Cala Llonga se llenó ayer para disfrutar de la combinación de música, mercadillo, comida y playa, que hizo del ‘Playing for change day’ todo un éxito. | Marcelo Sastre

Cala Llonga estaba llena ayer a mediodía. Teresa Marco recorría el mercadillo con una gran hucha blanca. Iba recorriendo los cuatro escenarios del ‘Playing for change day' como voluntaria. «Yo es que canto en un coro góspel. Una compañera nos invitó a esta iniciativa y yo me apunté». Esta valenciana dedicó ayer su mañana de domingo a colaborar con la fundación ‘Playing for change', que da educación musical gratuita a niños de 11 países. El evento también colaboró con Aspanob, a la que se destinó el 15% de la recaudación.

La secretaria de la Asociación de Vecinos de Cala Llonga, Beryl, se mostraba muy satisfecha con la organización de la jornada. Unos 40 voluntarios recorrían la cala mientras sonaba la música en vivo de los 46 grupos participantes. «Y tenemos lista de espera para el año que viene», aseguraba Beryl.

Todos los grupos actuaban de forma gratuita y solidaria. Muy meritorias eran las primeras actuaciones, pasado el mediodía bajo un sol de justicia. A esa hora actuaron dos de las novedades de este año: una colla de ball pagès, la de l'Horta; y una banda de metales ibicenca, Ensemble de saxos. Este último grupo de jóvenes instrumentistas deleitó al público con canciones populares como ‘In the hall of the saxophone king' o ‘Gary come home' que suscitaron merecidos aplausos.

En el Foodmarket Beach Stage abrían la jornada ‘Los Compays del ritmo'. Al bajo de este grupo de sonido latino y «futurista» estaba Jordi Elias Schlager. Ejemplo de la internacionalidad del festival, este ibicenco, hijo de austríaco y alemana, se mostraba muy contento de colaborar con esta buena causa con su música. Los conciertos se sucedieron hasta la medianoche.