El mallorquín Bernat Quetglas (Palma, 1993) es uno de los músicos con mayor proyección del mundo. A pesar de su juventud tiene una trayectoria impresionante desde que comenzara con sólo cuatro años con el maestro Bernat Pomar. Tras superar con éxito el grado profesional en Viola en el Conservatori de Palma de Mallorca y formarse en Composición y Dirección de Orquesta en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, ha estudiado con los mejores músicos de España y el extranjero. Sus piezas han sido estrenadas en casi toda Mallorca, Madrid y distintos festivales y ha dirigido orquestas de países como Bulgaria, Austria o España. Hoy, a las 19:00 horas, en Cas Serres, lo hará con la Orquestra Simfònica Ciutat d'Eivissa.
—¿Cómo afronta su primera experiencia con la Orquestra Simfònica Ciutat d'Eivissa?
—Con mucha ilusión. Además, he tenido la inmensa fortuna de encontrarme con un grupo que tiene muchas ganas de dar un buen concierto ya que no tienen un director estable. Y esas ganas, al final, se contagian para que todo salga perfecto.
—¿Por qué un repertorio centrado en Mozart y Beethoven?
—Porque quisimos un concierto para todos los públicos, con temas conocidos y fáciles de escuchar. Don Giovanni, la ópera de Mozart, es perfecta porque prácticamente todo el mundo la ha escuchado alguna vez. Además, su combinación de percusión y cuerda hace que suene muy actual y eso también ayuda. Y con la Sinfonía número 7 de Beethoven más de lo mismo. Sale en muchas películas, entre ellas la inolvidable El discurso del rey.
—¿Un repertorio así hace que la gente se acerque a la música clásica? A veces da la sensación de que está un poco alejada del gran público...
—No creo. Todo depende de cómo la vendas y el contexto en el que suene. Además, soy de los que piensa que la música si es buena acaba gustando a todo el mundo, sin importar si es electrónica, rock, pop o clásica.
—En este sentido, la Orquestra Simfònica Ciutat d'Eivissa hace un gran trabajo por difundir la música clásica.
—Es cierto. Esta orquesta es un regalo para los ciudadanos y hay que cuidarla, valorarla y respetarla. Es un lujo que tengáis algo así porque no creo que haya muchos ayuntamientos en España que hagan tanto trabajo por difundir la música clásica. Es un ejemplo a seguir.
—Usted, que es de Mallorca, ¿siente entonces cierta envidia?
—Envidia no pero sí que valoro mucho el trabajo que se hace en Ibiza. Desgraciadamente, en Baleares en muchos casos da la sensación de que no importa mucho lo que se hace en las otras islas. No hay sentimiento de comunidad. Y por eso cuando me he informando sobre la Simfònica Ciutat d'Eivissa me he llevado una grata sorpresa. Pero no solo con esta orquesta sino también con la banda, con el Patronato de Música, con el Conservatorio... Es increíble todo el trabajo que se está llevando a cabo. Es ejemplar y creo que en Mallorca, que para muchas cosas nos creemos el centro de todo, aún tenemos mucho que aprender.
—Nació en 1993 y ya tiene una gran carrera, ¿se considera un ejemplo para otros músicos jóvenes?
—No. En absoluto. Sólo soy una persona trabajadora que dedica muchas horas a mi pasión, que es la música. Y ahora, después de muchos años de esfuerzo estoy empezando a recoger los frutos.
—Empezó con cuatro años. Era muy pequeño. ¿Se acuerda de aquello?
—Algo, pero poco (Risas). Lo que sí sé es que los inicios nunca son fáciles y yo he tenido que hacer muchos sacrificios para dedicarme a este mundo maravilloso que es la música. Y es que, desgraciadamente o afortunadamente, no es algo que se pueda estudiar en dos horas y luego hacer un examen. Hay que dedicarle muchas horas.
—Entonces, ¿qué consejos les daría a los jóvenes que están empezando?
—No soy muy de dar consejos pero sí que les diría que tengan claro a qué quieren dedicarse. Que se lo piensen y analicen tranquilamente, que no tomen decisiones a la primera y que una vez que lo tengan claro le pongan cuerpo y alma a ello. Que le pongan pasión. Si te dedicas a algo que no te gusta no tienes nada que hacer.
—¿Cuáles fueron sus referentes?
—Sinceramente, no soy muy de referentes porque siempre he creído que lo más importante en la música y en otros ámbitos de la sociedad es ser fiel a uno mismo. No tienes que intentar imitar a nadie sino seguir tu camino y disfrutar con cada paso que das. Pero dicho esto también es cierto que hay gente a la que admiro, no sólo por su faceta como músico sino también por lo que hacen para mejorar la sociedad. Y en este sentido creo que Claudio Abbado, por todo el trabajo que hace con los jóvenes en Suiza y por su humildad, siempre siendo igual, sin viajar en limusinas y disfrutando de la vida, sería uno de ellos.
1 comentario
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No tengo nada contra este chico. Dicho esto, sólo me preocupa la liquidez y el gasto que supone la orquesta. A parte la falta de público tras sus soporíferos conciertos. Larga vida a Verdi!