Su relación con él se remonta años atrás cuando, por ejemplo, tuvo que cubrir más de una edición cuando ejercía de periodista y las preguntas las hacía él. Ahora, situado en el lado de la gestión siendo el encargado de preparar el programa de cada año es un tipo feliz porque es consciente de que, entre otras cosas, el Eivissa Jazz sube de nivel cada año, es la envidia de otros festivales mucho más multitudinarios y con más nombre y porque tiene entre manos a todo un referente a nivel europeo.
—Estos días es usted una de las personas más solicitadas de Ibiza. No para de atender llamadas y aún así se le nota feliz. ¿Su sonrisa tiene que ver con la buena salud del Eivissa Jazz?
—(Risas). Sin duda. Es un lujo para la isla de Ibiza tener un festival de este nivel y que además cumpla treinta ediciones.
—¿Treinta ediciones o treinta años?
—Treinta ediciones. No son lineales. Hubo dos años en los el Eivissa Jazz no se organizó.
—Para los que no se acuerden... ¿cómo nació esta aventura?
—El festival llega a Ibiza en 1987 de la mano del Instituto de la juventud del Ministerio de Cultura como un concurso de jóvenes valores del jazz nacional que un año antes se había celebrado en Palma. Se celebró detrás del Castillo, en el Baluard de Sant Bernat, y se ve que salió tan bien que al año siguiente decidieron repetir... y hasta ahora.
—¿Es cierto que ha pasado por muchas manos?
—En parte sí. Desde el primer momento el Ayuntamiento de Ibiza colaboró con el Instituto de la juventud en su organización, pero cuando éste lo deja y hay dos años de parón el ayuntamiento se hace cargo de él totalmente. En aquellos primeros años lo programa Juan Jesús García Merayo, al que por cierto le debemos mucho de lo que tenemos ahora, y después se sacó a concurso, encargándose durante dos años Miquel Botja. Después, un año antes de que nosotros llegáramos a la alcaldía ya volvió completamente a manos municipales. Y desde entonces hemos querido seguir manteniendo la misma línea, intentando mejorar cada año dentro de nuestras posibilidades.
—Algo que no cambia es la apuesta por el jazz nacional. ¿Se ha convertido esto en una seña de identidad del Eivissa Jazz?
—Sin duda. Es una de las herencias que recibimos de aquel primer festival para jóvenes valores que se hizo en 1987 y no seguir esa línea sería como traicionar la filosofía del Eivissa Jazz. Además, en España contamos con la suerte de tener una magnífica cantera de músicos de jazz que no tienen nada que envidiar a los de otros países europeos que hace tiempo se han convertido en grandes referentes como Polonia o los países escandinavos.
—Y todo eso compaginado siempre con un gran nombre a nivel mundial...
—Es cierto. Desde hace años el festival siempre dedica su última noche a una gran estrella del panorama europeo o mediterráneo. Este año, con motivo del treinta aniversario, la historia ha cambiado un poco y hemos apostado por el israelí Eli Degibri para la noche del sábado, y por Silvia Pérez Cruz para el último concierto, el domingo a las 21.30 horas en el Parque Reina Sofía.
—¿Supone mucha presión que el Eivissa Jazz ya sea considerado por los amantes de esta música como uno de los festivales actuales más importantes?
—(Risas). Un poco sí porque sabes que no puedes fallar a toda esa gente que lo espera cada año con muchas ganas. Afortunadamente juega a nuestro favor que después de tantos años son los propios músicos los que más respetan al festival. Cuando hablas con ellos tras sus actuaciones todos están muy contentos y eso al final es muy positivo porque se corre la voz entre ellos y es más sencillo a la hora de contratarlos.
—El conductor del programa de Radio 3, Discópolis, José Miguel López, dijo ayer en una entrevista para este periódico que Eivissa Jazz es un festival «muy agradable y muy manejable». ¿Eso también es una ventaja?
—Por supuesto. Lo hace diferente a otros que están mucho más masificados y que a lo mejor tienen más nombre. Creo que al final, tras treinta ediciones, una de las mejores cosas que tiene el Eivissa Jazz es ese ambiente familiar del que no se ha desprendido y que es muy positivo para todos. Los músicos lo agradecen y el público también, porque a todo el mundo le gusta ver como tocan y cantan lo más cerca posible.
—Otro de los alicientes es sin duda es tener el escenario en el Baluard de Santa Llúcia, en pleno Dalt Vila. ¿Cree que sería posible el Eivissa Jazz en otro lugar de la isla?
