Un tiempo en el que San Miguel supera con nota su timidez para convertirse en un magnífico Sardina Negra gracias a una sucesión de anécdotas, historias familiares que parecen sacadas de una serie de televisión y toneladas de paciencia. No en vano, este madrileño que llegó a Ibiza con año y medio, fue capaz de conseguir que este servidor tocara el piano sin desafinar demasiado y sobre todo, sin perder su vocación como profesor. Motivos más que suficientes para conseguir nuestro codiciado diploma de Sardina Negra.
—Felicidades. Veinte años dirigiendo algo no es fácil de conseguir y usted los ha cumplido al frente del Cor Ciutat d'Eivissa.
—Pues sí. Pero no soy nadie especial sino simplemente alguien al que le encanta su trabajo y que intenta hacerlo lo mejor posible como cualquier hijo de vecino.
—¿Cómo se hizo director del coro?
—Como suelen pasar estas cosas, un poco por casualidad. Yo empecé como cantante en 1995, cuando la sede estaba en la Avenida de España, y al año, la por entonces directora y fundadora Nekane Piñuela se tuvo que marchar de nuevo a su tierra, Pamplona. Entonces Manuel Ramón Más, que era el director del Patronato Municipal de Música de Ibiza, me pidió que yo ocupara su lugar. Me quedé muy sorprendido porque solo quería cantar pero me puse a ello y aquí seguimos.Eso sí, nada hubiera sido posible sin la ayuda de Federico Rey como subdirector.
—Toda su carrera ha girado en torno a la música. ¿Le viene de familia?
—La verdad que no porque antecedentes cercanos no tengo.Es cierto que mi madre tocaba el piano y a mi padre le encantaba cantar y tenía buena voz pero ninguno fue profesional. Eso sí, mi bisabuelo paterno fue muy famoso en Madrid, concretamente en el Teatro Apolo, donde le apodaban El jilguero del Apolo.
—Usted nació en Madrid, aunque llegó muy pequeño a Ibiza...
—(Risas) Y tan pequeño. Con año y medio. Además, de padres barceloneses así que figúrate.
—Una mezcla curiosa...
—Es que la historia de mi madre y mi padre es casi digna de una serie de televisión.Se conocieron en Barcelona porque vivían en el mismo barrio, La Barceloneta. Sin embargo, mi padre con 14 años se marchó a Madrid y perdieron el contacto. Luego, con el paso de los años, él se hizo marinero y ella comenzó a trabajar de enfermera en Londres hasta que una enfermedad de mi padre le llevó hasta el hospital donde estaba ella.La chispa volvió a surgir y se casaron en Londres. Alucina (risas).
—Volviendo al coro. ¿Cuántos miembros son actualmente?
—Unos 60, aunque la cantidad sube y baja al ser una formación amateur. Tenga en cuenta que la gente aquí participa por hobby ya que tienen otros trabajos y ocupaciones.
—¿Cómo se hace para organizar a tanta gente y no perder la ilusión?
—(risas). Pues es difícil, pero contamos con la ventaja de que a todos los miembros les une su pasión por cantar. Y para mantener la ilusión es fundamental tener un repertorio variado que no aburra.Por eso nosotros hemos cantado muchos estilos, desde música clásica a música sinfónica, pasando por la coral, la religiosa o la medieval.Y por supuesto, también la música pop.
—Y disculpe mi incultura, ¿cómo se hace para adaptar una canción pop a un coro de 60 personas?
—(risas) Es más sencillo de lo que cree, siempre dentro de la dificultad. Tenga en cuenta que todo es música y como tal tiene una base armónica. Así que la clave está en conseguir adaptarla a la polifonía coral y hacer los arreglos adecuados.
—¿Cuál es el tema más complicado que han interpretado?
—A lo largo de estos 20 años ha habido muchos. Pero si me tuviera que quedar con alguno le diría una extensión del Davide penitente, una cantata compuesta por Wolfgang Amadeus Mozart. Pero también le diría las interpretaciones que hicimos del Adaggio de Samuel Barber o del Misere de Gregorio Allegri.
—Hablando de directores actuales, ¿cuáles son sus referentes?
