Jaime Díaz de Entresotos, presidente de Actúa-Vox en Ibiza. | Marcelo Sastre

Jaime Díaz de Entresotos, exedil del PP en el Ayuntamiento de Vila, preside el comité insular de Actúa-Vox en Ibiza y Formentera. Para él, es necesario que la gente se lea el programa de su formación porque, según dice, son el partido del ‘sentido común'. Según asegura, Vox es un partido transversal que no puede ser catalogado de partido extremista de derechas, con los que no comparten muchos valores. Afirma que son la formación que quiere dar soluciones a problemas reales.

Se ha formado mucho revuelo en las últimas semanas con la irrupción de Vox, por decirlo así, en el panorama político nacional. ¿Cuál es la intención de su partido en Ibiza?
—Nosotros nos centramos en una visión más localista de las cosas, pero manteniendo siempre la defensa de la unidad nacional. En Mallorca existía una institución que se llamaba Círculo Balear que acabó convirtiéndose en un partido político que se llama Actúa Baleares. Hace unos meses llegó a un acuerdo electoral con Vox que consistía en que con las infraestructuras de Actúa Baleares organizaba los actos electorales, decidía las listas, preparaba un programa específico para Baleares y dirigía, técnicamente, las elecciones autonómicas y locales. Mientras, se ofrecía a Vox para hacer un apoyo en las elecciones estatales y, en su caso, las europeas. Somos partidos parecidos, no idénticos. Sería algo así como la relación que pueda tener el PP con la Unión del Pueblo Navarro.

De cara a las elecciones del 26M, ¿cree que van a conseguir representación?
—Hace cuatro meses te hubiera dicho que no encontraba una estructura sociológica, en Baleares en general, para un partido del estilo de Vox o Actúa Baleares, pero ahora las cosas están cambiando; ha sido muy soprendente. Hay dos momentos: el acto de Vistalegre en Madrid, que supuso un revulsivo porque hubo muchísima gente que a partir de ese momento empezó a interesarse por este planteamiento político, y Andalucía, que ha sido espectacular. Vox es muy transversal, nos dicen que somos de derecha o de la ultraderecha, pero yo no me atrevería a catalogarlo como un partido extremista de derechas porque comparte muy pocos valores. Aquí nadie habla de reformar la Constitución, nadie quiere salir de la Unión Europea, nadie quiere cambiar leyes democráticas. No sé por qué piensan así, creo que es porque el resto de partidos que se engloban en la derecha están un poco asustados porque Vox está intentando dar soluciones a problemas reales.

¿Por ejemplo?
—Nosotros decimos, claramente, que estamos en contra de la inmigración ilegal y que hay que tomar medidas en contra. Lo que ha pasado en Ibiza no tiene nombre. El hecho de que, de repente, aparezcan embarcaciones con personas que han atravesado el Mediterráneo con la esperanza de llegar a un sitio en el cual van a tener una vida mejor, ya de entrada significa que alguien de allí que les dice ‘id para allá que lo vais a tener fácil y es todo jauja'. Llegan aquí y las administraciones no son capaces de dar una solución. De todas las personas que han llegado, 18 se han quedado en la calle y eso es inhumano. Las administraciones tenían que haber reaccionado inmediatamente, no vale el cartelito de ‘Refugees Welcome' porque a la hora de la verdad miran para otro lado.

¿Cuál hubiese sido su actuación? Vox pide elevar las exigencias para obtener el permiso de residencia o la nacionalidad, entre otras cosas.
—Esa es la parte del mensaje que no se ha entendido bien. La inmigración es necesaria e imprescindible después de los datos de natalidad; aunque solo sea para el mantenimiento del sistema de pensiones vamos a necesitar que venga sangre nueva con ganas de tener hijos y de trabajar. Lo que se pretende hacer es regular la inmigración, que es como está la ley. Esto significa que la inmigración hay que verla desde el punto de vista de España, no del inmigrante; es decir, yo te dejo que vengas porque me interesa a mí, no a ti. Y esto tiene que ser así porque llevamos cuatro generaciones de esfuerzo para crear el Estado de Bienestar. Tú no puedes venir aquí de la noche a la mañana pensando que todo esto te lo mereces, sino que tú vienes a trabajar; cuando trabajes y cotices ese día empezarás a tener derecho a servicios sociales, pero no puedes venir aquí a romper nuestro sistema. Solo pedimos eso, orden.

Le preguntaba antes cómo veía a su partido de cara al 26M. Baleares no es ni Madrid ni Andalucía…
—Soy consciente de ello, pero a pesar de eso me estoy dando cuenta de que hay muchas personas que se han leído el programa de Vox y de Actúa Baleares y que me están llamando. Mi teléfono quema porque todavía no tenemos una sede establecida, supongo que en las dos próximas semanas la tendremos, y me estoy quedando sorprendido. Además, me llaman personas que jamás me hubiera imaginado que pudieran estar interesadas en nuestro ‘corpus doctrinal'.

