Carlos Fernández (San Asensio, 1946) nació en La Rioja, pero al quedar huérfano de niño acabó en Zaragoza. Allí explica que a todos los ponían a aprender algún oficio desde pequeños, y como él era grande y algo regordete lo enviaron a la herrería. Aprendió el oficio de cerrajero, que no retomaría hasta muchos años después con su propio negocio, Cerrafer. Hoy es raro el bolsillo en Ibiza que no tiene una llave con su firma (consúltelo, mire en su llavero), un trabajo que dice que es con el que más ha disfrutado. Entraba antes de su hora a trabajar, salía después de la hora de cierre, soñaba con la puerta que tenía que abrir al día siguiente. Ahora, ya retirado, se dedica a viajar en autocaravana. Su yerno Francisco Alvado (Eivissa, 1973) lleva el negocio junto a Joaquín Dasí (Valencia, 1956) y la tercera generación, que representa Francisco Alvado (Eivissa, 2000) ya está aprendiendo el oficio.
¿Cómo nace Cerrafer?
Carlos (C)— Pues el negocio nace porque yo trabajaba en la construcción y decidí que no iba a estar siempre subido a andamios, entonces como en mis años mozos yo era cerrajero decidí abrir el negocio. Quise hacerlo en casa, pero no se podía, así que busqué un local. Pedí el paro en pago único. Poco a poco fui a ferreterías, anunciándome, y así empezó todo.
¿De qué año estamos hablando?
C— Pues hablamos del año 87. Empecé yendo a abogados, procuradores, y así fuimos creciendo. Al principio empecé con mi mujer, que estaba aquí conmigo y al tiempo decidimos formar una comunidad de bienes con mi hija. Trabajé con ella hasta el 98 que entró Francisco, mi yerno. Desde ahí se quedó él, luego se asoció otro yerno que se marchó y seguimos los dos hasta que yo decidí que me tenía que retirar, porque me gusta viajar en autocaravana.
¿Y fue usted su maestro en este oficio?
C— Sí, el aprendió de mí, porque él venía de trabajar en el Consell. Su actual socio, Joaquín, aprendió de él, y así sucesivamente. Ahora al que queremos enseñarle es al mozo (señala a Francisco que tiene 18 años). Es un negocio familiar.
¿Cómo aprendió este oficio?
C— Yo en Zaragoza empecé el aprendizaje de cerrajero. Hacíamos las llaves a mano, hacíamos rejas, puertas, y todo eso. Cuando me fui a la mili lo dejé y me dediqué a llevar grúas en la obra. Estuve 20 años llevando grúas. Cuando vine a Ibiza a pedir trabajo por una separación seguí llevando grúas. Pero a los ocho años, con cuarenta y tantos, me dije que no quería estar por los andamios con las grúas y con todo, y decidí volver al que había sido mi oficio.
¿Todavía se acordaba de cómo funcionaba este trabajo?
C— Hombre, había cambiado mucho. Cuando empecé yo, las llaves de coche las hacía a mano con un trozo de chapa. No empecé de cero pero tuve que aprender mucho. Comprar máquinas, al principio había menos tableros de llaves...pero al fin y al cabo fue retomar lo que yo había sido de mozo.
Y desde esos inicios hasta ahora ¿cómo ha cambiado la profesión?
C— Mucho. Cuando yo tenía 16 años había un modelo de llaves. Ahora en catálogo tendremos más de 4.000. Así que imagínate, de una llave sólo, que era universal, de estas antiguas. Antes la máquina funcionaba a mano. Ahora tenemos 12 o 14 máquinas, todas electrónicas, y hay algunas que ya ni yo sé manejar. Cuando vine a Ibiza ya había alguna máquina. Ferbo tenía una máquina pequeñita, yo me compré una muy antigua. Pero fuimos yendo a ferias, viendo cosas más interesantes, y ha evolucionado muchísimo.
¿Qué mantiene a un negocio como el suyo que va por la tercera generación?
C— Lo mantiene el saber hacer las cosas y mantener la clientela. Nosotros hemos creado mucha clientela que viene de toda la isla. Muchos ferreteros vienen aquí. Mantener y hacer las cosas bien.
Francisco (F)— Además de eso es que somos especialistas única y exclusivamente en llaves, entonces nos preocupamos mucho en ver catálogos, modelos nuevos. Cuando ves tres llaves seguidas de ese modelo dices, ostras, esto es nuevo, y hay que buscar ese modelo que igual tardas dos años en sacar. Pero sabes que al año siguiente sacarás el doble. Lo bueno que tenemos es que dedicamos todo nuestro esfuerzo a esto.
¿Cómo se consigue que las llaves salgan bien, que no salgan copias defectuosas?
F— Pues estando atento cuando una no funciona, y averiguando el por qué no funciona. Trabajamos con maquinas, el factor humano hace que te puedas equivocar pero debes saber reconocer qué ha salido mal. Las máquinas también sufren desgaste y hay que estar atento. Cuando viene una persona a la que no le funciona una llave, sabes que tienes que regular una máquina. A veces también es inevitable, porque la gente hace copias de copias de copias y por muy reguladas que tengas las máquinas llega un momento que no sale la llave. Y te preocupas. La gente te mira raro cuando te enfadas porque no sale una llave. Pues claro que me enfado. Es mi trabajo. Es nuestro comercio. Es nuestro. Si nosotros fallamos el negocio se va al garete. Entonces tenemos que estar muy atentos.
¿Ofrecen algún otro servicio?
