Papá Noel está muy solicitado. No para durante el año pero ahora, cuando le llegan cartas de todo el mundo a su casa en el Círculo Polar Ártico, todo se le desmadra. Junto a sus elfos y Mamá Noel vive días muy intensos para que a nadie le falte la sonrisa. Y todo mientras prepara el mejor de sus trajes y pone a punto su trineo para pasar el 24 de diciembre por las casas repartiendo alegrías.
Por ello una entrevista con él es casi imposible. Afortunadamente es amigo de esta casa y del Periódico de Ibiza y Formentera desde que fuera Sardina Negra y cuando le llamamos no dudó ni un segundo en hacernos un hueco en su agenda. Como es habitual, para evitar los atascos y las miradas indiscretas que genera su trineo, apareció por sorpresa y volvió a mostrarse cercano, bromista y amable. Vestido con su traje rojo y blanco y con su barba blanca, nos abrió su corazón, nos explicó como es su casa, nos habló de Mama Noel y nos dio consejos para todos. Y después, se marchó con la misma sonrisa con la que llegó dispuesto a vivir una larga noche por delante.
—Muchísimas gracias. Se que está muy liado...
—De nada. Lo hago encantando porque me sois súper majos.
—¿Qué tal nos portamos?
—Pues hay de todo. Pero bueno, por lo general, sois muy buena gente todo el año.
—Se que se lo han preguntado muchas veces pero... ¿cómo hace para llegar a todos los sitios en una noche?
—(Risas). Es un secreto que no puedo desvelar. Solo diré que un amigo del Ministerio del Tiempo me ha soplado dónde están las puertas adecuadas para viajar rápidamente al lugar que sea. (Risas).
—Entonces, su magia...
—¡Pues claro que existe! Pero, ¡ojo!, sólo si se busca y se cree en ella se hace realidad.
—Pero, ¿cuál es la suya?
—No es como la de los magníficos magos de la Asociación mágica de Ibiza y Formentera. Es distinta, ni mejor ni peor, sino distinta porque está en las pequeñas y bonitas cosas. Mi magia es la del beso que le damos a mama, la de la sopa que te cocina con su cariño la abuela, o la del reconocimiento del maestro cuando haces algo bien.
—¿Cómo entrena para colarse por las chimeneas?
—(Risas). Otro secreto. Y este no te lo voy a desvelar. Lo dejamos para la próxima.
—¿Cada vez se piden más regalos?
—Sí. Y es una pena porque lo importante no es tener muchos sino uno o dos muy bien seleccionados y pensar en los que no tienen nuestras posibilidades. Los niños de aquí tienen que ser conscientes del privilegio de haber nacido en esta orilla y de que hay algunos cuyo regalo es un trozo de pan o un balón de trapo.
—¿Cómo podríamos hacer para que todo el mundo tuviera regalo?
—Mmm. Eso depende de todos. Tal vez si pidiéramos menos para nosotros y destináramos algo para los que no tienen sería mejor. La responsabilidad es de todos porque es de las pocas cosas que yo, aunque sea mágico, no pudo arreglar. También me gustaría que los niños entendieran que los regalos no sólo se tienen que usar en vacaciones y luego tirarlos. Eso molesta mucho a mis elfos porque como los padres están todo el año trabajando.
—¿Cuál es el regalo que más le gusta dar a Papá Noel?
—La salud. Aunque desgraciadamente no está en mi mano, sino en la de médicos, cirujanos o los que trabajan por ayudar. Y entre lo material pues los regalos que se hacen desde el corazón. El otro día una niña me dio su carta pidiendo un juguete para su hermano y eso me encantó.
—Hoy en día, ¿los niños le mandan cartas por correo electrónico o teléfono móvil?
—Cada vez más, pero yo soy muy viejuno y prefiero que me sigan llegando escritas como siempre. Por eso insisto a los niños que se sienten con sus padres en una mesa, cojan un lápiz y dediquen tiempo para pedir sus deseos escribiendo a mano. Eso lo agradezco tanto como que me dejen unas galletitas y leche para mis renos.
—Con tanto trabajo y tanto viaje, Mamá Noel será muy paciente ¿no?
—Sí. Es una santa porque me aguanta todo el año y sin ella no sería nada. Lleva la contabilidad, las cifras, los datos y las cartas porque yo soy un desastre. Es, si lo podemos decir, mi directora o mi jefa de personal. La quiero muchísimo porque es fantástica y siempre está en un segundo plano.
—Me han pedido que le pregunte como es su casa...
—Muy parecida a cualquiera aunque con paredes más anchas porque en el Círculo Polar hace mucho frío. Eso sí, tenemos muchas habitaciones porque somos una gran familia con tanto elfo por medio siempre trabajando.
—Y la última, ¿cómo no se lía con los Reyes Magos?
—Que manía (Risas). Muchos creen que nos llevamos mal pero no es así, quedamos para cuadrar los regalos y que no se repita ninguno y nos lo pasamos genial. Incluso, cuando salgo vestido de calle con Gaspar mucha gente nos confunde con dos abuelos por la barba blanca. Y nosotros no reímos mucho (Risas).
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