La muestra consta de 20 pinturas, 8 grabados y 7 fotografías. Las pinturas son de acrílico sobre lienzo y gouache sobre papel de estilo abstracto y las muestra en orden cronológico hasta llegar a la actualidad para poder observar su evolución, en donde predominan los azules del mar y los rojos de la tierra, con superposiciones de planos que reúnen una gran diversidad de tonos que les proporcionan profundidad y vitalidad. Los grabados son aguatintas que comienza en Ibiza y luego finaliza con su tórculo en Holanda, que transmiten tranquilidad y paz y, finalmente, las fotografías son dípticos en los que aparecen elementos de la naturaleza y algunos están relacionados entre sí y otros no. Tanto las fotografías como los grabados, que imprime en su estudio en la ciudad holandés de Tilburg, tienen una edición limitada de diez ejemplares.
«Las formas de la naturaleza son la base de todo», explica a este periódico, «si no conoces las formas no es posible llegar a la abstracción». Su formación académica empieza a la edad de siete años y con 15 fue admitida en la Akademie Industriële Vormgeving en Eindhoven. Después estudió en las academias de arte de La Haya y tomó clases de fotografía. La artista señala que «ha llegado a la abstracción tras un largo proceso de aprendizaje y trabajo».
Llegó a Ibiza hace 46 años atraída por su luz, que es diferente de la luz de su país, «más cambiante y más triste y gris, no como la de Ibiza que es uniforme y especial». Comenta que «el cuadro no necesita ser explicado», por ello no les pone títulos, lo importante según ella es que «la gente se pare delante del cuadro, se concentre, se adentre en él y pueda percibir emociones y sentimientos».
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