F— Somos servicio técnico de cajas fuertes, ponemos buzones...pero de ahí no pasamos. Nos dedicamos exclusivamente al tema de llaves. Eso es beneficiosos para nosotros porque nos ayuda a especializarnos, no nos despista con otras cosas ni dejas de lado otros campos dentro de la fabricación de llaves. Todavía seguimos haciendo llaves a mano, tipo de puertas payesas antiguas. Si los clientes nos las piden las hacemos. Podemos hacer desde eso hasta la llave electrónica más moderna que pueda haber en el mercado.
¿También hacen servicio de cerrajería?
F— Sí, vamos a cambiar cerraduras y alguna apertura de puerta.
¿Se han encontrado alguna situación rara en esos servicios?
F— Cosas así particulares...hace muchos años Carlos se encontró un muerto. Y hace no mucho tiempo también le pasó a Joaquín. Una chica, además conocida que hacía días que no contactaban con ella…
Joaquín (J)— Me llamaron y como conocemos tanto la procedencia de la llamada como a la persona que vivía allí pues fuimos. Vimos lo que había y ya todo el follón con la policía… Cosas raras te encuentras siempre, pero hay que jugar mucho con la psicología. Cuando una persona no te da los argumentos necesarios…
F—También nos hemos vuelto bastante selectivos. Ha habido casos en los que no hemos llegado a negar a abrir una puerta.
En ese sentido es una responsabilidad importante, ¿cómo se sabe cuando hay que decir que no a abrir una puerta?
J— Normalmente ves señales. Te piden que abras una puerta en un rellano, si baja un vecino ves si saluda. Cuando ves un comportamiento normal eso te relaja.
F— El primer filtro que pasamos es cuando cogemos el teléfono. Lo cojo yo que estoy aquí, y le doy los avisos a él. Es complicado porque a veces te puedes negar a abrir una puerta a una persona que a lo mejor lo necesita de verdad. Pero a veces te das cuenta de que primero te cuentan una historia y luego la cambian. Ahí ya me has mentido. Y ya no hacemos el servicio. Yo he ido un par de veces al juzgado a declarar por apertura de puertas. Una de tantas estaba abriendo un bar a plena luz del día y aparecieron tres coches de Policía Nacional con las luces y las sirenas. Y era un asunto entre socios que habían tenido un problema. Uno de ellos había dejado dicho a los vecinos que si veían algo raro avisaran a la policía, y ahí estaba yo, con las manos en la masa. Otra vez en una famosa casa en una cala, un matrimonio que se había separado. Nosotros hacemos rellenar una ficha en la que se indica que la responsabilidad es de aquella persona que nos llama, a la que le tomamos el DNI y si en ese momento no te lo dan adiós muy buenas. Y en aquel momento eran propietarios los dos. Uno denuncia al otro y tuve que ir al juicio.
¿Ese control es obligatorio?
F— Nosotros por iniciativa propia decidimos hacer esas fichas de apertura. Ahí tomamos los datos de la persona que nos encarga el trabajo y es innegociable que esté presente. Que luego hay quien te dice «ábrela cuando puedas y ya paso luego a por las llaves». Pues no. Vienes y abro la puerta y sino no abro la puerta. También hay gente que cambia las cerraduras sin tener derecho a cambiarlas.
J— Y luego el primer guantazo te lo llevas tú. Eres el que está ahí en la puerta. A mi me han llegado a sacudir. Yo a veces lo pienso. Ahora abro la puerta y hay alguien con una escopeta y la hemos liado.
F— Por eso el que nos hayamos vuelto tan selectivos. Además cuando llegas hay otra forma de saber si todo está en orden. Como profesional sabes cuando una puerta se ha cerrado de golpe por un descuido. Si está echada la llave… en momentos de duda cogemos bártulos y nos hemos retirado muchas veces.
¿El sector sigue evolucionando?
F— Sí, pero la tecnología tiene sus tiempos. Ahora lo más tecnológico que hay son cerraduras de domótica que van con el móvil. Llegas a la puerta le pones la contraseña al móvil y te abre la puerta. Son cerraduras que valen a lo mejor 500 euros, y la gente no se lo plantea.
¿Ponen de estas cerraduras?
F— Todavía no. Tenemos varios proveedores que nos las ofrecen pero de momento no tenemos una demanda. Trabajamos un poco sobre demanda, vemos lo que hay y lo que se mueve en el mercado. Pero a lo mejor para vender cerraduras electrónicas necesitas un stock de 200 cerraduras. Y eso me arruina para luego poner 2 cerraduras. De aquí a que esas cerraduras se utilicen pasará tiempo. Son muy interesantes porque no necesitan una puerta determinada. Son adaptables.
¿Cómo va el sector?
C— Pues hay mucha competencia en el tema de cerrajería, ha venido mucha gente de fuera. Cuando yo empecé era el único cerrajero y había un señor que abría las puertas con una palanca. A los cinco años de empezar yo se puso otro y poco a poco han venido de Valencia y de muchos sitios. Tienen incluso teléfonos de Valencia a los que llamas y te envían un cerrajero. Desde que yo empecé, que estaba solico, ha crecido mucho la competencia.
F— Sí, eso en servicios de cerrajería. En el tema de llaves somos punteros. No es por querer ser soberbios, pero somos referencia. Pero es que nos dedicamos única y exclusivamente al tema de las llaves. Y además con mucho orgullo. Si quisiéramos vender cerraduras venderíamos las que quisiéramos. Pero lo dejamos para las ferreterías que nos envían clientes a nosotros y nosotros a ellos. Hay muchos cerrajeros por ahí, pero un cerrajero que nos quita una cerradura, luego viene aquí a hacer las llaves.
¿El recambio generacional está garantizado?
F— De momento sí. Aquí tenemos a Francisco que ya lleva tiempo y hay otro de 14 años que tiene más ganas de trabajar que nada, pero todavía tiene que seguir estudiando. Si seguimos haciéndolo bien seguiremos mucho tiempo.
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