—¿Qué tiene algo pensado para su actuación de hoy?
—Nunca tengo nada pensado pero si garantizo un buen rato de risas con una energía espectacular... si eso no es felicidad.
—¿Cuántas veces ha visitado la isla? ¿Qué es lo que más le gusta?
—Menos de lo que me gustaría. He venido por trabajo y placer y siempre ha sido genial. Creo que llevo más de diez años viniendo como mínimo una vez al año. Lo que más me gusta es la multiculturalidad, el aire hippie mezclado con el toque pagès, los paisajes, el aroma a sal en todos los rincones, la gente... me gusta todo, la verdad. Lo que no me gusta es que siempre hay retrasos en los vuelos pero eso no pasa solo aquí... Todos sabemos de qué compañía hablo.
—¿Cuál es la situación de los cómicos en la actualidad?
—No puedo hablar de todos porque no son iguales, ni igual de buenos, ni igual de trabajadores, ni igual de graciosos. A mi me ha ido muy bien, tengo reconocimiento, todo el mundo que viene al teatro se queda con ganas de más y me recomienda y ese es el mejor reconocimiento de todos, el boca a boca. Al final, si eres bueno la gente vendrá a verte, te costará más o menos tiempo y esfuerzo, pero si eres bueno y trabajador, el público te demostrará su fidelidad.
—¿Cómo empezó usted?
—No creo que sea acertado hacer esto por reconocimiento, tienes que hacerlo por placer, por entrega, generosidad. Si tú das, vas a recibir, solo se trata de eso, de dar y olvidarte de ti y centrarte más en el público
—¿Es difícil hacer reír a la gente?
—Mucho más difícil que hacerla llorar. Creo que es muy complicado si no tienes cierto talento o predisposición. Hacer reír es un acto de generosidad y entrega mientras que hacer llorar es más un acto de ego. Hablo de llorar de pena ya que hacer llorar de emoción o de risa es lo complicado, ahí es donde se ve la diferencia.
—¿Qué temas le gustan más para hacer reír?
—Los cotidianos, los que todos vivimos en el día a día, son los que mejor funcionan, desde los más sencillos a las emociones más complejas, los mejores son los temas que todo el mundo se sienta identificado.
—Teatro, cine, televisión, cantante, humorista. ¿En qué disciplina cree que el público es más exigente?
—Definitivamente la más exigente es el teatro, el directo. Es ahí cuando el público te responde al momento y no hay tiempo para repetir una toma, una frase que ha quedado mal, editar un chiste que no ha entrado. El directo es lo más exigente ya sea en tele o en teatro.
—¿En cual se siente más cómodo?
—En todos, la verdad, no noto la diferencia, pero disfruto más en el teatro, con la risa del público. En otros formatos no tienes ese feedback directo, una sala llena con más de 300 personas riendo a la vez, es una catarsis de felicidad durante más de una hora y hay pocos formatos que te permitan eso.
2 comentarios
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Menudo titular. Todo un intelectual, ahora cualquiera puede autoproclamarse intelectual con total impunidad.
Una pena que la actuación caiga entre semana, vuelve pero la próximavez en fin de semana.