Javier Segura pasa su día a día entre bichos, virus y parásitos a los que observa a través de un microscopio en el servicio de Microbiología del hospital Can Misses. Está tan familiarizado con estos microorganismos que muchas veces, simplemente con el olor, sabe de qué bichito se trata sin analizarlo. «Hay virus que huelen, incluso por el olor del paciente puedes saber qué tipo de infección tiene», explica este microbiólogo y parasitólogo alicantino de 30 años que trabaja desde el 15 de junio en Can Misses, donde ha sido contratado durante tres meses para cubrir las vacaciones de sus compañeros de departamento.
Para Javier este es su primer contrato en un hospital público. Cuando le llamaron para venirse le explicaron el problema que había en Ibiza para conseguir una vivienda aunque, buscando por internet, se sorprendió de que hubiera algunas casas disponibles: «Vine ilusamente con la idea de alquilar un piso pero, una vez aquí, comprobé que la mayoría estaban ocupados y, en un par de ocasiones, resultó ser una estafa. Me llegaron a enviar hasta un DNI suizo falso», explica el joven doctor.
Tras comprobar que alquilar una casa para los tres meses de verano a precio asequible era una tarea casi imposible, Javier optó por aceptar la habitación en la residencia para profesionales que le ofrecieron donde, asegura, «no es para estar de seguido pero para una temporada está bien», especialmente para una persona que no es «exquisita» como él mismo se define. «No tengo la sensación de estar en una habitación de un hospital, es como estar en un hotel. Además, ahora en agosto ya ni me planteo buscar otra cosa porque si no ha habido antes nada es muy raro que ahora de repente haya», señala este facultativo que no ve diferencias entre vivir en el antiguo hospital que en un piso en los edificios de viviendas que hay enfrente del hospital. «Están a la misma distancia», dice.
En su día a día, aparte de trabajar de 8 a 15 horas tiene poco tiempo para la vida social porque, por las tardes, aprovecha para acabar la tesis doctoral, lo que no quita que, en sus ratos libres, se junte con otros médicos de la residencia para ir a la playa o dar una vuelta. Según dice, hay «muy buen rollo» entre los trabajadores del hospital: «Normalmente en los hospitales pequeños la gente está muy quemada pero aquí se trabaja muy bien. La gente es encantadora y estoy aprendiendo mucho. A lo mejor en hospitales más grandes hay más conflictos de egos».
A pesar del buen ambiente que reina en su departamento, su intención es volver a Murcia donde hizo la residencia y donde vive con su novia aunque las perspectivas laborales no son buenas. Hoy por hoy, en Murcia solo tiene la opción de ser profesor universitario y en la vecina Comunidad Valenciana solo podría optar a cubrir una baja maternal en Castellón. «La cosa está muy mal en la península porque las especialidades están muy saturadas», explica Javier quien destaca que en Balears hay menos paro, los contratos que se ofrecen son más largos y pasar una temporada trabajando aquí «es otra forma de conseguir puntos para poder elegir otro destino en la península».
Por todo esto, el microbiólogo alicantino no descarta quedarse en Can Misses si le ofrecen cubrir una baja cuando termine su contrato. «De momento no me he dejado mi piso de Murcia pero si me ofrecen algo más en Ibiza me lo plantearía», afirma. Eso sí, añade, «espero que a partir de octubre los alquileres bajen».
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