando llegó se hizo una clara idea de la potencia del cap de fibló. «Las cristaleras de la terraza estaban muy bien fijadas y prácticamente no quedó ni una en su sitio. Y las pocas que quedaban las hemos retirado por seguridad. El viento levantó macetas de más de 30 kilos. No dejó nada en pie y parece un campo de batalla», apostilló.
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