¿Cuál es el perfil?
—Hay de todo, pero el interesado típico es una persona de entre 45 y 55 años y hay más hombres que mujeres, pero también gente muy joven. El problema es que dentro de la gente joven hemos encontrado a gente que, realmente, no podemos admitir porque son personas muy jóvenes con ganas de actuar de forma no democrática o violenta. Ese no es nuestro estilo.

¿Se puede decir que desde lo de Andalucía la gente se ha interesado más y eso ayudará de cara a las elecciones?
—Con las elecciones estoy muy ilusionado; obviamente no vamos a ganar de goleada, pero tengo bastante experiencia en política y lo que estoy viendo ahora me ha sorprendido.

No van a ganar de goleada, pero ¿sería viable un tripartito con PP y C's?
—No me gusta hacer política-ficción, pero muchas de las personas que se han acercado a nosotros, alguna vez han tenido que ver con estos partidos. Nosotros tenemos unas líneas rojas que no queremos pasar, pero si se respetan, sí.

De hecho, usted estuvo en el PP de Ibiza. ¿Qué le llevó a dejarlo?
—No quiero decir nada malo del Partido Popular porque allí tengo muy buenos amigos y he aprendido muchísimo, pero el PP en los últimos tiempos estaba teniendo una deriva un poco extraña, ya no era un partido con ideas claras. Estaba intentando ganar trozos del electorado que yo creo que no son propios del partido.

¿Como por ejemplo?
—Estaban metiéndose en la izquierda. Ahora, está habiendo una cierta tolerancia con el pancatalanismo y yo creo que es por miedo, que es lo malo. He descubierto que dentro del PP hay miedo a sentirse rechazado y con miedo no se puede vivir.

Hablando del pancatalanismo, ¿cómo afecta a Ibiza?
—Esta es una de nuestras líneas rojas. Creo que entiendo el problema. Muchas de las personas que hemos venido de fuera y hemos vivido aquí muchos años entendemos perfectamente la cuestión lingüística y somos los que después vamos a otros lugares e intentamos explicarlo. Hay desconocimiento por parte de los españoles que solo hablan castellano y de la gente de aquí. El problema es que las lenguas tienen el sentido de comunicar y también se reivindican como un gran valor cultural. El gran problema es cuando alguien intenta apropiarse de una lengua y la usa con una segunda intención y en Cataluña, Baleares y Valencia un grupo de gente que está dirigiendo a los docentes está intentando conseguir una homogeneización lingüística, pero no por cultura, sino para conseguir poder político. Detrás de todo esto hay un proyecto, a largo plazo, para fragmentar el país y no lo debemos permitir.

¿Qué opina su partido de la necesidad de acreditar un título de catalán para trabajar en lo público?
—Eso no puede ser. El catalán no puede ser una barrera porque estás diciendo que esta persona, que es catalana porque ha nacido en Cataluña por ejemplo, tiene ventaja respecto a una persona que no sea de aquí para trabajar en la administración pública. La Constitución dice que es obligatorio conocer el español. Yo lo que establecería, en todas las administraciones públicas, es la obligación de que todos los documentos que se hagan se emitan en las dos lenguas mínimo.

En su programa también hablan de favorecer el acceso a la vivienda pública. ¿Cómo?
—El tema de la vivienda es un asunto muy complejo y que no solo responde a una escasez real de viviendas; viviendas hay. Lo que pasa es que las leyes nacionales dificultan mucho el desahucio por falta de pago en condiciones normales. Aquí, antes, se alquilaban muchísimas viviendas, pero esto ha retraído a mucha gente que ha dicho que le resulta más fácil tener a 18 personas metidas en verano en una casa -que además ganan más dinero- que enfrentarse a que les dejen de pagar. Las soluciones aquí no son fáciles, pero deben hacerse planes municipales de vivienda para vivienda en alquiler temporal y que sean para trabajadores que vengan en verano. Todos los ayuntamientos de la isla tienen una gran cantidad de excedente de zonas urbanas que pueden dotar, modificando sus planes urbanísticos municipales, para la construcción de viviendas parecidas a las de protección oficial, pero dedicadas exclusivamente al alquiler para trabajadores. En este sentido, también se podría llegar a convenios con empresas para que favorecieran su construcción.

Según dice, entonces solo es cuestión de hablarlo con los ayuntamientos.
—Nosotros proponemos la posibilidad de construir viviendas de alquiler que, en Ibiza, serían necesarias 8.000. Con esto, el asunto quedaría más o menos resuelto. Además, hay muchas administraciones que tienen problemas para traer a funcionarios; esas también podrían construir, por su cuenta, sus propias viviendas para las que los ayuntamientos tendrían que cederles suelo.