—Creo que no. Este año, con motivo de la trigésima edición hemos organizado conciertos gratuitos puntuales en el Paseo Vara de Rey, una galería de arte y en la Plaça Sotavila, y por supuesto el del cierre en el Parque Reina Sofía, pero sin duda, el Baluard de Santa Llúcia fue, es y seguirá siendo el epicentro del festival. De hecho, es una de las mejores cartas de presentación que tenemos desde el ayuntamiento para convencer a los artistas. Por ejemplo, cuando el año pasado estuvimos en la ciudad alemana de Bremen para asistir al Jazzhead!, la feria más importante de jazz que hay en toda Europa, y me acerqué tras una pequeña actuación a Eli Degibri para convencerle de que viniera a Ibiza este año lo primero que le animó a decir que sí fueron las fotografías que le enseñamos del lugar en el que se celebran los conciertos todos los años.
—Me imagino que también ayudará el nombre de Ibiza. ¿La marca también vende para los amantes del jazz?
—Por supuesto. Ibiza es una marca muy potente a nivel mundial y eso no podemos obviarlo. Pero eso sí, una de las mejores cosas del Eivissa Jazz es que transmite una imagen distinta a la que, desgraciadamente, estamos acostumbrados.
—Cuando sale de la isla, ¿la gente alucina con que tengamos un festival de algo que no sea música electrónica y que, además, esté cumpliendo treinta ediciones?
—Creo que mucha gente con lo que alucina es que algo en Ibiza haya durado tanto tiempo y que tenga cada vez más éxito. Algo que, por cierto, no sería posible sin toda la gente que ha pasado por él durante todo este tiempo y sin el increíble equipo que hay en el Ayuntamiento de Ibiza trabajando día tras día para que todo salga perfecto. Sin ellos no habríamos llegado hasta aquí.
—¿Cómo se hace para organizar un festival tan importante como este?
—Con mucho trabajo y echando muchas horas porque al final es una rueda que no se detiene nunca. No hemos empezado esta edición y ya estamos trabajando en la siguiente porque al final el Eivissa Jazz es un Tetris económico y de agenda. Siempre estamos con un ojo en el de esta edición y otro en el del año que viene. No hay que parar nunca.
—¿Cuantos correos electrónicos intercambia para cada edición?
—(Risas) No lo quieras saber. Casi infinitos. Lo mismo que las horas que pasamos pendientes del teléfono para cuadrar todo. Menos mal que tengo en el Ayuntamiento un equipo de técnicos magníficos que se encargan de las negociaciones, del papeleo y de que no falle absolutamente nada. Y si una edición, digamos normal, es difícil, imagínate lo que ha sido este año que con el treinta aniversario nos hemos vuelto un poco locos y hemos organizado conciertos en cinco localizaciones diferentes.
—Viendo el programa de este año, hay quien dice que al poner el listón cada más alto en próximas ediciones les costará mucho superarse...
—Gracias. Este año el programa es muy bueno porque queríamos que fuera especial por el treinta aniversario pero no hay que olvidar que por Eivissa Jazz han pasado algunos de los músicos más importantes de todo el mundo. Pero sí, siempre se puede seguir mejorando, y más teniendo en cuenta el gran nivel que hay de jazz en España. En nuestro país tenemos un catálogo increíble de músicos jóvenes y consolidados y eso es una gran ventaja.
—Otro de los alicientes de la edición de este año son los conciertos gratuitos. ¿El jazz está más cerca de la gente que nunca?
—Al menos eso intentamos. Pero que quede claro que no somos los primeros que hemos puesto en marcha esta idea por más que uno de los ejes de nuestra legislatura haya sido desde el primer día intentar acercar la cultura a la calle a través de conciertos o de arte urbano. Este año lo hemos hecho para celebrar el treinta aniversario del festival y viendo la respuesta del público en los conciertos de Muriel Grossmann y su banda en Vara de Rey y del cuarteto formado por Omar Alcaide, Pere Navarro, Dani Domínguez y Llorenç Barceló en la galería Ibiza Art Projects de Es Gorg creo que hemos acertado tremendamente.
—Entonces, ¿para cuando un Eivissa Jazz completamente gratuito?
—(Risas) Ojala llegara ese día alguna vez. Me encantaría que fuera totalmente gratuito pero eso, a día de hoy, es totalmente imposible porque hay que recuperar parte de la inversión que cuesta traer a cantantes y grupos de tanto nivel. Además, hay que tener en cuenta que nosotros partimos con un presupuesto mucho más limitado que otros festivales de España y eso al final se nota. Así que, desgraciadamente, veo bastante lejano el día en el que el Eivissa Jazz sea completamente gratis.
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