Alivio y alegría fueron ayer las palabras más repetidas entre los comerciantes del puerto de Vila tras comprobar que los operarios, encargados de las obras que han tenido el puerto levantado durante los últimos cinco meses, empezaban a retirar las vallas de es Martell y del muelle viejo.
Instantes después de retirar las vallas, runners, turistas y residentes, especialmente jubilados que se acercaron a ver de cerca el resultado, comenzaron a transitar por la zona portuaria reabierta donde pudieron comprobar el resultado de las obras en la dársena de Levante en la que se volverán a ubicar los megayates después de haber mejorado los amarres y el antiguo suelo de piedra del muelle. El famoso ammonites, el fósil incrustado en el pavimento del puerto en el último siglo y custodiado por Autoritat Portuària durante las obras, volvía también a lucir de nuevo sobre las piedras aunque un tanto desdibujado debido a su pequeño tamaño de apenas 15 centímetros. «Está en el mismo sitio de siempre», recalcaba uno de los obreros.
Mientras tanto, otros compañeros tiraban agua con una manguera para retirar todo el polvo acumulado en la obra tanto en el asfalto como del monumento a los Corsarios, que ha sido testigo de la metamorfosis que ha vivido la en los últimos meses, sobre todo la plaza de es Martell.
El polvo es, precisamente, una de las quejas más repetidas entre los estoicos comerciantes que han convivido con las obras. Joilin, dependienta de una tienda de ropa, nos recibía ayer plumero en mano limpiando el polvo que se acumulaba en todos los rincones del establecimiento. «Limpias y al minuto ya hay polvo. Además, los clientes se quejaban porque teníamos que gritar para escucharnos por culpa del ruido de las máquinas», explicó.
Jose, camarero de la heladería Los Valencianos, confesaba estar «deseando» que acabara la reforma después del «tercer año consecutivo de obras en el puerto». «Siempre las hacen cuando la temporada ha empezado.
Perdemos clientes por el ruido y el polvo cuando tienen seis meses para hacerlo en los que los negocios están cerrados», señaló.
Orsola, la relaciones públicas del restaurante Formentera, también hablaba de las quejas que han recibido estos meses de los clientes que no querían sentarse en la terraza de su local porque las mesas estaban cubiertas de polvo. Un problema teniendo en cuenta que el interior de la mayoría de locales del puerto es pequeño y que casi todas sus mesas están en el exterior.
Ana, dependienta de una tienda de calzado del puerto, hablaba de lo inoportuno que ha sido el momento de hacer las obras: «Tendrían que haber acabado antes de mayo cuando todavía no había turistas».
Con todo, la mayoría coincidía en que el resultado ha valido la pena. «Me ha gustado mucho como ha quedado, la plaza está mucho más amplia», opinaba Orsola. Fernando, un temporero andaluz que lleva unos días trabajando en Ibiza, se sorprendía del cambio que ha experimentado el puerto desde la última vez que estuvo.
«Le ha dado un rollo diferente a la zona y los árboles y el mirador para ver el puerto me parecen muy bonitos».
Más escéptico se mostraba el camarero de Los Valencianos, que recordaba que la reforma del suelo que se hizo hace dos años «iba a ser bonita pero los materiales resultaron malos y sucios».
Noelia, la responsable de la heladería Amorino Ibiza, no tenía mucha fe en que ayer acabaran las obras pero, tras comprobar que se llevaban las vallas, manifestó su «alegría» después de un invierno «tremendo». Sobre el impacto que tendrán estas mejoras lo tenía claro: «A Ibiza no le faltan turistas pero no está mal un añadido en el puerto».
EL DETALLE
Las escalinatas y el mirador del edificio de es Martell se inauguran mañana
Los ciudadanos que estén esperando estrenar la cubierta del edificio ubicado en la plaza de es Martell tendrán que esperar hasta hoy. Los obreros encargados de su construcción continuaban ayer trabajando en las escalinatas que conducen al futuro mirador público al que podrán acceder de forma gratuita turistas y residentes y desde donde podrán contemplar una bonita panorámica del puerto de Vila.
Durante el verano, únicamente estará abierta la parte exterior del edificio, ya que su interior no se empezará a habilitar hasta que no finalice la temporada turística.
La dársena de Levante, en cambio, ya estaba ayer completamente acabada y lista para recibir a las primeros megayates que empezarán a llegar a partir de ahora. El muelle tiene capacidad para amarrar 16 embarcaciones de entre 60 y 185 metros de eslora.
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