Este médico con alma de aventurero conserva multitud de anécdotas de sus viajes, algunos de ellos peligrosos, que le han supuesto más de un quebradero de cabeza con algún susto incluido como cuando pasó una noche en un calabozo en Camerún o cuando cruzó la frontera a Somalia en pleno conflicto bélico. Con esta pasión por el riesgo, no es de extrañar que al acabar la carrera tuviera claro que lo suyo eran las emergencias, la medicina al pie de calle.
¿Porqué se decidió por las emergencias?
—Tenía claro que no me gustaba trabajar ni en los centros de salud ni en los hospitales.
Pues eso es complicado siendo médico.
—Sí, pero siempre hay alternativas. Hay médicos con bomberos o con cuerpos fuera de hospitales.
A usted le va más el riesgo.
—Más que el riesgo lo que no me gustan son los ambientes hospitalarios, los sitios cerrados. Soy un poco médico aventurero, como cabra de monte.
De hecho vive en Puigcerdá.
—Vivo en el Pirineo y he trabajado en alguna estación de esquí. Me gustaría medicalizar expediciones y otras cosas que no puedo hacer porque es imposible con mi trabajo.
Vamos que no le importaría irse al Everest.
—No, no. De hecho, he estado en Nepal y con muchas Ongs en África y Sudamérica, pero hay que vivir de algo.
Pero lo suyo es la aventura.
—Sí, he hecho cosas inverosímiles y gracias que aún lo puedo contar, por eso no me veo en una consulta de primaria.
Cuénteme alguna.
—He estado en países en conflicto como en Somalia. Estaba con una ONG en Etiopía y crucé, por mi cuenta, a Somalia cuando el país estaba en guerra. Fue una imprudencia bastante considerable y suerte que lo pude contar. También estuve una noche en un calabozo de Camerún, lleno de chinches, pulgas y mosquitos cargados de malaria. Colaboraba con una ONG curando a niños de un orfanato y nos detuvieron, básicamente querían sobornos y estábamos ya un poco hartos, cuando nos negamos a pagar a unos guardias. Nos llevaron a prisión con el pretexto de que habíamos secuestrados a los niños. La responsable del orfanato lo aclaró todo. Volví dos veces más a Camerún
¿Qué le dice su familia de sus viajes?
—Mi abuelo me decía que para qué tenía que irme a África con la de problemas que hay aquí por resolver. Tenía razón pero ha sido un gran aprendizaje como persona y como médico.
Volviendo a su trabajo, deja Ibiza y se va a trabajar a Menorca. ¿Por qué?
—He tenido una etapa muy feliz en Ibiza de la que no me puedo quejar, pero todo en esta vida cambia o se acaba. He tenido problemas de vivienda. En un momento decidí dejar Ibiza y residir en el Pirineo en una masía en la montaña. En mis últimas etapas en Ibiza vivía de una forma un tanto precario. No me conformo con un piso en Ibiza, me gusta vivir en el campo, con el bosque, las gallinas y el huerto.
En Ibiza le resultaba un poco complicado.
—Más bien carísimo. Ni siquiera con un sueldo de médico puedes vivir solo en el campo.
Y eso que dicen que su sueldo es de privilegiados.
—Si lo comparas con otros del sector público igual sí, pero si lo comparas con un dj eres un desgraciado. Esta isla está orientada a este tipo de negocios que son los que mueven dinero, como grandes hoteles, restaurantes de lujo y discotecas, que son los que pueden costear una vivienda y no les faltará de nada.
Comentaba que vive en Puigcerdá y viene a Ibiza a hacer las guardias del 061, ¿le compensa económicamente?
—Sí, es más barato el billete de avión que vivir a Ibiza. También lo hago porque me gusta mi trabajo y allí no he encontrado nada con unas condiciones tan favorables como estas y, además, tengo unos compañeros con los que estoy muy a gusto. También he reducido las guardias, las acumulaba viniendo una semana.
¿Tiene alojamiento en Menorca?
—No, pero no me faltan opciones. Apenas me he movido y tengo un par de ofertas. No me va a costar. He estado antes y conozco la situación. En verano está en auge el alquiler turístico pero en septiembre no creo que tenga problemas en encontrar una vivienda a un precio más económico.
Recuerda su primera experiencia en el trabajo.
—Al principio vas con mucho miedo y las primera situaciones críticas son estresantes y te cuesta reaccionar. Intentas hacerlo lo mejor posible, las primeras veces te lo llevas casa y eso se supera con el tiempo. Me acuerdo del caso de un chaval con problemas psiquiátricos que vivía con sus padres y había tomado demasiada medicación. El chico estaba sin pulso. Lo reanimamos y lo llevamos al hospital. Salió después de un tiempo y al cabo de dos meses vuelven a llamar por lo mismo. Ahí te encuentras con un poco de conflicto ético, si estas haciendo lo correcto. Son cosas que tienes que ir superando y aprendiendo.
¿Qué le ha aportado su trabajo?
—Buenos compañeros. Es un trabajo que me llena. Haces unas intervenciones clave para salvar la vida a la gente o mantenerlos con vida hasta que llegan al hospital. Es un poco la esencia de la medicina que creo que está un poco desvirtuado en Primaria donde los pacientes buscan una solución rápida a su problema en forma de comprimido. Muy pocos ponen de su parte.
Hace su última guardia esta semana, no me negará la experiencia que le ha aportado Ibiza.
—Sí, claro, lo que he aprendido en el con el mundo nocturno y la farándula no lo hubiera aprendido en el Pirineo. Llevo muchos años trabajando con Emergency Staff en cierres, aperturas y fiestas privadas. Lo que se ve aquí no se ve en ningún lado, las locuras y excentricidades de gente muy moderna con ganas de experimentar y pasarlo muy bien.
¿Confirma entonces que Ibiza es un laboratorio experimental de drogas?
—Siempre digo que la gente que consume drogas viene de otros sitios, no son ibicencos; es gente que reside en grandes ciudades y en verano vienen aquí. Aquí se cuecen muchas cosas, tanto a nivel de drogas o en música, se generan tendencias.
Las experiencias de Ibiza no las vivirá en Menorca.
—Ahora me apetece tranquilidad. Menorca es un ejemplo de preservación. Allí básicamente conocen la pomada y se ponen ciegos de alcohol, que no deja de ser una droga, en sus fiestas pero no son las mezclas que se ven aquí en verano.
¿Qué le sorprende del mundo de la fiesta?
—Lo que no entiendo bien es la filosofía del turismo inglés en Sant Antoni, que viene a ingerir todos los litros de alcohol posible. Si no terminan inconscientes por el alcohol acaban a golpes. Eso nos genera mucho trabajo, no sólo a nosotros sino a la Policía y a los servicios municipales como limpieza. Alguien saldrá beneficiado de este tipo de turismo, pero nosotros no.
DATOS
●Nació en Barcelona el 28 de octubre de 1978.
●Estudió Medicina en Barcelona y se preparó el MIR en Oviedo.
●Hizo la especialidad de Medicina de Familia en 2004 en Can Mises y desde 2007 ha ido trabajando en Ibiza y Formentera. Empezó en el 061 haciendo alguna sustitución. También es director médico de Emergency Staff.
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En fin, otro que se va. Y van...