Pero este problema no solo atañe a los trabajadores de temporada, también a muchos jóvenes que no pueden emanciparse o a residentes que no pueden costearse el alquiler.
—Esto también hay que enlazarlo con otro factor, sobre todo el tema de la gente joven. En los últimos cuatro años, en materia de compra de vivienda y a raíz de los procesos de desahucio, hay que preguntarse cuántas personas -durante el período del boom inmobiliario- firmaron hipotecas. Yo te digo que medio millón de personas se metieron a la compra. ¿Cuántos desahucios ha habido de esas personas?, ¿5.000 como mucho? Un 1% del total, sigue siendo una gran desgracia, desde luego. Entonces, se modifica la ley y ahora vamos a hacer que los bancos se queden con el valor de tasación de la casa. Y ellos no son idiotas, están para hacer negocio, y han retraído el crédito. Ahora estamos como a finales de los 70, por lo que este fenómeno hay que atajarlo, no sé cómo, pero se necesitan respuestas legislativas y ayudas destinadas a cada una de las personas según su situación.

Otra de sus medidas ‘estrella' pasa por derogar la Ley de Violencia de Género, una decisión que está siendo muy cuestionada.
—La gente solo se queda con la primera parte. Se trata de derogarla para hacer otra. El problema es que la ley de ahora parte de una hipótesis que dice que los hombres tienen un comportamiento que hay que reprimir instantáneamente, es decir, tú me denuncias porque te he soltado una bofetada, viene un policía, me detiene y me lleva al juzgado por el mero hecho de tú me has denunciado sin ninguna prueba. Ante eso, en un principio dices que el maltratador se tendría que quedar en la cárcel siempre, pero nuestro sistema legal está basado en la presunción de inocencia.

Muchas veces no se han hecho denuncias, incluso se han hecho, se ha pasado de largo y la mujer ha aparecido muerta.
—Sí, pero no por el hecho de que se hayan hecho denuncias y luego la mujer aparezca muerta vas a meter al tío en la cárcel. Eso es decir que todos los hombres tienen el mismo comportamiento.

Entonces, ¿qué ley es, a su juicio, la que se necesita?
—Una que sea más integral, que abarque toda la violencia en el ámbito doméstico y familiar. Quiero destacar que estamos en contra de que se maltrate a una mujer porque ya lo dice la copla: ‘no hay que pegarla ni aunque sea mala'. Además, la ley de ahora no ha resuelto nada porque ha habido cada vez más violencia y, cuando una ley no funciona, hay que cambiarla.

Centrándonos en Ibiza, ¿qué se necesita? Recordemos que hay 44 mujeres maltratadas que están en lista de espera en la Oficina de la Dona.
—Medios y más medios. A nivel general hay que pensar que, en España, hay violencia en el ámbito doméstico, pero no es el país de Europa con las cifras más altas; probablemente sea el que menos. De hecho, las estadísticas dicen que ser mujer en España es un ‘chollo', en el sentido de que hay más casos en Francia, Suecia o Dinamarca. Lo que pasa es que, en los medios de comunicación, se está ‘exagerando' el tema. Es un problema grave que hay que solucionar, pero no puede ser que estemos todo el día bombardeando con la misma noticia.

Entonces, ¿omitimos la realidad?
—También hay otras cosas buenas. Yo agravaría las penas para los hombres que maltratan a las mujeres y mejoraría su protección.

Según todas las medidas que propone su partido, ¿cómo cree que ha trabajado el equipo de gobierno del Consell y del Ayuntamiento de Vila esta legislatura?
—Creo que no existe el gobierno porque no han hecho nada. El Consell aprobó inversiones en el presupuesto de 2017 de las cuales no ha ejecutado ni un 5%; el Ayuntamiento de Eivissa tres cuartas partes de lo mismo. Están, pero no hacen nada. ¿Recuerdas algo que llame la atención que hayan hecho?

¿Y el Govern?
—Tampoco veo que hayan hecho nada; no hay ningún hospital, ningún centro de salud, centros educativos solo me suena uno en Santa Eulària...

Se habla mucho de la ‘discriminación' del Ejecutivo balear hacia las Pitiusas...
—Eso pasa porque los políticos de aquí no protestan como tienen que hacerlo. Sabemos que aquí tenemos el handicap de la insularidad y aquello es como la metrópolis que está lejos. A los de Ibiza y Formentera se les escucha cuando gritan, desgraciadamente. Yo creo que se puede ser político aquí e ir sacando cosas en Mallorca, como han hecho otros.

Hablando de políticos, ustedes aseguran que la isla podría subsistir sin los ayuntamientos que tiene.
—Claro, como era antiguamente. No es una medida a corto plazo y es una decisión en la que habría que hacer algún retoque constitucional. Con el Consell, para el tamaño que tiene Ibiza, sería suficiente. Y así sería más fácil administrar la isla, pero es algo que se está pensando para toda España.

Ante todo defienden que su partido es el del ‘sentido común', ¿por qué?
—Sí. Decimos las cosas como son de verdad, como en el caso de la diferencia salarial. ¿Las mujeres tienen que cobrar menos por ser mujeres? No. Lo que pasa es que, como regla general, las mujeres si tienen hijos son las que se encargan de cuidarlos, lo que hace que estén más rígidas en los horarios. Esa es la realidad y hay que luchar contra ella. Nosotros proponemos medidas para que cuando una mujer esté de baja por embarazo los empresarios no pierdan dinero; y les interesa. Por eso la gente se tiene que leer nuestro programa.