Este artista desde su niñez se ha expresado mediante la pintura y toda su obra es una reflexión de su vida diaria. El estilo se mantiene, pero las temáticas van cambiando según el entorno. «Cuando pintaba en las ciudades norteamericanas de Chicago o San Francisco mis trazos eran más enérgicos y menos trabajados y más urbanos, pero desde que estoy en Ibiza son más líricos y elaborados».
Según explicó el propio Millán a Periódico de Ibiza y Formentera su primera exposición la presentó en una galería en la Avinguda Diagonal de Barcelona en 1978 y cuando posteriormente se trasladó a Ibiza «formó parte de los movimientos de la libertad de expresión». En nuestra isla ha participado en muchas exposiciones colectivas y eventos culturales y gracias a ello puede presumir de tener un gran bagaje cultural y laboral.
Sin embargo prefiere centrarse en el momento presente. Para esta exposición preparó 40 obras de tamaño mediano realizadas con acuarela con un estilo que él define como «onírico, imaginario, surrealista y la unión de varias tendencias llevadas a la poesía». Se trata de obras que ha tardado dos años en realizar y que «son críticas hacia nuestro entorno realzando la naturaleza que nos rodea» y de la que es un gran protector. Además, son pinturas «intimistas donde la familia es la columna que mantiene las raíces de nuestra cultura» y por ello, «siempre aparece la figura humana multiforme como en una danza contemporánea». Por último, Millán también ha abordado «la Natividad, un tema originado en su educación cristiana».
Incluso, aborda «el alma de las Pitiusas» a través de pinturas donde refleja a Ses Feixes con sus libélulas, cormoranes, flamencos, lagartijas, podencos, delfines, o peces… Y todo ello, haciendo hincapié «en los colores vivos del Mediterráneo, su luz y vitalidad».
«La peluquería es un arte»
Por otra parte, Toni Millán matizó que la peluquería «es un arte que regala» y al que pone toda su dedicación e interés, aunque tenga su precio como servicio. En él despliega todas sus armas para que salga lo mejor posible y el cliente quede satisfecho. «Es un impresionismo que se desvanece y se marcha mientras que la pintura queda dictada; no se pueden comparar», reflexionó el artista.
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