—Creo que hay que estar muy atentos a la murciana Virginia Martínez, quien a pesar de ser muy joven es una de las directoras de orquesta más relevantes de la actualidad. Además, refleja muy bien el gran papel que están adquiriendo las mujeres en el campo de la dirección de orquesta. Y después pues le diría el alemán Carlos Kleiber ya fallecido o el músico, compositor y director de orquesta venezolano Gustavo Dudamel.
—¿Cómo está la música clásica actualmente? ¿Vive la misma crisis que otros estilos?
—Pienso que afortunadamente no está tan en crisis porque para bien o para mal la música clásica siempre ha sido un poco elitista, es decir, que a los que les gusta no dudan en pagar por una entrada de un concierto o por un dvd para escucharlo en casa. Además, podemos estar contentos porque en España, de un tiempo a esta parte, se ha dado un salto de calidad muy importante si hablamos de orquestas, intérpretes solistas o formaciones corales.
—¿Y eso la gente lo sabe?
—Desgraciadamente no. Creo que hay un profundo desconocimiento en todo lo que se refiere a la música clásica, por eso que le decía antes de que está considerada muy elitista. Afortunadamente siempre nos quedará Radio Clásica, que después de 50 años de emisión sigue haciendo un tremendo trabajo por nuestro estilo musical.
—Incluso en Ibiza contamos con la soprano bilbaína Irantzu Bartolomé, quien da clases en la isla. Es una de las mejores en su campo y mucha gente lo desconoce.
—Pues sí. Es un auténtico lujo del que no somos conscientes.No hay nadie como ella en la isla, a nivel de conocimientos y como profesora de técnica vocal.Además, cuando nos ayuda como solista en el coro se nota su presencia ayudando a todos mejoremos algo más. Una pena que eso no se valore más su presencia entre nosotros.
—¿Cree que ayudaría el que por ejemplo el Cor Ciutat d'Eivissa cantara junto a un dj conocido?
—(risas) Bueno, ya lo hemos hecho en una ocasión. Fue en un closing de Ushuaïa aunque realmente no me acuerdo el nombre del dj. Sólo me acuerdo que fue un tema muy bonito en francés.
—¿Qué opina de la labor de Luis Cobos? Hay quienes le defienden y quienes no lo pueden ver...
—Sinceramente, no le sabría decir. Por un lado está el Luis Cobos intérprete que ha hecho carrera y, por otro, el Luis Cobos que ha conseguido hacer que la música clásica llegue a muchos ámbitos de la sociedad.En fin, que no le sabría decir.
—Hablando de difundir. Usted también está haciendo una gran labor con Bis a Bis, el dúo que forma con Laura Bonet.
—(risas) Muchas gracias. Hacemos lo que podemos. Lo cierto es que es una actividad al margen del coro y de mis clases en el colegio Mestral y que me encanta porque con la violinista Laura Bonet tengo una relación magnífica tanto profesional como personal. Nos lo pasamos genial ensayando y tocando juntos y eso se nota sobre el escenario.
—Y ya la última. ¿Si se tiene la voz como el protagonista de la película El Padrino se puede triunfar en un coro?
—(risas) Por supuesto. Todo es posible con ganas, algo de ritmo y si se entrena la voz adecuadamente.
—¿Sergio Dalma tendría sitio?
—(risas) Ya veríamos porque el nivel de nuestro coro es muy alto. Bromas aparte, no suele ser fácil porque a veces quien está acostumbrado a cantar solo luego no puede integrarse en una formación coral.
PEQUEÑA BIOGRAFÍA
Miguel San Miguel Fuster nació hace 51 años en Madrid aunque al año y medio se mudó con sus padres a Ibiza.
Es titulado superior en Solfeo y Musicología, y titulado de grado profesional en Armonía, Contrapunto, Composición e Instrumentación por la Escuela Superior de Música del Liceo de Barcelona. Además posee estudios superiores de piano por la misma escuela barcelonesa y ha llevado a cabo multitud de cursos de dirección coral con prestigiosos directores como Josep Vila, Mireia Barrera, Julio Domínguez, Johann Djuick o Pierre Cao entre otros.
Desde 1996 es el director del Cor Ciutat d'Eivissa, cargo que compagina con el puesto de pianista en agrupacio- nes como la Orquesta Sinfónica Ciutat d'Eivissa o la Banda Ciutat d'Eivissa. Igualmente, junto a Laura Bonet conforma el duo musical Bis a Bis. Incluso, desarrolla la docencia en distintas instituciones educativas de la isla como el colegio Mestral
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