Por décimoquinto año consecutivo se celebró en el municipio de Sant Antoni la batalla de tomates entre cartagineneses y romanos con motivo de la celebración de las fiestas de Sant Bartomeu.
Tras una mañana de diferentes actividades, la tarde comenzó con la llegada de las tropas cartaginesas (vecinos de Sant Antoni) a la playa de s' Arenal en torno a las 19.30 horas y encabezados por una amazona cartaginesa a lomos de su caballo.
A continuación, los romanos (vecinos de Sant Josep) hicieron su aparición recibidos por los cartagineses al cántico de: «Los romanos tienen que morir», a lo que contestaron en un ambiente de jolgorio: «¡A por ellos!».
Faltaban diez minutos para el comienzo de la batalla campal de tomates cuando por mar llegaron, como novedad este año, cuatro llaüts de cartagineses para quedar finalmente superando en número a los romanos, aproximadamente 70 sobre 50.
Tanto cartagineses como romanos lucían trajes lo más fiel posible a la imagen histórica, con escudos hechos de cartón reforzado, madera y plástico.
A las 20.00 horas comenzó la batalla a la señal del speaker y ambos bandos pusieron toda su energía para lanzarse los 3.000 kilos de tomates maduros que tenían repartidos.
Tras 15 minutos de batalla, un año más quedaron en tablas. Resultado que fue decidido por el público allí presente mediante aplausos.
«Siempre los romanos ganamos pero como jugamos en territorio contrario siempre el árbitro lo deja en empate», aseguró entre risas Jorge, un romano vecino de Sant Josep y asiduo a la competición desde el año 2008.
Sin embargo, había opiniones contrarias: «No me ha parecido justo porque hemos ganado los cartagineses», dijo Ainhoa Segarra, cartaginesa recién llegada de Cartagena para competir en la batalla.
Entre el público había niños y adultos, residentes y turistas, que disfrutaron del ambiente festivo de la tarde de ayer. La batalla gustó tanto que, incluso, algunos de los más pequeños ya planeaban con qué equipo irían cuando tuvieran la edad necesaria para inscribirse en la competición, como el caso de Diego, de 10 años, que indicó que quería «ser romano porque los disfraces me gustan más».
Tras la batalla campal a base de tomates, tanto cartagineses como romanos celebraron una torrada de hermandad todos juntos. La noche terminó con los conciertos a partir de las 22.00 horas de Moonshine Band y Joven Dolores.
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