¿Cómo fue eso de venir a Ibiza a trabajar?
—Llegué a Ibiza para abrir el hospital con un contrato de tres meses. Me lo pasé muy bien: la gente, el hospital, la isla. Aquí he hecho mi vida.
¿Nunca ha pensado en regresar?
—No, en Cartagena tengo a mi familia y a mis amigos pero aquí también. Mi cabeza se ubica aquí. Me siento del mundo. Me enamoré de la Ibiza del 84, la de ahora no tiene nada que ver, ni tampoco el hospital de ahora. Estoy totalmente integrado. Me duele cuando pasan las cosas a Ibiza y las vivo en primera persona.
¿Qué es os lo que más le duele?
—La Ibiza del 84 era humana, en la que todo el mundo se conocía. Recuerdo que por estas fechas salíamos del hospital y todo el mundo se conocía, tenían cara y nombre. Ese trato humano que había se ha ido perdiendo. Ibiza es una ciudad como otra cualquiera. No tiene ninguna singularidad y la isla se ha ido deteriorando en lo medioambiental.
Usted fue teniente de alcalde de Ibiza y tuvo su oportunidad de cambiar esa imagen de la ciudad. ¿Cómo fue esa etapa?
—Me gusta la política. Estuve ocho años concejal de la oposición y otros tantos como primer teniente de alcalde. La viví con mucha intensidad. Me dieron dos infartos. Estoy muy orgulloso de mi actividad. Hice cosas que van a durar más de un siglo, me peleé para que la ciudad fuera humana y que recuperara los valores que me habían enamorado. La primera legislatura fue de grandes cambios. Me sentí muy integrado y me entregué como lo hice con el hospital.
¿Por qué decidió dejar la política?
—Ahora he vuelto al sindicalismo pero estuve antes que militando en el partido. No la he dejado pero no se hacen las cosas en mi partido como a mí me gustan. Represento a un sector crítico, haría las cosas de otra manera. El PSOE tiene que recuperar señas de identidad, aquellos sectores que le hicieron un partido grande. Ahora con el sindicalismo satisfago mis inquietudes sociales y de ayuda.
Pero la disciplina de partido no va con usted.
—Soy muy disciplinado, lo que pasa es que tengo opinión de todo y no me gustan determinadas actitudes. La política y el sindicalismo han de ser un acto generoso y de servicio público. Siempre he tenido mi vida resuelta. Tengo plaza en Can Misses desde 1985. Quiero sentirme libre en dar mi opinión, en política funciona si eres sumiso. En política funciona ser dócil, pero yo no lo soy.
¿Es más político que enfermero?
—Me siento muy enfermero. Es una profesión no valorada lo suficiente. Nosotros somos cómplices de muchos secretos de los pacientes que comparten sus problemas personales. Estamos al lado de la angustia. Un paciente con mucho dolor al que primero llama es a la enfermera. Es una profesión cada vez mucho más técnica que te exige estar al día de los avances y continuamente formándote. Deberíamos de ser más autónomos en la toma de decisiones y de criterios profesionales. La función del enfermero es la del cuidador, en el amplio sentido de la palabra, para lo bueno y lo malo. Si me equivoco, el responsable soy yo y digo sí o no con criterio profesional.
¿Cómo fue su primer día de trabajo?
—Tengo en la cabeza cuando empecé a hacer prácticas en Urgencias del Rosell de Cartagena. Era como un hospital de campaña. Pasaba las noches allí con un enfermero que era el padre de un amigo mío y me sabían a poco.
¿Cuál ha sido su mejor experiencia?
—Tengo muchas. El clásico paciente que sabe tu nombre, te llama por él y cuando se recupera te lo cruzas por la calle te reconoce y te saluda. Es una experiencia muy grata.
¿Y la peor experiencia?
—La mala educación. Es comprensible porque hay gente que por la enfermedad se siente muy angustiado. Tú eres la cara del sistema y al primero que ven y le echan la bronca. Hay que aplicarle la inteligencia emocional.
¿Por qué decidió dedicarse a la enfermería?
—Siempre dije que quería hacer Enfermería y Psicología, pero conforme fui conociéndola me fue decepcionando. Enfermería va mucho con mi perfil personal. Es de una vocación generosa, de entrega y ayuda a la gente y de aprender.
¿De todos los servicios por los que ha pasado en Can Misses cuál es el que más le gusta?
—Urgencias, en la que se hace un tipo de medicina que me gusta. La gente que trabaja en Urgencias vale mucho, tiene mucho conocimiento y ojo clínico que no se valora. Es un trabajo resolutivo y de equipo.
¿Cómo recuerda su etapa de paciente tras sufrir dos infartos?
—Vi que hay una gran medicina que es el cariño, el saber escuchar, la empatía y la sensibilidad de acercarte a una persona que sufre. No hay receta para eso pero cura mucho y yo lo viví en primera persona.
DATOS
• Nació en el barrio Peral de Cartagena.
• Diplomado de Enfermería por la Universidad de Murcia. Trabajó en varios centros sanitarios de Cartagena hasta su llegada a Ibiza en 1984.
• Compaginó su carrera de Enfermería con la política. Fue miembro de las Juventudes Socialistas, teniente de alcalde en Ibiza y ahora es delegado sindical de UGT en Can Misses.
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